Revista SD | De John Wayne a Mel Gibson: 7 actores fascistas

04/07/2015 - 12:00 am

Para el Senador Joseph McCarthy, Hollywood era un nido de comunistas. Sin embargo, la historia de la llamada Meca del cine guarda en su seno a varias personalidades que no han dudado en esgrimir un racismo a carta cabal, donde el otro, el distinto, es decir, las minorías, son pasibles de subestimación y desprecio.

En un país donde la diferencia real entre el bipartidismo dominante no es tan profunda como podría pensarse (en muchas cosas, republicanos y demócratas son casi lo mismo), estos personajes se levantan desde la incorrección política para ser el grano negro en el arroz y sorprender a propios y extraños con sus mensajes de odio e intolerancia.

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Ciudad de México, 4 de julio (SinEmbargo).- A pesar de que el tristemente célebre ex Senador estadounidense Joseph McCarthy (1908-1957) consideraba a Hollywood un nido de comunistas, la historia demostró que en la llamada Meca del Cine también hay sitio para la derecha recalcitrante y para el fascismo disfrazado de nacionalismo y amor a los símbolos patrios.

Se ha dicho a menudo que el capitalismo, sostén económico y político de la que antes fuera la Gran Potencia del Norte, estuvo cimentado por un triunfo cultural que echó a las masas del mundo a comer hamburguesas McDonalds y, sobre todo, colmar las salas de cine para solazarse con los “churros” protagonizados por héroes de acción imbatibles, defensores irredentos y fanáticos de la moral occidental y cristiana.

Esa cultura victoriosa que no admite la diversidad y que se lleva todo por delante está muy lejos de extinguirse. Desde los Starbucks que copan el sitio que les quede libre en cualquier ciudad del mundo, hasta los cines cuya agenda colman con sus productos muchas veces de tercera calidad, por encima de las películas locales, todavía el carrete de los Estados Unidos –un monstruo grande que pisa fuerte, como dice la canción- tiene mucho hilo para cortar.

En México, uno de los países más aficionados al séptimo arte del continente y el cuarto a nivel mundial, la cartelera es prácticamente monopólica a la hora de programar las películas de estreno, dejando un porcentaje muy escaso para el cine nacional, enfrentado todos los años a graves problemas de distribución en su propio país y acotando con ello el gusto popular que no consigue habituarse a ver películas hechas en su suelo.

La hegemonía trae hábito y el hábito –dice el refrán- hace al monje. Así, la costumbre de ver en la pantalla grande a esos héroes de acción que arrasan con todo a su paso y que llegan al the end con la imagen impoluta y sin ningún rasguño es de rigor en el cine que se consume como las palomitas de maíz, es decir, sin pausa, con mucha prisa y sin nada de reflexión.

Entre el vértigo y el río de películas bélicas –antes eran los western- y de ciencia ficción tecnologizada, se construyen las figuras que subliminal o directamente difunden un discurso donde el blanco, el fuerte, el conservador de los valores del establishment, es el que vale.

Se trata de actores que han trasladado a la vida real la hegemonía cultural que defienden, convirtiéndose queriéndolo o no en los más racistas de Hollywood. A veces no son ellos, sino su “cine basura”, propalador de discriminación frente a las minorías que no encuentran sitio en sus paradigmas, salvo para ser denostadas frente a lo que se considera bueno, bonito y caro a los intereses del poder.

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JOHN WAYNE 

“Creo que la supremacía blanca debe permanecer hasta que los negros sean lo suficientemente educados como para ser responsables. No creo en dar autoridad o liderazgo a personas irresponsables”, dijo en 1971 a la revista Playboy.

Anticomunista furibundo, de ideas ultraconservadoras, sus trabajos en el cine lo convirtieron en el ícono del pensamiento más rancio de la sociedad estadounidense en la primera mitad del siglo XX.

Odiaba a los homosexuales y en sus filmes el héroe de acción se imponía sobre las minorías y aun hoy la comunidad negra de los Estados Unidos lo percibe como uno de sus enemigos.

Su mentado racismo no le impidió casarse tres veces siempre con mujeres de origen hispano y a pesar de que durante la Guerra Fría representó los intentos de su país por dominar el mundo e imponer su hegemonía cultura y económica, llegó a tener un admirador no tan secreto en Josep Stalin, que devoraba sus películas mientras trataba de fabricar estrategias para asesinarlo.

John Wayne (1907-1979) no era un gran actor y él mismo decía que se interpretaba a sí mismo en el cine y que no le salía mal. Sin embargo, al final de su carrera fue ganando admiradores incluso entre aquellos que lo alucinaban por sus posturas políticas.

Hoy nadie olvida que es el protagonista de La diligencia (1939), una obra sublime de John Ford, con quien realizó sus mejores trabajos.

