ENTREVISTA | Héctor de Mauleón y las perlas de una ciudad que nos inventa

07/07/2015 - 12:00 am
El enigma de una ciudad misteriosa, develado en crónicas de seis siglos. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
El enigma de una ciudad misteriosa, develado en crónicas de seis siglos. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Ciudad de México, 7 de julio (SinEmbargo).– Crónicas de seis siglos para ver la ciudad que no miramos y por la que transitamos a diario, casi ciegos, conforman la nueva propuesta literaria del escritor y periodista mexicano Héctor de Mauleón.

Se trata del libro La ciudad que nos inventa, publicado por Cal y Arena, donde el también editor de la revista Nexos ha encontrado cobijo para su constancia y fe para contar historias que tienen que ver con la cerveza, el galeón de Manila, el año de la peste, la Estación Buenavista.

“Joyas escondidas”, como las llama De Mauleón, nacido en la ciudad de México en 1963, para hablar con ecos de Octavio Paz cuando dijo aquello de “la ciudad que despierta cada cien años y se mira en el espejo de una palabra y no se reconoce y otra vez se echa a dormir”.

En México, esa ciudad donde tarde o temprano “todo termina en pavimento”, vive y trabaja Héctor de Mauleón, un profesional que según el escritor Rafael Pérez Gay “ha devuelto a la crónica sus poderes: voluntad de estilo, erudición, sencillez y profundidad a un tiempo, pasión por los secretos, gran misterio revelado en un relámpago histórico”.

El crimen de Henry Riley en 1869, el misterioso Panteón de Dolores, la nostalgia de Bucareli, la batalla por darle nombre a las calles, cuando todo se incendiaba en la ciudad: un libro que apenas en las primeras semanas se agotó y requirió una segunda edición, porque después de todo, aún cuando contra ella blasfememos minuto a minuto, ¿quién no ama en forma irremediable a esta “ciudad que nos inventa”, también minuto a minuto?

–¿México es una ciudad que no miramos?

–Sí, atravesar la ciudad se vuelve un acto mecánico. Está tan cargada de signos incomprensibles o inexplicados, además, que terminas por creer que en la ciudad no hay nada en lo que puedas participar. Atraviesas todos los días las mismas calles, sin apenas mirar los edificios, sin saber lo que pudo haber ocurrido en cada espacio que ves. La regeneración de la memoria en una ciudad que tiene cinco siglos, muestra que ha sido un sitio que ha ido arrastrando su pasado y lo va plasmando en algunos lugares específicos. Cuando la recorremos de una manera inhumana, a través de segundos pisos que no te permiten la contemplación, te pierdes de todo eso. Nuestros abuelos sabían lo que significaban las cosas, pero eso se perdió. La ciudad era un sistema de enigmas para los cuales no teníamos respuesta.

–¿Cuándo comenzó a regresar el pasado?

–A principios de los ’60, cuando por una decisión política se abrió el Museo de Antropología y entonces hubo un lugar para organizar y mostrar el pasado prehispánico, pero más importante que eso fue la fundación del Metro, porque el Metro desenterró lo que estaba guardado hace cinco siglos. Este país estuvo obsesionado con el progreso y se aburrió pronto del pasado. Así que fue muy importante desenterrar una ciudad dormida, se empezó a hacer literatura a partir de eso y tuvo un impacto tremendo en la forma que ahora tenemos de mirar la ciudad.

El Panteón de Dolores, tan ilustre...Foto: Cuartoscuro
El Panteón de Dolores, tan ilustre… Foto: Cuartoscuro

–Un panteón, la Palestina, una campana…todas esas cosas que están en tu libro, conforman una Guía Roji alternativa…

–He leído mucho a los cronistas de la ciudad, incluso al que hizo el primer mapa, donde englobó las cosas que le interesaban, cuando la ciudad tenía 33 años. Es un mapa atractivo, misterioso e interesante. Los cronistas que narraron la Ciudad de México han ido haciendo su propio mapa. De hecho, hay un texto célebre de Salvador Novo que se llama “Mapa de México”.

–¿Qué contiene tu mapa de México?

–Es la suma de mis objetos, mis fascinaciones, mis solidaridades. Cuando juntas todas las crónicas todo lo que fueron concentrando a lo largo de los siglos, el resultado es prodigioso. Es un mural lleno de voces, de sonidos, de colores, de texturas que proceden de épocas muy diversas y de rincones desesperados.

