Sólo queremos un buen Gobierno

13/06/2017 - 12:00 am
Eliminar la corrupción del quehacer gubernamental es un requisito indispensable, porque con corruptelas en el Gobierno es imposible progresar; aunque sabemos que corruptos y delincuentes siempre habrá, las prácticas delictivas no pueden ser la gestión diaria de un Gobierno. Foto: Cuartoscuro.

Todos los modelos de desarrollo de un país tienen un requisito indispensable: ¡un buen Gobierno! Que debe de contar con los siguientes elementos básicos:

Legislaciones que construyan una visión de Gobierno justo, eficaz, equitativo, plural y que permitan el funcionamiento de la economía con una tendencia al crecimiento progresivo, y un sistema de leyes que prohíba a los gobernados conductas socialmente nocivas y faculten a los funcionarios con las acciones indispensables para garantizar el funcionamiento del Estado.

Sin embargo, las leyes no funcionan automáticamente: el poder político debe cumplir y hacer cumplir las legislaciones vigentes, eso se llama vivir en un Estado de derecho.

Rousseau decía en 1750: “Quisiera vivir en un país donde nadie esté por encima de la ley”, así que esperar que los próximos gobiernos cumplan el sueño de Juan Jacobo no es ninguna utopía, sino un derecho de todos los mexicanos.

Eliminar la corrupción del quehacer gubernamental es un requisito indispensable, porque con corruptelas en el Gobierno es imposible progresar; aunque sabemos que corruptos y delincuentes siempre habrá, las prácticas delictivas no pueden ser la gestión diaria de un Gobierno. Por eso no es una idea utópica que nos gobierne una mayoría de funcionarios honestos, y uno que otro deshonesto que será encarcelado tarde que temprano.

En las empresas privadas que conozco la enorme mayoría vive de su salario, con uno que otro pillo que al final es sorprendido y despedido. Si un negocio no puede progresar si la mayoría de sus empleados lo roban., ¿por qué creemos que el Estado puede desarrollarse inundado por corruptos?

¿Cómo explicarnos que una misma construcción cueste un millón de pesos a un particular y cinco millones al Gobierno? ¿Por qué a un particular que defraudó a otro civil con cien mil pesos se le puede procesar penalmente con una sencilla denuncia y datos que establezcan su posible culpabilidad, mientras que a un gobernador corrupto, o presidente municipal, sólo se le puede procesar cuando se termine de construir la Torre de Babel llamada sistema anticorrupción?

La respuesta es: la impunidad. Para terminar con los corruptos hay que terminar con la impunidad, y esto no es una utopía, es un derecho básico: a delito igual, sanción igual, y mayor cuando hay agravantes.

Nada despierta mayor ira en los habitantes de barrio que ver a su par de toda la vida convertirse en nuevo rico, con casa nueva, automóvil con chofer y ropa de diseñador para él y su cónyuge, sólo porque fue elegido diputado o nombrado subsecretario de alguna Administración gubernamental “si sigue siendo el mismo inútil”. Es inexplicable que el dinero público se siga utilizando para hacer más ricos a los ricos y no se aplique en financiar el desarrollo del país.

Con sólo asomarnos al club de hombres de negocios del país vemos nuestras debilidades estructurales, ¿qué producen los hombres más ricos de México?:

-Arman teléfonos y computadoras para empresarios japoneses y americanos por menos de un dólar la hora de salario.

-Papitas y tortillas empaquetadas, con chilito.

-Refrescos y agua destilada.

-Pan de caja.

-Explotan las minas y venden el mineral al extranjero.

-Manejan nuestro dinero, con intereses elevados, para financiar la recuperación de Euro.

-Telenovelas.

-Cerveza.

Nuestros hombres más ricos sólo buscan cómo hacerse más ricos con nuevas presentaciones de lo que ya hacen. Eso no lleva al desarrollo, ni siquiera es algo que ellos quieran financiar, por eso necesitamos que el Estado lo haga. Esto, que esperamos los mexicanos, no es una utopía, solo un buen Gobierno. Lo merecemos.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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