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Sandra Lorenzano

19/03/2023 - 12:03 am

De la HIStory a la HERstory: una nueva manera de leer-nos

“Si la Historia, con mayúsculas, ha sido siempre la narrativa de los ganadores, la otra historia es la de la discontinuidad, la de los momentos de ruptura”.

“Cada vez hay más mujeres escribiendo desde sus propias perspectivas”. Foto: Sandra Lorenzano.

“Vindictas” procede del participio del verbo latino vindico, “vengar”, “castigar”, “entregar”, “proteger”. Es el momento de “vengar” y “castigar” modelos que marginan, es el momento de “proteger” y “entregar” a los lectores y las lectoras nueva luz. Luz vindicta. 

EL CANON LAS VOLVIÓ INVISIBLES. TU LECTURA LAS REIVINDICA, dice la página web de Libros UNAM. ¿No es eso mismo lo que hacemos en nuestras marchas, en nuestras clases, en nuestro artículos, en nuestras canciones y abrazos? ¿No buscamos, acaso, que no haya más mujeres “invisibles”?

Por eso amo el proyecto “Vindictas”, creado por Socorro Venegas, con el apoyo de Ave Barrera y de un entrañable grupo de mujeres. Amo conocer o reencontrar a las escritoras que han sido silenciadas. Amo la posibilidad de conocer las obras que han desafiado la obligación de contar una historia única.

Pero déjenme comenzar recordando la charla TED que en 2009 dio la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie y que justamente se llamó “El peligro de la historia única”.[1] Allí hablaba, entre otras cosas, de cómo naturalizamos, sin cuestionarnos demasiado, los relatos que recibimos. En su caso, hablaba de la literatura blanca europea leída en su infancia. En aquellos libros los personajes eran rubios y de ojos azules, hablaban del clima, comían manzanas y la navidad traía pinos y nieve. Todo eso le parecía “normal”, y con esos mismos elementos empezó a escribir sus propios cuentos, hablando de una realidad absolutamente distinta a la suya de niña negra nigeriana, que comía mangos y no manzanas, que vivía en un contexto donde no se hablaba del clima porque “no era necesario”, y donde la única nieve que se veía era la de las películas. Muchos años después comenzó a leer a los escritores africanos y supo que su propio mundo también podía ser parte de la literatura.

Algo similar nos pasa a las mujeres desde el comienzo de los tiempos; hemos naturalizado aquellos relatos que nos han contado, aquella historia única: que no ha habido creadoras, que las pocas que conocemos no tienen la importancia de los creadores hombres, que lo valioso es la mirada masculina sobre el mundo, etcétera, etcétera.

Pero las cosas han cambiado o, mejor dicho, las estamos cambiando. Cada vez hay más mujeres escribiendo desde sus propias perspectivas; creando, publicando, participando en los debates culturales, siendo leídas y escuchadas. Como cada vez hay más mujeres en los espacios tradicionalmente reservados a los varones, desde el ámbito político hasta la investigación científica, desde la lucha por los derechos humanos hasta la dirección de las grandes empresas. Con esfuerzo, enfrentando múltiples resistencias (¿quién quiere perder sus privilegios, verdad señores?), pero allí están, allí estamos.

Así como cada 8 de marzo las calles se cubren de miles y miles de mujeres que exigen un alto a la violencia, a la exclusión, al silenciamiento, con el grito “ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven”, así también estamos juntas ocupando espacios en la cultura y en las artes. También las creadoras son, somos, parte y resultado de esta marea violeta que avanza sobre el mundo.

Por eso amo el proyecto “Vindictas”, creado por Socorro Venegas, con el apoyo de Ave Barrera y de un entrañable grupo de mujeres. Foto: vindictas.unam.

Si la Historia, con mayúsculas, ha sido siempre la narrativa de los ganadores, la otra historia es la de la discontinuidad, la de los momentos de ruptura. “Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia”, cantaba Lito Nebbia allá por los años 80. Por eso, dicen las historiadoras feministas, nos interesa “la historia de los momentos de ruptura, en los que la historia podría haber tomado otro rumbo; la historia de los fracasos, y de los sueños incumplidos de cada era que exigen redención. Es por eso que una historiografía materialista y feminista se diferencia en método, en poética y en perspectiva del historicismo en el sentido de la continuidad y del progreso”.[2]

Empezamos a mirar la “HIStory” como “HERstory”, como una historia que recupere lo borrado, lo condenado, las voces y la memoria de nuestras ancestras. No buscamos “redención” (perdón Walter Benjamin), sino “sanación”, sororidad, escucha, abrazos.

