Por: Angélica Pedraza Alarcón

El cambio climático ya no es un problema del futuro sino una realidad que está modificando profundamente nuestra forma de vivir. Sin embargo, el modelo económico predominante en el mundo, profundamente ligado a la quema de combustibles fósiles y precursor del crecimiento económico indiscriminado, continúa operando como si no existiera este problema.

En México, distintas investigaciones han estudiado los efectos económicos del cambio climático. Aunque los números varían, todas coinciden en el hecho de que los costos del cambio climático serán muy altos y afectarán más a quienes menos tienen.

Un reciente estudio elaborado por la UNAM señala que, bajo un escenario de inacción y muy altas emisiones, México podría enfrentar pérdidas económicas acumuladas durante este siglo equivalentes a entre el 85 por ciento y hasta cinco veces el PIB actual. Por otro lado, las proyecciones realizadas por el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM para el año 2100 indican que los cambios en la temperatura podrían disminuir el crecimiento económico entre -1.96 y -2.03 por ciento, mientras que cambios relacionados con la precipitación podrían reducir el crecimiento entre -1.03 y -1.66 por ciento. Estos cambios no se darán de forma homogénea, es decir, afectarán de forma diferenciada a distintos grupos sociales, sectores, actividades, así como a los estados y municipios del país.

En este sentido, estados como la Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Puebla y Morelos concentrarán una parte significativa de las pérdidas económicas, pudiendo superar los 20 mil millones de dólares anuales para el 2050, mientras que en regiones cuyos índices de marginación y pobreza son muy altos, tales como Oaxaca, Chiapas o Guerrero, los daños afectarán más a las comunidades rurales, indígenas y sectores de agricultura de subsistencia.

Lo anterior se debe a que, como resultado de los cambios tanto en temperatura como en precipitación, se prevé una disminución productiva de aproximadamente cinco a 20 por ciento en las próximas décadas y del 80 por ciento para finales de siglo en la producción de nuestros principales cultivos como maíz, caña de azúcar, sorgo, trigo, arroz y soya.

Por otro lado, si sólo se consideran los cambios en la temperatura y la precipitación, las entidades que corren mayor riesgo ante un aumento de un grado centígrado en la temperatura ambiental son Baja California e Hidalgo, con una variación negativa en el PIB per cápita de -7.52 por ciento y -6.84 por ciento respectivamente, mientras que ante el incremento de un milímetro anual en la precipitación, Coahuila y Sonora tendrían una contracción de -0.27 y -0.23 por ciento, respectivamente.

De esta forma, los impactos del cambio climático terminarán por afectar en mayor medida a la población con los ingresos económicos más bajos, pues se ubica en las zonas más propensas a la presencia de eventos climáticos extremos, y disponen de menos recursos para adaptarse a las nuevas condiciones del clima.

Las estimaciones sobre el impacto del cambio climático en los niveles de desigualdad deben recordarnos lo importante que es avanzar hacia un sistema económico que no ponga en riesgo el trabajo ni los derechos humanos de millones de personas. Además de reducir el consumo de combustibles fósiles, nuestras economías deberían comenzar a adaptarse a modelos productivos que tomen en cuenta el futuro de nuestro planeta.

*Angélica es colaboradora en el Programa de Justicia Fiscal de @FundarMexico.

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