Me desesperaba tener que revisar muchos libros para encontrar algo de la ciudad que relumbrara; bucear por ejemplo en las páginas de uno de los primeros cronistas y ver qué prodigioso se hacía encontrarse con la descripción que hacía del primer baño público en la Ciudad de México. Siempre pensé que hacía falta un libro que juntara esas perlas, esas joyas que habitan en los libros de tantos cronistas que tuvo esta ciudad.

La Santa María de la Ribera es la colonia más antigua de la ciudad de México. Foto: Facebook
La Santa María de la Ribera es la colonia más antigua de la ciudad de México. Foto: Facebook

–Ahora es una ciudad que es destino turístico por sí y no como pasó a Cancún o Acapulco…

–Fíjate que hay una crónica de 1629, de un fraile inglés que llega a la Ciudad de México y la describe en un capítulo entero, fascinado, creo que esa fascinación siguió a lo largo del tiempo hasta nuestros días. Este fraile dedica muchas páginas a La Alameda, cuando toda la gente a las cuatro de la tarde, después de comer, se dedica a caminar por allí, y muestra fascinado por la belleza de los trajes femeninos, el oro en el vestuario de los hombres, el cortejo de mulatas semidesnudas que sigue a las damas y los pleitos que hay a diario entre los paseantes. Era una ciudad que fue el centro de América durante mucho tiempo, así que creo que eso de fenómeno turístico no es nuevo.

–Creo que ese México fascinante de los libros vivió una crisis brutal en los últimos años y poco a poco se ha ido recuperando

–No sé si estoy de acuerdo. Creo que en los últimos años comenzó una explosión horrible, donde la ciudad se deshizo, se volvió gris y monstruosa, imposible de caminar y al mismo tiempo perdió parte de su significado, sobre todo frente a los ojos del turista extranjero. Sin embargo, desde mi punto de vista, la Ciudad de México mantuvo siempre su señorío. Sucedió también que la ciudad fue destruida luego de la Revolución, donde la tarea central consistió en borrar todo los símbolos coloniales, es muy poco lo que se salvó. Luego Porfirio Díaz quiso acabar lo que habían dejado los liberales; luego el gobierno postrevolucionario quiso acabar con el Porfiriato…es decir, ha sido una ciudad que ha tenido varias oleadas vandálicas que han hecho estragos en su pasado y en su memoria.

Mi mapa de la ciudad de México es la suma de mis objetos, mis fascinaciones, mis solidaridades. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Mi mapa de la ciudad de México es la suma de mis objetos, mis fascinaciones, mis solidaridades. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

–¿Cuándo comenzó tu pasión por la Ciudad de México?

–Cuando se hizo el Metro y se desenterró Tenochtitlan comenzó la fascinación, porque ese misterio, ese enigma, me hizo pensar que cada lugar de la ciudad que pisara tenía algo enterrado. Como cuando unos trabajadores de electricidad encontraron en la esquina de Guatemala y Argentina, en 1978, La Coyolxauhqui y las escalinatas del Templo Mayor. Ahí nos dimos cuenta de que contrario a lo que siempre habíamos pensado, Hernán Cortés no destruyó todo. Es una ciudad que cada tantos cientos de año abre los ojos, como decía Octavio Paz.

–Una ciudad sobre la que se ha escrito, como bien dices

–Es que estoy plenamente convencido de que hay una tradición de escritores que viene del 1500 y que llega a Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, José Joaquín Blanco y esa es una familia que habita una casa dentro de la República de las Letras, la de los empeñados incluso a dar su vida si hace falta para rescatar el pasado de la ciudad. Sí hay una tradición, sí hay escritores frente a los cuales te sientes irremediablemente cerca.

José María Marroqui, por ejemplo, escribió durante 20 años un libro “borgiano”, un libro de todas las calles de la ciudad, casa por casa, de la A a la Z. Salieron tres tomos, entregó las pruebas a una imprenta que estaba donde hoy está Bellas Artes y resulta que la imprenta una noche se quemó con todos los libros adentro. Solamente porque le había dejado el manuscrito a un sobrino se pudo reconstruir y ahora son tres tomos que los tiene Porrúa, con el título La ciudad de México. Ya se había perdido y era el trabajo de una persona que durante 20 años se había dedicado a indagar sobre el nombre de cada calle de la ciudad.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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