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Jorge Alberto Gudiño Hernández

26/05/2024 - 12:01 am

Consecuencias de la polarización

“Resulta perturbador que, desde ahora, ya se estén señalando como culpables a los votantes”.

“A lo que voy es a lo difícil que es juzgar a alguien por su intención de voto”. Foto: Gabriela Pérez, Cuartoscuro

El otro día unos vecinos se pelearon. Primero fueron gritos, luego se amenazaron, llegó uno de los hijos a defender a su madre y casi se agarran a golpes. Lo impidió la intervención oportuna de otro vecino. Las razones de la pelea eran tan claras como simples: unos apoyan a una candidata, los que viven enfrente a la otra. Casi como ejemplo de libro de texto. Dos posturas del mundo separadas por escasos metros. Dos posturas que, además, apenas requieren asomarse a sus ventanas para allanar un poco de la intimidad de los otros (con este calor, ventanas y persianas están abiertas).

Es claro que cualquiera tiene derecho de elegir a su candidato. Las filias y fobias políticas suelen estar abonadas con razones, aunque no las compartamos. Cada quien es libre de apoyar a quienquiera. Ya sea porque se convenció a partir del hecho de que este sexenio o algún otro le fue bien, ya por las razones contrarias. Las razones de los votantes no siempre están sustentadas por argumentos racionales impecables, pues la emocionalidad, la experiencia, los sentimientos y la empatía o antipatía también operan en la ecuación.

A lo que voy es a lo difícil que es juzgar a alguien por su intención de voto. Uno no conoce sus circunstancias a cabalidad ni las razones que cada uno esgrime en su interior. Ejemplo de esto son los dos comunicados firmados por muchos intelectuales, académicos y demás personalidades. Se apoya a ambos bandos y se hace por diferentes conveniencias. ¿Son más inteligentes los unos que los otros? A saber: algunos sí y algunos no. ¿Sus intenciones son desinteresadas porque su preocupación real es el futuro del país? A saber: algunos sí y algunos no (no seamos tan ingenuos como para apostar por su probidad). ¿Lo hacen con una intención política? Sin duda.

A muchos nos queda claro que el país está mal, ha estado mal y seguirá estando mal, gane quien gane. La esperanza se diluye y, si acaso algo queda de ésta, tiene que ver más con el optimismo que con elementos demostrables. Una lástima en todo caso.

Y es en este punto donde convergen la pelea de mis vecinos, las intenciones de los abajofirmantes y la demostrabilidad.

Llevo semanas escuchando, de forma directa o velada, una acusación perversa: si alguien vota por A o B, gana A o B y al país le va mal, entonces la culpa será del votante. De ése que decidió tachar una casilla en lugar de la otra. Sobra decir que quienes condenan las posibilidades son los mismos que, en su momento, también votaron por X o Y, cuando ganó X o Y y al país le fue mal. Ahora se lavan las manos y no aceptan una culpa que no dejan de señalar. Como si el pasado fuera menos en relación con el futuro (que podría serlo), considerando que ese futuro está fundado en dicho pasado.

Estoy cierto de que cada quien es libre de votar por quien quiera (no por nada es un derecho), que cualquiera puede intentar convencer a otros de sus preferencias. Sin embargo, resulta perturbador que, desde ahora, ya se estén señalando como culpables a los votantes. Como si, en cualquiera de los casos, se tuviera una mayor estatura moral y la capacidad de otear mucho más lejos en el horizonte del futuro mientras, para no avergonzarse, se oculta el pasado.

Quedan pocas esperanzas y lo lamento. El país está en una situación muy frágil y complicada. Ojalá entendamos lo poco que nos beneficia querer reprocharle al otro el sentido de su sufragio. Ojalá.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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