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Adrián López Ortiz

01/09/2017 - 9:49 am

Monreal: la implosión de MORENA

El político inconforme tiene razón cuando afirma que un liderazgo fuerte puede ser compatible con la democracia interna en un partido político. Pero MORENA no es un partido político común. Está hecho a imagen y semejanza de su creador. Esa es su gran virtud y el motor de su crecimiento. Pero es también su principal defecto.

“Ahora, ¿y si Monreal blofea? Si (como me dijo alguien entendido en las grillas de la izquierda), lo que quiere es ganar poder para volverse contrapeso al interior de MORENA”. Foto: Tercero Díaz, Cuartoscuro

“No me van a doblegar. Voy a mantenerme en MORENA y voy a luchar porque haya democracia interna”. Con esa frase, Ricardo Monreal activa la implosión en MORENA.

Monreal no es ingenuo, sabe que exige lo imposible. Está consciente que pronuncia una contradicción: MORENA y democracia interna.

Ignoro de qué tamaño será la grieta interna que el ambicioso Ricardo provoque, pero es un hecho que si continúa en su brega, hará daño al proyecto presidencial de Andrés Manuel López Obrador.

Es más, ya lo está haciendo: al exigir la reposición del método de elección por la candidatura para la Jefatura de la Ciudad de México, pone contra la pared al líder natural que elogia y aplaude con cierto sarcasmo. Lo reconoce “honesto a carta cabal” pero sutilmente lo acusa de reproducir los vicios de la partidocracia.

El político inconforme tiene razón cuando afirma que un liderazgo fuerte puede ser compatible con la democracia interna en un partido político. Pero MORENA no es un partido político común. Está hecho a imagen y semejanza de su creador. Esa es su gran virtud y el motor de su crecimiento. Pero es también su principal defecto.

Por eso, cuando Monreal aventura sus dos propuestas imposibles para reponer el proceso de elección, sabe que la respuesta es una exhibición anticipada: si Andrés Manuel acepta, mostraría debilidad y generaría inconformidades con Sheinbaum y el resto de los contendientes; si las rechaza, confirmará lo que todos (excepto sus fans) hemos criticado una y otra vez: su tozudez y autoritarismo.

No es una ruptura menor. Primero por el método: Monreal con una sagacidad política impecable rompe pero no se va, mantiene las bases y eleva la presión de la caldera. Al tiempo que amenaza con haber recibido propuestas de otros partidos.

Y segundo, por lo que el mismo Monreal representa y que bien señaló la Dra. Amparo Casar en su columna de esta semana: la Delegación que comanda tiene 481,939 electores y ha creado una importante red clientelar gracias a un presupuesto enorme de más de 3 mil millones de pesos. Es decir, si Monreal acepta alguna de las propuestas alternativas, el hoyo electoral haría un daño profundo a las aspiraciones de López Obrador en 2018.

Ahora, ¿y si Monreal blofea? Si (como me dijo alguien entendido en las grillas de la izquierda), lo que quiere es ganar poder para volverse contrapeso al interior de MORENA.

Me cuesta trabajo comprarme esa tesis. Creo que la ambición de Monreal es más grande que su generosidad política. Pero no sería una mala noticia que el partido que más ha crecido en los últimos años gracias al carisma y la eterna campaña de su fundador encuentre ciertos equilibrios internos. Me parece positivo para la democracia mexicana.

Habría que ver entonces hasta donde estirará Ricardo Monreal la cuerda. El Peje llamó ya a la cordura; Claudia Sheinbaum lo dijo sin barniz: hay que aceptar las derrotas sin chantajes. Pero esto es política práctica, el chantaje viene incluído.

Veremos pronto si el enojado se disciplina o extrema hasta la ruptura. Por ahora, yo celebro que justo cuando parece que Andrés Manuel va en caballo de hacienda por la presidencia, alguien adentro de su propiedad (incluso alguien como Ricardo Monreal) le manotee la mesa y se atreva a decirle que no.

Veremos si López Obrador ha aprendido de sus errores y puede procesar con madurez y habilidad este diferendo. Si es capaz de contener la implosión.

Otra vez está muy cerca, pero todavía no gana. Necesita a MORENA unida para hacerlo.

Adrián López Ortiz
Es ingeniero y maestro en estudios humanísticos con concentración en ética aplicada. Es autor de “Un país sin Paz” y “Ensayo de una provocación “, así como coautor de “La cultura en Sinaloa: narrativas de lo social y la violencia”. Imparte clase de ética y ciudadanía en el Tec de Monterrey, y desde 2012 es Director General de Periódicos Noroeste en Sinaloa.

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