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Juan Gabriel, dos años sin el Divo de Juárez: Garibaldi lo recuerda con misa, concierto y canciones

28/08/2018 - 12:00 am

Todas las canciones de Juan Gabriel suenan siempre, pero hoy más que nunca. El 28 de agosto de 2016 se apagaba para siempre la vida de Alberto Aguilera Valadez. Tenía 66 años y unas ganas de vivir tremendas. Fue sorpresivo su fallecimiento y para nosotros, los mexicanos, algo difícil de aceptar.

Ciudad de México, 28 de agosto (SinEmbargo).- Le decimos Juan Gabriel a su albacea y él habla de Alberto Aguilera Valadez (1950-2016). Difícil restablecer esa distancia entre su nombre auténtico y su conocido “Juanga”, el artista que durante 45 años de trayectoria se dedicó a construir y alimentar la esencia de la identidad nacional.

El también llamado “Divo de Juárez” hace dos años que se murió, a causa de un infarto fulminante, fruto de su colesterol malo y su diabetes.

¿Podría haberlo previsto? Hay que normalizar los niveles de azúcar en la sangre y también a controlar las cifras de presión arterial, colesterol y triglicéridos, pero hace dos semanas había sufrido una neumonía y estaba muy cansado.

“El señor Alberto era muy ordenado hasta últimas fechas, él siempre estuvo apegado al naturismo, de hecho el practicaba mucho la orinoterapia, por eso fue que se mantuvo. A últimas fechas lo vi desordenado en su alimentación, lo vi comiendo de todo. No consumía alcohol, no fumaba. Estaba convencido que muchas de las enfermedades se debían a las emociones”, relató el médico Daniel Aquino Moncada.

“A Iván yo siempre le había comentado que había que estarlo hidratando, tomando descansos”, dijo el médico, al señalar que su hijo Iván “lo presionaba mucho en el trabajo”.

De acuerdo al albacea, Guillermo Pous, es precisamente Iván, el único heredero de Juan Gabriel.

Licenciado en Derecho por el Centro de Estudios Universitarios, Pous es especialista en Derechos de Autor y Derechos Conexos vinculados con las industrias del arte, comunicación, cultura, deportiva, editorial, entretenimiento, publicidad y de la tecnología y el único que puede responder por los negocios póstumos de Juan Gabriel, nacido el 7 de enero de 1950 en Parácuaro, Michoacán.

Según Pous “no hay otro testamento del señor Alberto”, mientras que Joao Aguilera, que asegura ser hijo de Juan Gabriel acaba de pedir la nulidad de la herencia y están a días que se dicte sentencia en segunda instancia.

Iván Aguilera es el heredero universal de Juan Gabriel. Foto: YouTube

“La voluntad de don Alberto es la que debe prevalecer, independientemente de a quién le guste o no que haya dejado tal o cual cosa. Lo que llama la atención es que los otros tres hijos de Juan Gabriel no se han peleado ni reclamado absolutamente nada porque respetan a cabalidad la decisión de su papá”, dijo el albacea.

Los bienes son los derechos de sus grabaciones, las casas que tenía, los vehículos y todo el acervo musical, de los cuales pronto se presentará el tercer álbum de Dúos, pendiente de publicación.

A DOS AÑOS DE SU DESAPARICIÓN

Hoy se recuerdan dos años de su desaparición, a los 66 años, de quien es considerado el mejor letrista de canción romántica que haya dado este país después de José Alfredo Jiménez (1926-1973).

Todavía se ve en la red su serie Hasta que te conocí, producida por Telemundo, aunque mucha gente dice que hace falta un programa que rinda real homenaje a lo que fue la vida y obra de Juan Gabriel.

Por lo pronto, habrá una segunda temporada de la bioserie, basada en entrevistas que se le hicieron al cantautor y textos escritos por él mismo.

Hay películas como Noa Noa y Es mi vida que fortalecieron el mito de uno de los artistas más queridos por el pueblo mexicano y a la vez muy popular en otras naciones latinoamericanas, donde también había alcanzado el rango de ídolo de masas.

En 2014, Teresa Suárez presentó la fallida ¿Qué le dijiste a Dios?, un filme de pobre factura con 14 canciones de Juan Gabriel, especie de comedia musical que celebraba la existencia de las empleadas domésticas, “personajes entrañables de la casa a quien solemos dejar en el olvido”, según dijo la directora en una conferencia de prensa.

Pero es precisamente cerrar su historia en una sola clase social es equivocarse con el destino de Juan Gabriel, tal como lo describe Guillermo Fadanelli en un escrito especial para el libro de la revista Quién.

“El cielo se ha caído, vomitado y reído varias veces desde que aquel joven nacido en Parácuaro, Michoacán, en 1950, fuera llevado a Ciudad Juárez por su madre, Victoria Valadez y se trocara en un Lazarillo de Tormes y en una calamidad infantil: el más pequeño de diez hermanos, la cola del cometa, el residuo que se deja después de una vasta comilona. Así ha sido siempre: los últimos que se jodan. Y por esa razón ellos mismos se avocan a la maldad, aunque ésta sea pasajera. Juan Gabriel es inquilino de un internado del que escapa a los 13 años (“Ya no aguanté. La libertad es un deber, por eso me salí”). A los 21 años es encarcelado en Lecumberri debido a una acusación de robo. Entre ambos periodos se acomoda y trabaja donde puede, vendedor de artesanías, de burritas, cantante y trotavidas. En busca de ayuda todas las veces, de tutores que lo arropen, de rastreadores de talento capaces de reconocer en él lo que de todas maneras ha de ser en el futuro. La picardía y la pobreza se estrechan las manos, la vocación necia y la corriente en sentido contrario. Un siglo atrás, un escritor hoy casi desconocido, Carlos Díaz Dufoo, escribió lo siguiente: “Habría dado cualquier cosa por una creencia elemental, por una afirmación biológica, por un pequeño refugio, animal y seguro.” Les parecerá risible y fuera de lugar, lo es, pero este aforismo —que ocurre en otro sentido—me ha hecho recordar al joven Juan Gabriel cantando en su amado Noa Noa de Ciudad Juárez”.

