¿Estamos contaminados por la cultura narca?

12/05/2017 - 12:04 am
Captura de pantalla de un video difundido en redes muestra a “soldados” del Cártel del Golfo tomar juramento… “y amén”.

¿Qué tan internalizados tenemos los valores del narcotráfico que llegamos a encontrarle virtudes, aun con su impronta violenta, que en este sexenio rebasó las cifras que dejó Felipe Calderón? ¿Cómo es que hemos llegado a este punto dónde un sector importante de la sociedad lo valora positivamente en menoscabo de las instituciones públicas? ¿Cuándo se dio el quiebre tendencial a favor del narcotráfico?

¿En qué momento lo que era indiscutible en Sinaloa, Tamaulipas, Chihuahua o Guerrero se fue extendiendo al resto del país? ¿Acaso el vacío que dejan las instituciones lo llena el narcotráfico? En definitiva, ¿hemos llegado ya al Estado fallido donde los cárteles de la droga imponen su voluntad al grado que modifican valores largamente incubados en la familia, las iglesias, la escuela o la idea de un gobierno benefactor?

Los resultados de una encuesta a 800 personas de todo el país que Parametría acaba de hacer pública, deja helado a cualquier interesado, en saber cómo va esta carrera entre las instituciones del Estado Mexicano y los cárteles del narcotráfico.

Ciertamente una encuesta, como tampoco una golondrina, hace un verano, sin embargo, cuándo se formulan las mismas preguntas que se han venido haciendo a lo largo de los años la sospecha adquiere paulatinamente tintes de certeza y las cifras dejan de ser un número frío para convertirse en muestra lo menos de un fracaso cultural.

El narcotráfico no debe obtener esos triunfos por el bien de la sociedad, sin embargo, cuándo vemos las edades de las personas que incursionan  en el narcotráfico nos damos cuenta de que estamos fracasando como sociedad.

El fenómeno violento aun con singularidades regionales no excluye prácticamente a ningún estado. Se ha irradiado rápidamente por todo el país con mayor o menor intensidad. Lo que pone de manifiesto la incapacidad y exhibe frecuentemente connivencia de una franja de los agentes del sistema de seguridad nacional.

Al grado incluso que cuando el sistema de seguridad obtienen triunfos por el decomiso de un envío de droga que dicho de pasó cada vez menos ocurre lo que demuestra cosas, o se da la detención o muerte de un capo de primer nivel, hay una derrota en potencia, sino se logra eliminar totalmente ese núcleo generador de muerte.

Y es que, está visto, qué la desaparición de un narco de la escena pública casi siempre representa fragmentación y eso pulveriza, hace más complejo el problema criminal porque lo que estaba dirigido a uno ahora va a dos o más. Es, como lo decíamos en la entrega anterior, es una suerte del mito griego de Hidra de aquella serpiente que habitaba en el Lago de Lerna y a cada corte surgían dos cabezas que hacía imposible su total eliminación.

Y esto, a la vista de los datos nuevos que ofrece la casa encuestadora Parametría, es la afirmación de la incapacidad para detener su expansión y aún más comprender su actitud desafiante:

“Cuatro de cada diez encuestados contestó que los cárteles del narcotráfico eran quienes detentaban más poder, la segunda opción con mayores respuestas fue el Presidente de República, con 24 por ciento?, con 8% en tercer sitio se posicionó la Iglesia católica… Si observamos esta pregunta en el tiempo, podemos ver que se han incrementado las opiniones que indican que los cárteles del narcotráfico tienen más poder en el país, registrando este año un máximo histórico. De 2008, cuando inició la serie, a la fecha ha crecido 5 por ciento quienes así lo consideran.

“Llama la atención que cuatro de cada diez entrevistados considere que hay algunos beneficios que derivan del mismo. Por ejemplo, 36 por ciento dijo que el narcotráfico hace más obras públicas en las comunidades que el mismo gobierno y 35 por ciento estuvo de acuerdo con que el narcotráfico genera empleos.

“Tres de cada diez mencionó que el narcotráfico genera progreso en las comunidades donde viven los narcotraficantes y un número similar dijo que si el narco no generara violencia, sería una actividad que beneficiaría a su estado. Una de las opiniones que más se ha incrementado en el tiempo es la percepción de que el narcotráfico hace más obras públicas en las comunidades que el mismo gobierno, de 2010 a la fecha creció 6 por ciento quienes así lo consideran al pasar de 30 por ciento a 36 por ciento.

“La opinión acerca de que si el narcotráfico no generara violencia sería una actividad que beneficiaría a su estado se ha mantenido relativamente estable, tuvo un repunte en abril de 2016, cuando 42 por ciento dijo estar de acuerdo con dicha afirmación, no obstante, el promedio ha oscilado entre 27 por ciento y 32 por ciento en siete años.

“Una tendencia que vemos a la baja son las personas que afirman que el narcotráfico genera empleos, al pasar de 41 por ciento en 2010 a 35 por ciento este año en abril de 2014 más personas apoyaron esta idea, ya que cinco de cada diez veían al narcotráfico como un empleador.

“Una de las series más interesantes en el tema es la que mide la aceptación del narcotráfico si ello implica que no haya violencia. A partir de 2009 —con excepción de 2011— más personas están de acuerdo con que no haya violencia en el país aunque exista algo de narcotráfico, esta opinión registró un máximo histórico en 2016, cuando siete de cada diez mexicanos apoyaron esta postura”. (http://www.parametria.com.mx/carta_parametrica.php?cp=4961)

Estos indicios son más firmes en estados con larga tradición de narcotráfico donde los datos duros de trasiego, mercadeo, diversificación y muerte terminan por permear toda la vida pública.

Es para decirlo simple y llana un actor fundamental para explicarnos la naturaleza de sociedades como la sinaloense, michoacana o tamaulipeca. Sus instituciones se encuentran permeadas y cualquier análisis de ellas que busque prescindir de esa influencia maldita se quedara corta.

En suma, las posibles respuestas a las preguntas iniciales encuentran insumos en los nuevos datos de Parametría e indican que contrario a la opinión que se tiene de que en democracia se fortalecen las instituciones.

Los hechos podrían estar demostrando que hay un retroceso significativo  respecto de la capacidad que tenía  el viejo sistema autoritario que ejercía control sobre el narco y les imponía el interés público por encima del privado (Luis Astorga, dixit).

 

 

 

 

 

 

 

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.
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