Defensores de DDHH piden al Papa frenar agrocidio en pueblos indígenas por transgénicos

11/02/2016 - 6:08 pm

Francisco I ha tocado el tema en diferentes ocasiones, por lo que organizaciones civiles esperan que durante su visita a México “tierra del maíz”, se pronuncie a favor de la semilla nativa y de los campesinos que se han visto afectados por la entrada de productos transgénicos.

Grandes corporaciones presionan al gobierno con mitos para sembrar transgénicos. Foto: Cuartoscuro
“Este maravilloso cereal fue un regaño de los pueblos mesoamericanos al mundo”. Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 11 de febrero (SinEmbargo).– Un grupo de organizaciones civiles que trabaja en la defensa del maíz y la agricultura campesina, hizo un llamado al Papa Francisco para que durante su visita a México haga una mención a favor del maíz nativo que en los últimos años tiene una amenaza latente en el uso de productos transgénicos. En una carta firmada por el Maestro Francisco Toledo, Fray Miguel Concha Malo del Centro de Derechos Humanos Fray Vitoria, Sergio Cobo González de la Fundación San Ignacio de Loyola y miembros de la campaña Sin maíz no hay País, solicitan a Francisco I, hablar de la importancia del maíz en la cultura mexicana y de la grave situación por la que atraviesa; por el “agrocidio” y el despojo de los recursos naturales que enfrenta el campo.

“Bienvenido a la tierra del maíz donde, a la fecha, las mujeres y hombres sentimos que nuestra carne y corazón están hechos de maíz.  Usted podrá en su visita percibir como el maíz es un elemento identitario presente en cada aspecto de nuestra vida desde el arte, la cultura, la ciencia; qué decir de la comida, podrá degustar cada día un platillo diferente realizado con maíz, incluso en el mismo olor que nos envuelve podrá percibir al maíz. Actualmente nos alimentamos cotidianamente de maíz: más de la mitad de las calorías diarias que consumimos provienen del maíz y una tercera parte de las proteínas. En esta tierra preparamos el maíz en cerca de 600 diferentes formas: tacos, tostadas, tlacoyos, etcétera”, inicia así el escrito.

Se añade que las políticas agropecuarias impuestas en 1992 con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), los gobiernos y grupos empresariales acordaron la importación de alimentos de mala calidad, entre ellos el maíz transgénico; además de exportar a campesinos de manera ilegal a Estados Unidos para producir esos alimentos. “Esto nos ha llevado a lo que se ha llamado un Agrocidio, en donde se han aniquilado a los campesinos y a los pueblos indígenas para despojarlos de las riquezas que han creado y preservado en sus territorios (recursos genéticos, agua, bosques, minerales)”. Como consecuencia de esto, continua el texto, la región padece dos de los problemas más graves de la alimentación moderna: el hambre y la obesidad, ambas en aumento. Dentro del documento citan el la Carta Ecíclica “Laudato Si”, elaborada por Francisco I al inicio de su mandato, en la que toca el tema “Sobre el cuidado de la casa común” y que comunica lo siguiente:

“… En muchos lugares, tras la introducción de estos cultivos (genéticamente modificados), se constata una concentración de tierras productivas en manos de pocos debido a «la progresiva desaparición de pequeños productores que, como consecuencia de la pérdida de las tierras explotadas, se han visto obligados a retirarse de la producción directa» [113]. Los más frágiles se convierten en trabajadores precarios, y muchos empleados rurales terminan migrando a miserables asentamientos de las ciudades. La expansión de la frontera de estos cultivos arrasa con el complejo entramado de los ecosistemas, disminuye la diversidad productiva y afecta el presente y el futuro de las economías regionales. En varios países se advierte una tendencia al desarrollo de oligopolios en la producción de granos y de otros productos necesarios para su cultivo, y la dependencia se agrava si se piensa en la producción de granos estériles que terminaría obligando a los campesinos a comprarlos a las empresas productoras.”

Los firmantes esperan contar con el apoyo del Papa hacia los pueblos indígenas y campesinos, que a pesar de que han trabajado por siglos “para producir y reproducir la base de la alimentación de este país y del mundo, están sufriendo un despojo continuo de la vida y riquezas que generosamente han compartido y comparten con el mundo”.

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