Cierra el “changarro” a tiempo: Trabajar más de 55 horas semanales aumenta el riesgo de un segundo infarto

31/03/2021 - 2:27 pm

Un estudio señala que trabajar muchas horas se asocia a un riesgo aproximadamente dos veces mayor de sufrir un segundo infarto.

MADRID, 31 Mar. (EUROPA PRESS).– Entre los pacientes que se reincorporan al trabajo después de un infarto, los que trabajan más de 55 horas semanales, en comparación con los que tienen un trabajo medio a tiempo completo de 35 a 40 horas semanales, aumentan sus probabilidades de sufrir un segundo infarto en aproximadamente el doble, según un estudio de cohorte prospectivo publicada en el ‘Journal of the American College of Cardiology‘.

Los datos de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) estiman que 1 de cada 5 trabajadores de todo el mundo trabaja más de 48 horas a la semana. Estudios anteriores han encontrado una asociación entre trabajar muchas horas y un mayor riesgo de enfermedad coronaria e ictus. Este es el primer estudio de este tipo que examina el efecto de las largas jornadas laborales y el riesgo de un segundo evento cardiovascular entre los pacientes que vuelven a trabajar tras un primer infarto.

“El estudio de las largas jornadas laborales y los factores de estrés en el trabajo sirvió para determinar el grado de hostilidad del entorno laboral y el grado de estrés potencial que podía sufrir un participante –afirma el doctor Xavier Trudel, investigador del Centro de Investigación del CHU de Québec-Université Laval, en Canadá, y autor principal del estudio–. Una vez que se introducen ambos factores, aumenta notablemente el riesgo de que se produzcan eventos recurrentes de enfermedad coronaria”.

El estudio reclutó a 967 pacientes de 30 hospitales de Quebec (Canadá) entre 1995 y 1997. Los pacientes tenían antecedentes de infarto de miocardio, eran menores de 60 años, tenían un trabajo remunerado en el año anterior a su infarto y tenían previsto volver a trabajar.

Un riesgo de un segundo infarto es menor en quienes tienen jornadas de 35 a 40 horas. Foto: EFE

A lo largo de los seis años siguientes se realizaron entrevistas y cuestionarios de seguimiento para evaluar las tasas de reingreso en el hospital, los episodios de cardiopatía coronaria y los factores de riesgo del estilo de vida, las exposiciones físicas o químicas en el trabajo (tabaquismo, productos químicos, contaminación, ruido, calor o frío excesivos y esfuerzo físico), el entorno laboral y el total de horas de trabajo semanales.

En función de sus horas de trabajo semanales totales, se clasificó a los participantes en cuatro categorías 1) a tiempo parcial (21-34 horas/semana), 2) a tiempo completo (35-40 horas/semana), 3) con pocas horas extraordinarias (41-54 horas/semana) y 4) con horas extraordinarias medias/altas (>55 horas/semana).

Mediante un cuestionario de evaluación, los investigadores midieron los niveles de trabajo estresante a través de la tensión laboral. Si un participante tenía una alta exigencia psicológica en el trabajo (cantidad de trabajo, limitaciones de tiempo y nivel de esfuerzo intelectual requerido) y un bajo control de las decisiones (oportunidades de aprendizaje, autonomía y participación en el proceso de toma de decisiones), se clasificó como con tensión laboral. Además, se midió el apoyo social dentro y fuera del trabajo.

Durante el periodo de estudio, el 21.5 por ciento de los participantes sufrió un segundo infarto. Trabajar muchas horas se asoció con un riesgo aproximadamente dos veces mayor de sufrir un segundo infarto. Los hombres eran más propensos a trabajar horas extraordinarias medias/altas (el 10.7 or ciento de los hombres frente al 1.9 por ciento de las mujeres), así como los trabajadores más jóvenes.

Además, los que tenían peores factores de riesgo en su estilo de vida (tabaquismo, consumo de alcohol, inactividad física) y los que tenían un trabajo más estresante también eran más propensos a estar en la categoría de horas extraordinarias medias/altas.

“Para reducir el riesgo de recurrencia de la enfermedad coronaria, en futuros estudios deberían evaluarse las intervenciones de prevención secundaria dirigidas a reducir el número de horas de trabajo –señala Trudel–. Las horas de trabajo prolongadas deberían evaluarse como parte del seguimiento clínico rutinario temprano y posterior para mejorar el pronóstico de los pacientes tras un infarto”.

En un comentario editorial adjunto, el doctor Jian Li, profesor de la Escuela de Salud Pública y de la Escuela de Enfermería de la Universidad de California en Los Ángeles, apunta que los resultados del estudio tienen importantes implicaciones para la práctica clínica, como la adopción de medidas más completas para la prevención secundaria de los pacientes con infarto.

“El estudio aporta una nueva prueba de investigación de que los factores relacionados con el trabajo desempeñan un papel importante en el pronóstico de las enfermedades coronarias –destaca–. Es urgente incorporar los servicios de salud laboral a la prevención secundaria de las enfermedades cardiovasculares”.

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