INVITADO | Barry Seaman, viene a saludarme: César Silva Márquez

30/01/2016 - 12:01 am
Esta noche, entre nosotros hay alguien muy especial para mí, un amigo que ha venido del sur de la frontera y hoy necesita de mi atención y por consiguiente de la atención de ustedes. Foto: Facebook
Esta noche, entre nosotros hay alguien muy especial para mí, un amigo que ha venido del sur de la frontera y hoy necesita de mi atención y por consiguiente de la atención de ustedes. Foto: Facebook

El mundo existe gracias a la invención de los engranajes, que si no hubiera sido por tal invento el mundo no se movería, no estaría respirando

Ciudad de México, 30 de enero (SinEmbargo).- Más allá de que me guste o no la novela 2666, del ya mítico (para unos) Roberto Bolaño, entre los aciertos que puedo señalar encuentro a Barry Seaman, un orador negro que el periodista Oscar Fate acompaña cierta noche hasta uno de tantos templos en Los Ángeles, California.

Ahí, Oscar Fate es testigo del gran discurso que va soltando el viejo Seaman ante una congregación que parece ansiosamente esperar su alegato –entre otros temas– sobre el Dinero, el Peligro y las Estrellas.

He releído esta parte más de una vez, y me gusta pensar que un día llegaré a ese templo en Los Ángeles para yo mismo ser testigo de sus palabras. Una tarde escribí lo siguiente: – Hermanos, nos dice Seaman desde el púlpito a los congregados en un templo de Los Ángeles, muy cerca del Parque Rebeca Holmes, esta noche voy a tratar dos temas, dice y levanta su mano derecha y con los dedos índice y medio forma el signo de la paz.

Esta noche, entre nosotros hay alguien muy especial para mí, un amigo que ha venido del sur de la frontera y hoy necesita de mi atención y por consiguiente de la atención de ustedes. Pienso en lo que les voy a decir y miro los ojos de mi amigo y sólo me viene a la cabeza una cosa. Barry dice que el mundo existe gracias a la invención de los engranajes, que si no hubiera sido por tal invento el mundo no se movería, no estaría respirando. La memoria, por ejemplo, está formada por un juego de engranajes, el fuego que brota de un encendedor es gracias a una piedra en forma de un engranaje que pudiéramos llamar corona, al igual que el tiempo y las motocicletas, ahora mismo les digo que desconfíen de aquello que no se mueva por engranajes, dice y señala a la concurrencia como advirtiendo de un gran peligro. Pero la memoria es lo que mantiene unido este mundo. La repetición del engranaje en movimiento. Cuando dice uno buenos días o buenas noches, cuando uno da la mano para saludar o cuando uno prepara algún platillo en la comodidad de la cocina, es el mecanismo de coronas y piñones funcionando a su mayor potencia. Y así como cada quien tiene una voz específica, ronca o suave o fuerte, uno tiene una memoria única.

No es lo mismo la memoria de un cantante a un poeta o de un actor a un administrador o un abogado. Cada cual nació con la memoria que requiere para hacer su trabajo. El poeta al escribir siempre evoca, al igual que el actor cuando da la mano y da los buenos días, dice Barry Seaman y se aclara la garganta y mira un segundo al suelo.

Un mes después de salir de la cárcel del condado de Santa Cruz, me llamó Marius Newell, yo vivía cerca de la carretera y desde la ventana veía pasar los autos al lado de la costera y me dijo mira, Barry, me hice de una motocicleta que necesito que veas, y colgamos, treinta minutos después, mi viejo amigo, el mismo que me había acompañado a cada uno de los mítines con Los Panteras Negras y el mismo que murió en un altercado con la policía años después, llegó a casa en aquella belleza, una Iron-head negra de 1964 y me dijo sube y me subí y llegamos hasta la frontera en menos de dos horas, el aire fresco al principio se tornó helado mientras el sol caía, pero el clima nos importó muy poco.

