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Jorge Zepeda Patterson

20/12/2015 - 12:03 am

Y sin embargo, sucede

El azar y la improbabilidad tienen maneras caprichosas de expresarse pero cuando lo hacen terminan por imponerse y trastocar el orden lógico en el que transcurre nuestras vidas.

Pablo Iglesias, el político  ciudadano. Foto: EFE
Pablo Iglesias, el político ciudadano. Foto: EFE

Enamorarte de quien no debes, el gol contra toda probabilidad, la piedra que tumba a Goliath, el encuentro inesperado que cambia tu profesión. El azar y la improbabilidad tienen maneras caprichosas de expresarse pero cuando lo hacen terminan por imponerse y trastocar el orden lógico en el que transcurre nuestras vidas. Por suerte (y nunca mejor dicho).

La trayectoria de los pueblos, como la de los individuos, debe tanto a los imponderables surgidos de la “surrealidad” que al producto de la lógica. Porque no es lógico que un afroamericano haya conquistado la Casa Blanca en un país con las dosis de discriminación que padece Estados Unidos. Las oscuras leyes del azar que llevan al Barcelona o al Real Madrid a perder ocasionalmente frente a un equipo modesto son las mismas que permitieron que el PRI aceptara dejar el poder en el 2000, ante la sorpresa de propios y extraños.

Más improbable aun resulta el inesperado triunfo de “El Bronco”, Jaime Rodríguez, en las pasadas elecciones por la gubernatura de Nuevo León, en contra de las maquinarias del PRI y el PAN. Un resultado que apenas un año antes habría sido tachado de absurdo o inverosímil.

Desde luego, a toro pasado siempre hay razones para explicar una derrota del Real Madrid, el triunfo de Obama o el ascenso de un candidato independiente a la entidad más próspera del país. Pero ninguno de estos desenlaces podía haberse previsto antes de que se gestara.

Este domingo Podemos y Ciudadanos, dos organizaciones surgidas recientemente, disputan en las urnas el poder al Partido Popular y al PSOE. Nadie en su sano juicio habría anticipado apenas hace dos años que los grandes partidos que han dominado la escena española durante más de tres décadas pudieran ser amenazados por estos advenedizos. Los sondeos hacen suponer que ni Podemos ni Ciudadanos desplazarán del poder al gobernante Partido Popular, pero serán duros contendientes. Más importante aún, ambas organizaciones cambiaron ya el espectro político de España. Podemos ha trastocado al PSOE y Ciudadanos al Partido Popular. El primero ofrece una versión de izquierda más joven y fresca que el partido socialista; mientras que Ciudadanos, desde la derecha, ha obligado al partido de Rajoy a lavarse la cara ante los duros cuestionamientos de corrupción.

Obvio decir que los efectos que el azar produce no aseguran un desenlace afortunado. A nadie se le desea un encuentro con una bala perdida o quedar en silla de ruedas por cortesía del chofer de un metrobús irresponsable. El PRI se fue para regresar doce años después y algunos piensan que durante el interludio no nos fue mucho mejor. El desparpajo de “El Bronco” constituye un viento fresco en el anquilosado y burocrático entorno político nacional, pero fácilmente podría derivar en una administración caprichosa e irresponsable.

Y sin embargo, todos requerimos de vez en cuando de esas sacudidas inesperadas. Gracias a estas crisis los sistemas se depuran y se reciclan. Las contingencias sacan lo peor y lo mejor de nosotros, pero ayudan a movernos de las rutinas paralizantes y las demandas insatisfechas. Y en ocasiones es la única forma que la vida encuentra para romper un orden de cosas que ha agotado sus posibilidades.

Imposible saber qué nos deparará el 2016 en materia de imponderables. Pero cuando veo la cerrazón de la vida pública y el fracaso de la clase política para entender (ya no digamos resolver) los reclamos de los ciudadanos, me permito abrigar esperanzas en el poder de la improvisación. Me queda claro que el sistema no va a curarse por sí mismo. Los miembros de la élite tienden a protegerse pertenezcan a un partido u a otro, o ejerzan desde una silla de la Suprema Corte, una curul o un ministerio. Habrá que seguir intentando un cambio, pero no estaría mal que el azar colaborara echándonos una manita para sacudir conciencias y despejar el aire enrarecido de los espacios cerrados.

Y en lo personal, veo a tantos atrapados en rutinas vacías y frustradas que sólo espero que cuando la improbabilidad toque en nuestras puertas tengamos la capacidad de entenderlas y aprovecharlas. Las crisis son las verdaderas parteras de una vida mejor, o al menos diferente. Felices fiestas.

Jorge Zepeda Patterson
Es periodista y escritor.

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