Todos los días nos enteramos de accidentes fatales ocurridos en las carreteras mexicanas en los que el causante fue un tráiler. Todos los días. En todos los noticieros de radio y televisión. En los diarios. Vemos fotografías, videos. Escuchamos testimonios, relatos. 

Aterra, por Dios.

El ya próximo 10 de octubre se cumplirá un año de que la mesa directiva de la Cámara de Diputados retiró repentina e inopinadamente de la sesión de ese martes la discusión de la reforma que buscaba prohibir la circulación de tráileres de doble remolque por las carreteras del país, que estaba en el orden del día.  

Días antes, en atención de varias iniciativas presentadas por diputados federales, se había llegado por fin a un consenso entre los diferentes partidos –a pesar de las habituales presiones de los poderosos transportistas–, para adoptar una medida que existe en la mayoría de países del mundo. 

Sin embargo, la reforma a la Ley de Caminos, Puentes y Autotransporte Federal, que prohibía la circulación en carreteras y caminos del territorio nacional, unidades de autotransporte de carga con doble articulación, remolques o semirremolques, se detuvo de pronto. No hubo ninguna explicación acerca de las causas de tan sorpresiva decisión. Nunca desde entonces se ha vuelto a abordar el tema en el Congreso. Como si una mano misteriosa hubiera metido el freno. 

Desde entonces, otros mil 200 mexicanos han muerto en accidentes carreteros provocados por tráileres, sobre todo de doble remolque. Personas comunes, inocentes. Niños. Familias enteras. 

Las estadísticas del Inegi indican que en México hay 561 mil unidades de autotransporte de carga. Más de cinco mil personas mueren cada año por accidentes viales. En más de mil 600 de esos descensos se ve involucrado algún tráiler, especialmente de doble remolque. Sin embargo, hay otros datos: el Instituto Mexicano del Transporte reporta que de 30 mil accidentes anuales, el tracto camión doblemente articulado participa en tres por ciento de los casos, genera 2.2 por ciento de fatalidades y 1.6 por ciento del total de lesionados. Es decir, ese tipo de vehículos provoca cada año la muerte de no menos de tres mil 600 mexicanos y deja lesiones a otros cuatro mil 800. Muchos de ellos quedan incapacitados de por vida. México ocupa el séptimo lugar en el mundo por el mayor número de accidentes carreteros, según la ONU.

Sabemos que en Estados Unidos y muchos otros países del mundo está prohibida la circulación de tráileres de doble remolque, por ser altamente peligrosos. Además, el transporte de carga está sujeto a estricta regulación, que incluye límites al peso de carga, sanciones millonarias a infractores y penas de prisión, como es en el caso de Gran Bretaña, Canadá, Francia y Alemania.

No ocurre así en México, obviamente. A pesar de incontables denuncias y de no pocas iniciativas de ley para reglamentar el tema, siguen siendo permitidos los tráileres de doble remolque y se mantienen altos tonelajes máximos permitidos, los cuales además se violan de manera cotidiana. Por lo demás, es prácticamente nula la aplicación de sanciones a los infractores por parte de las autoridades y abundante la corrupción a través de las “mordidas”. Antes era la Policía Federal de Caminos. Hoy es la Guardia Nacional. Lo mismo. 

La responsabilidad directa recae por supuesto en la hoy Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SITC), que debiera ejercer la estricta supervisión de esos vehículos en las carreteras del país, con el apoyo ahora como decía antes de la Guardia Nacional. La trágica realidad demuestra que no es así.

Frecuentemente se culpa a los choferes de los accidentes. A menudo efectivamente actúan de manera irresponsable, sin precaución, a exceso de velocidad. Pero los verdaderos culpables –asesinos– son otros. Los dueños de las unidades de carga obligan a sus conductores a jornadas extenuantes. No los capacitan adecuadamente. Tampoco les dan debido mantenimiento a las unidades. Emplean llantas en mal estado, para ahorrar, y no revisan el sistema de frenado. Los sobrecargan de manera ilegal, pero todo lo arreglan con mordidas. Y son absolutamente impunes.

Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), alerta que la fatiga de los conductores de estos vehículos, es causa preponderante en accidentes. “Casi todos los países regulan la cantidad de horas al volante y los tiempos de descanso para los choferes comerciales; pero en México no existen límites legales sobre tiempos de manejo continuo”.

Los choferes son irresponsables. Los transportistas dueños de las unidades son criminales. Las autoridades son omisas. Los legisladores son indolentes. Todos, en una u otra forma, son corruptos. Y mientras tanto, este día ocurrirán nuevos accidentes con tráileres que cobrarán más y más vidas. Válgame.   

DE LA LIBRE-TA

AGARRÓN…. CON SEGURIDAD.  La designación por obvio “dedazo” de Omar García Harfuch como candidato de Morena a la Jefatura de Gobierno de Ciudad de México es una decisión electoralmente acertada. El exsecretario de Seguridad Ciudadana capitalino es el más calificado para enfrentar al candidato del Frente Amplio por México, que muy probablemente sea el Actual alcalde panista de Benito Juárez, Santiago Taboada Cortina. El tema central de la contienda será la seguridad pública. El hijo de Javier García Paniagua, nieto del General Marcelino García Barragán, deja buenos resultados en la materia, con sus asegunes. Taboada Cortina logra con su innovadora y exitosa estrategia BlindarBJ que los habitantes de su demarcación sean los que se sienten más seguros en toda la capital, y segundos en el país. El morenista tendrá, como su jefa, todo el aparato del Estado a su favor. El frentista, el arrastre de Xóchitl Gálvez.  Se va a poner bueno. 

@fopinchetti

Francisco Ortiz Pinchetti

https://www.sinembargo.mx/author/franciscoortiz

Fue reportero de Excélsior. Fundador del semanario Proceso, donde fue reportero, editor de asuntos especiales y codirector. Es director del periódico Libre en el Sur y del sitio www.libreenelsur.mx. Autor de De pueblo en pueblo (Océano, 2000) y coautor de El Fenómeno Fox (Planeta, 2001).

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