2666, la novela de Bolaño que entre otras cosas cuenta la historia de Barry Seaman. Foto: Especial
2666, la novela de Bolaño que entre otras cosas cuenta la historia de Barry Seaman. Foto: Especial

Esa vez no cruzamos, solo nos quedamos a la orilla de la costera viendo las luces opacas y rojas sobre los cerros en México y el negro cielo al oeste donde se encontraba el mar. Entre tantas cosas, hablamos de cuando teníamos trece años y pensábamos que la vida sería maravillosa a los veinte y tendríamos un jardín grande en una casa grande de Santa Mónica. Y ya se pueden imaginar que lo único que estábamos haciendo era recordar películas viejas, donde ni siquiera los negros aparecíamos en ellas, pero eso queríamos hacer. Luego, volvimos a montar aquella belleza y regresamos a Santa Cruz donde sucedió algo: la motocicleta al pie de la casa dejó de funcionar, primero hizo un ruido desgarrador, como hace el hierro contra el hierro. La motocicleta estuvo en mi garaje dos días hasta que después de regresar del trabajo me encontré a Marius con las manos y su camiseta blanca de tirantes llenas de grasa. Me dijo fueron los engranajes y me mostró uno de ellos partido en dos. Pasaron dos días más hasta que la motocicleta comenzó a moverse de nuevo, dice Barry Seaman y vuelve a aclararse la garganta. El tiempo es memoria -agrega- y la memoria está representada en los engranajes de sus relojes, dice y guarda silencio y mira hacia el piano vacío al fondo del escenario antes de continuar.

En el sesenta y siete, junto con Marius Newell, viajé a México. Mi madre estaba enferma y la medicina sólo podía obtenerla a buen precio allá abajo. Era octubre y la arena de la playa estaba fría. De inmediato entendimos, Marius Newell y yo, bajo el resol de la tarde y sobre la arena compacta y picante, que aquella playa había sido golpeada con insistencia por el tiempo. En ese instante la playa nos reveló el origen. El principio de las cosas. El polvo cósmico que comprende la Vía Láctea, las células y los huesos de los dinosaurios encontrados en Argentina y California y los huesos de los primeros hombres al otro lado del océano. De eso platicamos Marius Newell y yo aquel día de octubre. Luego, ya de regreso a casa, pensé en la arena de Santa Mónica y sus secretos y en los secretos que guarda el desierto de Chihuahua que se extiende hasta Texas y toca la frontera con Arizona. Y según los que saben, si pudiéramos moler la Tierra completa y volverla tan fina como la arena, el total de granos que se obtendría no sería suficiente para contar las estrellas del universo. Y eso me hace pensar en que cada grano de arena es como cada punto que erige una línea, para entonces con cierta cantidad de líneas crear una superficie, para así darnos forma a mí y a ustedes, hermanos. Esa tarde, en la playa de Ensenada le tendí la mano a Marius Newell para ponerse de pie y salir de México cuanto antes, el sol ya bajaba y desde la costera, sobre los riscos al fondo, podíamos distinguir algunos leones marinos tomando aire. Hay lugares en la Tierra donde la arena es escasa, por ejemplo en Mississippi, donde hay puro fango y donde el cielo estrellado de la noche es interrumpido por las nubes constantes y abultadas en agosto y octubre. Así como la arena en agosto es la más cálida del año, en octubre y marzo, al soplar el aire, las nubes son de una arena fina que nos impide ver más allá de los aviones en vuelo. Y ya para terminar, como es costumbre, les quiero dar una receta de cocina que aprendí de mi madre y que ella a su vez la aprendió de su madre cuando vivían en El Paso, Texas, y que, por si fuera poco, es donde mi amigo, ahora presente y con los brazos cruzados ahí abajo, ha vivido desde todo el tiempo.

Entonces, Barry Seaman se vuelve un punto blanco como los faros de un auto estacionado sobre la carretera visto desde un retrovisor. Pienso que ese hombre, a pesar de la edad aún corpulento, me guiña el ojo desde un púlpito imaginado.

Quién es César Silva Márquez: Nació en Ciudad Juárez, Chihuahua, el 10 de julio de 1974. Poeta. Fue miembro del taller del INBA bajo la dirección de Jorge Humberto Chávez. Textos suyos y traducciones han aparecido en revistas nacionales y extranjeras. Becario, en tres ocasiones, del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Chihuahua. Premio Binacional de Novela Joven Frontera de Palabras (Border Words) 2005 por De mis muertas. Premio Bellas Artes de Cuento San Luis Potosí  por Hombres de nieve. Premio Bellas Artes de Novela José Rubén Romero 2013 por La balada de los arcos dorados. Su trabajo ha sido incluido en las antologías El manantial latente, Tierra Adentro, 2003; Árbol de variada luz, Universidad de Colima, 2002; Generación del 2000, Tierra Adentro, 2001 y el libro colectivo El silencio de lo que cae, UNAM, El Ala del Tigre, 2000.

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