Cada partido político tiene su propia encuesta presidencial. Ayer, a 12 días de la elección federal, Andrés Manuel López Obrador dijo que está arriba de Enrique Peña Nieto, mientras que el PAN afirmó que Josefina Vázquez Mota ya rebasó a AMLO y se encuentra a cinco puntos de Peña Nieto.

Que digan lo que quieran. Al final, son partidos políticos y tratarán por todas las vías de hacer ver una panorama favorable a su causa. Ya el elector dirá a quien le cree. Además, difícilmente un medio tomará una encuesta partidista como punto de referencia.

El problema son las encuestas que publican los periódicos nacionales y la televisión. Y son un problema porque el consumidor final, es decir, un votante cualquiera, ha visto en este proceso electoral extremos abismales entre los resultados de una y otra.

Pero sobre todo son un problema porque también pueden ser herramientas de propaganda de uno o varios de los partidos políticos. ¿Por qué no? Algunas encuestas están casadas con la línea editorial, lo que las hace todavía más sospechosas. Digamos un extremo: El Sol de México, cuyo dueño –Mario Vázquez Raña– es abiertamente simpatizante de Enrique Peña Nieto, publica un ejercicio de Parametría que pone al priista por los cielos. ¿Por qué no pensar que la encuesta es parte de la línea del periódico y no un ejercicio técnico, producto de una metodología aplicada con todas las de la ley?

Las encuestas siempre han sido muy polémicas. Siempre hay una guerra de cifras previa a la elección. Pero muchas encuestadoras dejan de ser tema cuando concluye el proceso y sólo algunos especialistas regresan a ellas a revisar su desempeño para desmentirlas o para afianzarlas. Pero los electores ya dieron vuelta a la página. Por eso caen tan fácilmente en la siguiente elección a su seductor ofrecimiento de cifras.

Quizás en los tiempos modernos esta ha sido la elección presidencial en la que más polémica han causado las casas encuestadoras y los medios que difunden sus resultados. Una corriente dice que tendría que haber una encuesta de encuestas organizada por el Instituto Federal Electoral (IFE), pero aquellos que cuestionan la probidad del organismo electoral no estarán muy contentos con la idea.

La pregunta sigue sin respuesta: ¿Qué hacer con las encuestas?

Redacción/SinEmbargo

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