Poco antes de las 10:00 horas local (08:00 GMT), la comitiva atravesó la Plaza de San Pedro, que fue cerrada a la circulación peatonal por razones de seguridad, y se dirigió hasta el Patio de San Damaso, planta baja del Palacio Apostólico.

Rivlin y Bergoglio se saludaron en la Sala del Troneto y de allí se dirigieron a la contigua biblioteca papal donde sostuvieron un coloquio privado, que duró unos 30 minutos y en el cual participó un intérprete de italiano e inglés.

Tras el diálogo, el presidente israelí presentó al pontífice a las 15 personas de su delegación, incluida su mujer que estaba en silla de ruedas.

Luego se pasó a un intercambio de regalos. Rivlin obsequió un tallado en basalto que es copia de un monumento en el Museo de Jerusalén, donde por primera vez fue mencionado el nombre de David fuera de la Biblia.

Al momento de entregar el obsequio, el mandatario hizo referencia al Salmo 122 y destacó que el mismo contiene varias veces la palabra paz.

“Pensé que fuese justo que usted tenga este regalo para recordar los orígenes comunes entre cristianismo y hebraísmo”, insistió.

Por su parte, el Papa regaló por primera vez un medallón de bronce con un diseño nuevo que representa una roca partida en dos partes de cuyo centro emerge un ramo de olivo que une ambas partes.

Al momento de entregar la obra de arte, Bergoglio exclamó: “Hay algunas divisiones, el desafío es…” y entonces hizo un gesto con el cual fue uniendo lentamente sus manos.

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, precisó que el Papa regalará este nuevo medallón a los presidentes de los países donde es necesaria la paz. En el mismo se incluye la frase: “Busca lo que une, supera lo que divide”.

Francisco también obsequió a su invitado copias de su exhortación apostólica Evangelii Gaudium y de su encíclica Laudato Si’, en inglés.

Antes de despedirse, Rivlin apuntó: “Nos vemos pronto en Israel”, el Papa sólo sonrió.