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Sandra Lorenzano

14/04/2024 - 12:02 am

Briznas de vida

El bolero atraviesa cualquier brecha generacional y todas las clases sociales. Basta ver el público que va hoy a los conciertos de Luis Miguel: abuelas con sus nietos, parejas sesentonas que recuerdan tal vez su primer baile, grupitos de adolescentes fresas, todos cantando a voz en cuello.

Nuestro gran Carlos Monsiváis, uno de los intelectuales más geniales e inclasificables que ha dado México, decía que los boleros era “maravillosas briznas de la vida emocional”. En una entrevista que le hacieron en 2009 a propósito de su participación en el “III Congreso Internacional Música e Identidad Cultural del Caribe”, dedicado al Bolero, confesaba, con la mezcla de agudeza y humor que lo caracterizaba: “El bolero, si quiero ser sintético, es mi autobiografía repetitiva. Una y otra vez vuelvo a unos cuantos boleros, porque ahí identifico la dicha, la desdicha, el placer de saber que -pese a todo- he podido tener una vida emotiva, emocional”.[1]

¿Cuál es su bolero preferido?, le preguntó el reportero:

“Depende del día, depende del sentimiento. Desde luego, “Verdad amarga”, de Consuelo Velásquez; desde luego “Cenizas”, de Walo Rivas; desde luego, “Tú me acostumbraste”, de Frank Domínguez, pero en la versión de Olga Guillot; desde luego “Noche de Ronda”, de Agustín Lara. Todos marcan esa relación dramática con la noche. Esa relación dramática con lo que pudo haber sido y no fue.”

¿Cuál es el favorito de ustedes?

Para mí, como para Monsi, “depende del día, depende del sentimiento”.

Cuando amanece amorosamente, puedo cantar durante todo el día: “Tú me acostumbraste…”

Pero en otros momentos soy la reina del azote y no dejo de escuchar y cantar a José Alfredo Jiménez, especialmente ese himno de los despechados de todos los tiempos, “Mundo raro”. “¡Despechados del mundo, uníos!”

Cuando te hablen de amor y de ilusiones
Y te ofrezcan un Sol y un cielo entero
Si te acuerdas de mi no me menciones
Porque vas a sentir amor del bueno

Pero si de despecho se trata, nada iguala a Paquita la del Barrio, ¿o no? Nada iguala a “Rata de dos patas”, o a “Cheque en blanco”, donde termina diciendo: “donde dice desprecio, ese debe ser tu precio/ y va firmado por mí”.

El bolero atraviesa cualquier brecha generacional y todas las clases sociales. Basta ver el público que va hoy a los conciertos de Luis Miguel: abuelas con sus nietos, parejas sesentonas que recuerdan tal vez su primer baile, grupitos de adolescentes fresas, todos cantando a voz en cuello:

Dicen que la distancia es el olvido
Pero yo no concibo esa razón
Porque yo seguiré siendo el cautivo
De los caprichos de tu corazón

El género se renueva con voces jóvenes -soy fan total de Natalia Lafourcade- o con transformaciones que suman pop, tecno, flamenco o rap. ¿Quién no ama “Lágrimas negras” en la voz de Diego El Cigala, o el “Bolero apocalíptico” del dúo colombiano Monsieur Periné?

Como se habrán dado cuenta soy una enamorada de los boleros en todas sus versiones. Por eso celebré tantísimo que la Unesco aprobara en diciembre de 2023 una nueva inscripción en la Lista del Patrimonio Inmaterial: “Bolero: identidad, emoción y poesía hecho canción”, una propuesta presentada de manera conjunta por Cuba y México. Déjenme que en estos días que he tenido que viajar a La Habana, estas líneas sean un homenaje a uno de los vínculos más fuerte que unen a ambos países.

Nacido a fines del siglo XIX en Santiago de Cuba, el bolero llegó a México hace más de cien años. Se considera que el primer bolero de la historia fue “Tristezas”, escrito por el cubano José “Pepe” Sánchez, en el año 1883, durante la guerra de independencia de la isla.

Al poco tiempo el nuevo ritmo pasó a las costas de Yucatán y Veracruz, y luego al resto de México donde arraigó rápidamente, especialmente en los sectores más humildes. Los especialistas señalan que éstos veían en los boleros una suerte de respuesta propia a la ópera.

Lo cierto es que se  han dado excepcionales compositores e intérpretes, en cuya difusión jugaron un papel muy importante los medios de comunicación, primero la radio -no olvidemos, por ejemplo que nuestro “Flaco de Oro”, Agustín Lara, fue una figura clave en la XEW, una de las primeras emisoras de radio de México, y luego el cine y la televisión. Así, los nombres de los más grandes han guiado la educación sentimental de varias generaciones de latinoamericanos.

En Cuba algunos de los imprescindibles son Orlando de la Rosa, César Portillo de la Luz, Bola de Nieve, Elena Burke, Olga Guillot, y por supuesto los maravillosos miembros del Buena Vista Social Club: entre otros Ibrahim Ferrer, Compay Segundo y la gran diva del grupo, Omara Portuondo, que con sus 93 años sigue cantando en los escenarios, habiéndose convertido en un símbolo amado tanto dentro como fuera de la isla. Con gran solidaridad de género, siempre dice que su bolero favorito es “Veinte Años”, compuesto por la cubana María Teresa Vera en 1935, con texto de Guillermina Aramburu.

En México, la lista también es larga, además de Agustín Lara, podemos pensar en José Alfredo, Javier Solís, Armando Manzanero, Guty Cárdenas, Roberto Cantoral, por mencionar a unos pocos, sin olvidar, por supuesto, a la gran Consuelito Velázquez, y su “Bésame mucho”, una de las canciones más populares del siglo XX, con interpretaciones que van de Los Beatles a Soda Stéreo, de Sara Montiel a Thalía, de Frank Sinatra a Andrea Bocelli.

Bésame, bésame mucho
Como si fuera esta noche
La última vez

Yo podría decir al igual que Carlos Monsiváis que el bolero es (una parte) de mi “autobiografía repetitiva”, o del “soundtrack de mi vida” (le tomo prestado a Laura, el título de su hermoso programa de radio). Allí donde suenen esas “maravillosas briznas de la vida emocional”, me siento en casa.

Amanecí otra vez entre tus brazos

Y desperté llorando de alegría…


[1] Alfonso Quiñones, “Entrevista a Carlos Monsiváis: ‘El bolero es mi autobiografía repetitiva”, 20 de septiembre de 2020, en Nota clave. El periódico digital.

https://notaclave.com/entrevista-a-carlos-monsivais-el-bolero-es-mi-autobiografia-repetitiva/

Sandra Lorenzano
Es "argen-mex" por destino y convicción (nació en Buenos Aires, pero vive en México desde 1976). Narradora, poeta y ensayista, sus libros más recientes son "Herida fecunda" (Premio Málaga de Ensayo, 2023), "Abismos, quise decir" (Premio Clemencia Isaura de Poesía, 2023), y la novela "El día que no fue" (Alfaguara). Académica de la UNAM, se desempeña como Directora del Centro de Estudios Mexicanos UNAM-Cuba. Es además, desde 2022, presidenta de la Asamblea Consultiva del Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación). sandralorenzano.net

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