“Después de muchos episodios de necesidad trágica, la fortuna, jamás prostituta, comienza a rodar en otro sentido y la fama crece, al principio ligera, después glotona y gorda, pero todas las veces real y ligada al sentimiento genuino de un público dispuesto a complacerse y a otorgarle voz a su intimidad. A Juan Gabriel nadie le ha dicho qué debe hacer para ser él mismo: él se planta y crece sin barreras allí donde lo pongan, sea en la mesa de una fonda, en el escenario de un cabaret, o delante de una sinfónica nacional. Él sólo sigue sus propios pasos. Las lágrimas y la lluvia se confunden y se unen dentro de una metáfora acuosa y, de tan violada, virginal. “Lloviendo está / y a través de la lluvia / hay un triste adiós / y un amor termina / mis lágrimas no miras / la lluvia las confunde / y aunque yo estoy llorando / por mí no te preocupes.” ¿Cómo es que logro recordar esta canción si han pasado casi cuarenta años desde que la escuché por primera vez? Porque nadie se halla a salvo de las tormentas que acosan la memoria: a su paso siempre un vaso se quiebra o el techo de una casa se viene abajo, un perro se moja resignado, o alguien grita desde una ventana. Y es que cuando Juan Gabriel y sus intérpretes vendían millones de discos y aquellas canciones devoraban la radio en los años setenta, yo no encontraba todavía refugio en un gusto musical definitivo. Y si hubiera encontrado tal refugio éste se habría visto interrumpido ya que en cualquier taxi, en la televisión o en las bocinas del transporte urbano la melodía popular se imponía en la sensibilidad, como un tatuaje marchito. Un ejemplo: ¿Qué clase de ser sensible, enamoradizo y sin educación podría hacer a un lado del camino la voz de Roberto Jordán cuando cantaba “No se ha dado cuenta”, del compositor Alberto Aguilera: “De una chica yo estoy enamorado / pero nunca le he hablado por temor / tengo miedo que ella me rechace / o que diga que ya tiene otro amor / No se ha dado cuenta que me gusta / no se ha dado cuenta que la amo / que cuando pasa la estoy mirando / que estando despierto la estoy soñando.” Yo no logré desalojar de la memoria tales arrebatos líricos; ni tampoco lo hicieron mis tías lloronas, ni mi abuela que tomaba tequila, ni las sirvientas que barrieron los pisos en casa de mis padres a los largo de sus años de supuesta bonanza. Y mientras los Sex Pistols y Jimi Hendrix se alzaban en mi horizonte como un símbolo futuro, un horizonte caótico, negro y drogadicto, yo parecía no darme cuenta de que la música de Juan Gabriel sonaba a mi espalda y bajo la tierra, en las taquerías y en las bocinas de una feria itinerante, como el murmullo de un buen diablo que apenas si comienza a asomarse”, dice.

“Vendía millones de discos”, dice Fadanelli y es cierto. A este hombre que le gustaba el pan con nata y canela y cuyo número de la suerte era el 7, cualquier cosa que grabara iba a ser negocio. Un año antes presentó el primer disco de Dúos y vendió 50 mil de ejemplares en un sistema donde no se venden discos. Daba muy pocas notas a los periodistas. No hacía falta. Él estaba metido en el corazón del pueblo.

A dos años de su muerte, la Academia, programa que se ha restablecido en Televisión Azteca con la conducción de Adal Ramones, le rindió un homenaje al “Divo de Juárez”.

Ganó 17 premios Billboard, tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, grandes artistas han grabado canciones suyas, como: Rocío Durcal, Daniela Romo, Lucha Villa, Vicente Fernández, Pedro Beltrán y ahora, a dos años de su desaparición es Cristian Castro quien ha hecho un disco en homenaje.

Se llama Mi tributo a Juan Gabriel y el cantante estrenó en YouTube el video “He venido a pedirte perdón”, que ya tiene 250 mil reproducciones.

El disco cuenta con 12 canciones con canciones como “Yo no nací para amar”, “Adiós amor, te vas”, “Siempre en mi mente”, “Abrázame muy fuerte amor”, entre otras.

El disco de homenaje de Cristian Castro a Juan Gabriel. Foto: Sony Music

Juan Gabriel fue el primer cantante popular en presentarse en Bellas Artes junto con la Orquesta Sinfónica Nacional y hay dos días dedicados en los Estados Unidos para él: 5 de octubre en Los Ángeles y 17 de diciembre en las Vegas.

Hoy también habrá un homenaje en la Plaza Garibaldi y escucharemos sus canciones con una melancolía por el reflejo de la felicidad perdida, haciendo memoria por sus trajes brillantes y su entrega de “performer” en los escenarios.

En el homenaje participarán Fernando Cravioto, Rocío de la Vega, “La Yago”, Aarón Rivera, “Chente de Garibaldi” (Fernando de la Cruz), Carlos Zarco, Karen Kristal, Javier Cuevas, Itzel Lizarraga, Alex Colucchi, José Gabriel, Axel Núñez, Letizia San Román, Paloma Reyes, Elvis Vázquez, Luisa Verónica y Fausto Villagrán.

Las actividades darán comienzo con una misa, que está programada a las 11:00 horas, misma que precederá el arranque del espectáculo musical a las 12:00 del día.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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