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David Ordaz Bulos

15/11/2020 - 12:02 am

Multiplicar los Laboratorios Ciudadanos

Insistieron en que ya estamos dominados por la fuerza de alguna sociedad cuando nuestro futuro político reside en la tarea de decidir lo que nos une a todos. Bruno Latour “Díganle a las organizaciones que las planeaciones estratégicas de misión y visión son una cosa de los años ochenta”, declaró la ponente de un taller […]

Insistieron en que ya estamos dominados por la fuerza de alguna sociedad

cuando nuestro futuro político reside en la tarea de decidir lo que nos une a todos.

Bruno Latour

“Díganle a las organizaciones que las planeaciones estratégicas de misión y visión son una cosa de los años ochenta”, declaró la ponente de un taller virtual sobre teorías de cambio en el que estuve presente hace unos días. Las participantes se quedaron perplejas y confundidas, preguntándose entonces, qué hacer desde sus organizaciones, en medio de la coyuntura pandémica que ha puesto de cabeza todos los esquemas, pero que también ha dejado ver desde las grietas, nuevas posibilidades de acción.

Imagen: @MedialabPrado

En tiempos complejos “las organizaciones son parecidas a un spaghetti, donde es imposible predecir qué sucederá si tiramos el extremo de un spaghetti que asoma del plato”, afirma Frederic Laloux en su libro Reinventar a las Organizaciones. Conviene comenzar a ver a las organizaciones, como sistemas vivos y humanos, en constante adaptación a realidades siempre impredecibles; para desvanecer las ilusiones de control que han dejado las estructuras piramidales jerárquicas y autoritarias a las que estamos tan acostumbrados.

Los laboratorios ciudadanos van en ese sentido, son una vía para explorar nuevas formas de colaboración y significado en el contexto del Covid-19 que ha dejado ver que nadie está aislado y lo interdependientes que somos, donde los límites de las instituciones y sus identidades caducas deben desbordarse. Son relevantes porque fomentan la colaboración pública a través de la co-creación de proyectos centrados en personas y comunidades, parten de procesos de aprendizaje colectivo abiertos a todos los saberes ciudadanos y ofrecen la posibilidad de recuperar la confianza, de imaginar ideas y futuros posibles.

En agosto pasado, el laboratorio Medialab Prado de Madrid lanzó la convocatoria para el curso gratuito en línea: Laboratorios ciudadanos distribuidos: innovación ciudadana en bibliotecas y otras instituciones culturales, el cual se dividió en dos fases. En la primera, un grupo de expertos enseñó cómo montar un laboratorio, y en la segunda, los alumnos aplicamos los conocimientos adquiridos poniendo en marcha laboratorios en los territorios a los que pertenecemos.

Desde los contenidos del curso, entendemos el Laboratorio Ciudadano como un espacio abierto a cualquier persona para crear comunidades y escucharlas, con personas activas,  productoras de sus ideas y proyectos. También, como un espacio para la articulación de actores en torno a intereses comunes, conectados con su contexto, en diálogo con instituciones abiertas, accesibles y flexibles. Aún más, como un espacio de experimentación y prototipado en los marcos de la cultura libre y colaborativa.

A muy grandes rasgos, el primer paso para montar un laboratorio es definir el tema, un territorio y abrir una convocatoria de proyectos. El segundo paso es abrir una convocatoria de colaboradores a los proyectos seleccionados. Posteriormente, en el tercer paso, realizar el laboratorio, como espacio de interacción en el que los proyectos serán prototipados, asentando así,  compromisos de acción hacia el futuro. Finalmente, el cuarto paso es el cierre del procesos de sistematización iniciado desde el arranque de las actividades y la publicación de los resultados. Transversalmente y durante todo el proceso, se sigue un plan de comunicación, evaluación y documentación diseñada para que la experiencia sea replicable en otro lugar.

Imagen: @MedialabPrado

En estos momentos, en varios países se celebrarán simultáneamente múltiples laboratorios derivados del curso de Medialab Prado. Muchos de ellos serán en México y algunos ejemplos son: el Laboratorio de Innovación Ciudadana Oaxaca, que busca el encuentro interdisciplinario frente a varias problemáticas del entorno oaxaqueño, el Laboratorio Ambiental Ciudadano en la Ciudad de México, con la propuesta “Los Prodigios ambientales como resistencia: Narremos la Sierra de Guadalupe, que involucra vecinos y visitantes para armar una exposición colectiva y galería virtual; la Laboratoria Mujeres en el Museo, un espacio de experimentación y prototipado de propuestas para la representación de la mujer en los museos; el Laboratorio de Tutores de Resiliencia en Monterrey que dotará de habilidades para la vida a niños, niñas y adolescentes como manejo conflictos para convertirlos de forma positiva en resiliencias que los ayuden a salir adelante; y el Laboratorio para la Memoria y el Patrimonio Histórico Pachuca, centrado en rescatar la memoria y preservar el patrimonio histórico y cultural amenazado por el feudalismo político que prevalece en una ciudad con enorme rezago democrático.

Nunca antes las posibilidades de asociarse habían sufrido tantas mutaciones como en este año del Covid-19. En este contexto, que algunos empiezan a llamar “post-covid”, los laboratorios ciudadanos son espacios que, frente a las conversas culturales autoritarias fijadas por boomers, se abren nuevas posibilidades para, como dijo Bruno Latour, autor de la teoría del actor-red, “rastrear nuevas asociaciones y diseñar sus ensamblados”, reconstruir nuestros vínculos colectivos y desde ellos organizar nuestras narrativas y acciones políticas. Por eso hay que multiplicarlos.

 

David Ordaz Bulos

@David_Orb

 

 

 

David Ordaz Bulos
Psicólogo social. Maestro en Sociología Política por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Estudiante del doctorado en Creación y Teorías de la Cultura de la Universidad de las Américas Puebla.

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