PULSO DE SAN LUIS POTOSI

Salomé Ortiz, activista de 85 años y ganadora del “Mujer del Año 2017” en SLP, vive entre pobreza y enfermedad

30/09/2017 - 11:00 am

La mujer de 85 años, quien ganó entre abogadas, académicas y otras profesionistas, es un prodigio de la lucha social, de acuerdo con Yolanda López, porque en el pueblito donde vive, los beneficios los ha conseguido ella.

La activista Salomé Ortiz Marchant. Foto: Pulso

Por Miguel Barragán

Guerrero/Ciudad de México, 29 de septiembre (ElSur/SinEmbargo).- Doña Salomé Ortiz Marchant vino a Valles a operarse de las cataratas que sufre por su vejez. Ella fue galardonada como la Mujer Potosina del Año 2017 y no sólo vive en extrema pobreza, sino que no la han atendido en la petición que hizo de una silla de ruedas para su esposo diabético.

Yolanda López de la Rosa ayer estaba entre los que esperaban para ser llamados a cirugía de cataratas en la Uneme de Ciudad Valles.

Ella trabaja para la instancia de la mujer en Villa de Ramos, municipio que tiene enclavado en el más frío semidesierto el pueblito de Salitral de Carrera, la cuna de doña Salomé Ortiz, quien el pasado 8 de marzo fue laureada con el premio a la mujer potosina más destacada de 2017 y quien ni siquiera posee una casa propia. Es más, ni siquiera una cama decente donde descansar sus cansados huesos de 85 años de edad es de su propiedad.

La mujer, quien ganó entre abogadas, académicas y otras profesionistas, es un prodigio de la lucha social, de acuerdo con Yolanda López, porque en el pueblito donde vive, los beneficios los ha conseguido ella.

Por ejemplo, sin ser luchadora social, ni andarle birlando dinero a agremiados de ningún frente o unión campesina, investigó y gestionó tierras para decenas de ejidatarios de su pueblo.

Además, Salitral de Carrera tiene agua gracias a que doña Salomé Ortiz arregló con el Municipio y otras instancias la colocación de un pozo y su bomba de extracción, en medio de los vientos helados de su pueblo.

En fecha reciente hizo que hubiera sacerdotes católicos para oficiar misa en su pueblo y se erige como asesora en cuestiones que tienen que ver con pláticas prenupciales y para papás que están por bautizar a su retoño. Nada la detiene y eso que no sabe leer ni escribir.

“Ojalá le ayudaran un poco, ella es muy grande, muy importante y ayuda a todo mundo sin pedir nada”.

El día que le entregaron el premio a la Mujer del Año pidió que se le regalara una silla de ruedas para su esposo, mutilado por la diabetes, pero hasta la fecha, ninguna autoridad le ha cumplido.

“Ella no tiene casa. Vive con uno de sus hijos. No tienen ni una cama buena dónde dormir. Está muy fea la que tiene. A todos les ha dado, pero ella no tiene nada, sólo el reconocimiento que le dieron el ocho de marzo”.

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