EL CANON LAS VOLVIÓ INVISIBLES. TU LECTURA LAS REIVINDICA. Vuelvo a esa frase y a lo que escribe Socorro Venegas sobre las primeras autoras elegidas para la colección:

“Tita Valencia, Luisa Josefina Hernández, María Luisa Mendoza, Tununa Mercado, Marcela del Río. El silencio es lo que tienen en común. Eso que se adhirió a su obra como algo natural. Una capa de polvo que fue acumulándose, como si fuera el destino que les correspondiera. Así lo vivieron. El mensaje que recibieron del mundo que las rodeaba era que su escritura, la obra que emanaba de ese tiempo que dedicaban a crear, no valía.”[3]

Así, la colección “Vindictas” se propone como una reivindicación de esas mujeres cuyas obras abrieron brecha para todas nosotras: para las mayorcitas y para las más jóvenes. Hacer memoria y recuperar hoy sus voces, sus palabras, su fuerza, es un gesto ético que constituye el núcleo del feminismo generoso e incluyente. Así lo entiende este proyecto, como lo entienden otros proyectos similares en nuestra lengua. Pienso, por ejemplo, en la Colección Narradoras Argentina,[4] creada por la gran escritora María Teresa Andruetto, y codirigida por ella misma con Carolina Rossi y Juana Luján, que “se propone rescatar y difundir obras de escritoras relevantes que permanecían inéditas, olvidadas o perdidas (…) intenta mostrar la fecunda diversidad de voces, posturas y estéticas de las escritoras del país”.

O, pienso en la Biblioteca Básica Canaria de Mujeres que, al otro lado del Atlántico y dirigida por Blanca Hernández Quintana, recupera una colección histórica, treinta años después, para difundir hoy la obra de quienes habían permanecido bajo el polvo del olvido.[5]

Tantos y tantos proyectos similares en nuestra lengua, y en lenguas originarias, que nos muestran que la marea feminista está cubriendo de morado la literatura, los catálogos de las editoriales, los estantes de las bibliotecas, las conversaciones de las lectoras más jóvenes.

“¿Cómo leer la escritura de las mujeres?, preguntábamos –cuenta Sara Sefchovich en su libro El cielo completo- Y respondíamos: lo primero que hay que hacer es rescatar lo que ellas han escrito, sacarlo de la oscuridad y el silencio y llevarlo a la luz.”[6]

Hoy leemos y escribimos bajo esa “luz vindicta”, para que nunca más nos cuenten una “historia única”. Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven… Nunca más una historia sin nosotras.

[1] Vale la pena escuchar la charla completa:

https://www.ted.com/talks/chimamanda_ngozi_adichie_the_danger_of_a_single_story?utm_campaign=tedspread&utm_medium=referral&utm_source=tedcomshare

[2] Ver Fernanda Laguna y Cecilia Palmeiro, “Apuntes para una memoria feminista: hacia una literatura del nosotras”, en Cuadernos del CILHA, agosto de 2021.

https://revistas.uncu.edu.ar/ojs3/index.php/cilha/article/view/4736/4467#info

[3] Socorro Venegas, “Vindictas. Contra el olvido de las escritoras”, en Literal Magazine

https://literalmagazine.com/vindictas-contra-el-olvido-de-las-escritoras/

[4] Colección narradoras argentinas, publicada por EDUVIM

https://www.eduvim.com.ar/catalogo/coleccion/narradoras-argentinas?page=1

[5] https://www3.gobiernodecanarias.org/noticias/tag/biblioteca-basica-canaria/

[6] Sara Sefchovich, El cielo completo. Mujeres escribiendo, leyendo, México, Oceáno, 2015.

Sandra Lorenzano
Es "argen-mex" por destino y convicción (nació en Buenos Aires, pero vive en México desde 1976). Narradora, poeta y ensayista, su novela más reciente es "El día que no fue" (Alfaguara). Investigadora de la UNAM, se desempeña allí como Directora de Cultura y Comunicación de la Coordinación para la Igualdad de Género. Presidenta de la Asamblea Consultiva del Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación).

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