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CHARLTON HESTON

Aunque muchos lo consideraron racista, sería más justo decir que Charlton Heston (1923-2008) fue un ultraconservador que conforme envejecía se iba haciendo más y más fanático del derecho a usar armas de fuego, un elemento que constituye el ADN básico de gran parte de la sociedad estadounidense.

Los que lo defienden dicen que fue uno de los pocos blancos en defender a Martin Luther King cuando la lucha por los derechos civiles estaba en su apogeo.

En su esplendor fue un hombre hermoso y talentoso que pasará a la historia por los filmes épicos y clásicos donde encarnó a Moisés, Ben Hur y el Coronel Taylor en El Planeta de los simios.

Fue el protagonista de La sed del mal, de Orson Welles y ganador de un Oscar en 1959 por su célebre y mencionado Ben Hur.

Sin embargo, para las nuevas generaciones quedará como ese anciano que antes de que el Alzheimer le comiera la razón, se puso al frente de la Asociación Nacional del Rifle, entre 1998 y 2003, desde donde defendió con pasión extrema el uso doméstico de armas que tantas tragedias ha originado en los Estados Unidos.

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ADAM SANDLER

Del conocido comediante Adam Sandler podría decirse que lo suyo no ha sido hacer, precisamente, un cine de calidad. Hay quienes, desde la trinchera de lo que es considerado un arte esencial, se jactan de no ver nunca películas de Adam Sandler.

No es tan cierto, si se piensa en filmes como You Don’t Mess with the Zohan, muy lejos del bodrio Jack and Jill, para concederle al menos una irregularidad que lo salva de ser considerado el peor actor del mundo como afirman muchos internautas.

En esta lista no está sin embargo por sus discutidas cualidades actorales, sino por un penoso episodio acontecido en abril pasado, cuando parte del elenco del filme que está haciendo para Netflix (Los seis ridículos) abandonaron el set acusando a Sandler de racista.

El actor Adam Sandler fue acusado de racista luego de que un grupo de indígenas se retirara de la grabación de su última película “Los seis ridículos”, diciendo que el filme los estereotipaba.

Netflix, defendió el filme, señalando que los indígenas fueron hipersensibles a lo que eran obviamente chistes, informó efe.

En tanto, los indígenas aseguraron que se retiraron del set porque la película “es racialmente insensible”, con personajes que tenían supuestos nombres indígenas como Aliento de Castor y Sin Sostén.

Adam Sandler no hizo comentarios al respecto.

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JEAN-CLAUDE VAN DAME

La recreación en el programa de Conan O’Brien del mítico baile de Kickboxer ha sido sin quererlo una parodia de lo que podría ser considerado el “cine basura” del belga Jean-Claude Van Damme, quien a los 54 años lucha por regresar al mundo del entretenimiento por todo lo alto, luego de haber perdido dinero y salud en el oscuro universo de la cocaína.

Ha sido otro recalcitrante de Hollywood, Sylvester Stallone, quien ha rescatado del ostracismo al hombre de los músculos invencibles, gran barredor de villanos en películas donde parece empeñarse en ser el peor actor del planeta, al convocarlo para The Expendables 2.

El gran dragón blanco, el filme clave que le dio fama internacional, dio también inicio a una carrera donde las patadas y la aniquilación de los rivales que se le pongan enfrente constituyen la esencia de una filmografía impiadosa y por momentos inhumana.

El belga de los músculos tiene no obstante muchos fans y su caída, documentada en una película (Bajo la piel) donde Van Damme lo cuenta todo, consigue generar aún más empatía entre sus seguidores.

El cine de acción que lo vio brillar entre los ’80 y ’90, pasará sin embargo a la historia como la expresión de una ignominia ideológica por medio de la cual el exterminio del diferente es la voz de una supremacía blanca que no quiere perder sus privilegios en la pantalla grande.

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STEVEN SEAGAL

En enero del 2014, el oriundo de Michigan Steven Seagal, de 63 años, expresó su deseo de convertirse en Gobernador de Arizona, un hecho que tendría que poner la piel chinita a los inmigrantes en los Estados Unidos, sabedores o no de cómo se las carga el experto en artes marciales y protagonista de tantos filmes olvidables por malos y racistas.

“Pienso que tener las fronteras abiertas, creo que a través de estas fronteras cualquier clase de terrorismo puede entrar y entra”, dijo cuando le preguntaron en qué consistía el problema mayor que enfrenta el estado que pretende gobernar.

En 2011 no dudó en tomar las armas para perseguir a personas indocumentadas, en un cargo oficial otorgado por el sheriff Arvin West del condado de Hudspet, Texas, quien le puso la estrella de oficial en servicio y le dio un fusil de mira telescópica.

Durante los últimos 20 años, Seagal, experto en aikido y kárate, ha trabajado de forma regular con la oficina de Luisiana, una experiencia que describió en su programa de  A&E, Steven Seagal: Lawnman, donde realizaba tareas como patrullar la ciudad, aleccionar a nuevos oficiales en el uso de armas de fuego y técnicas de combate cuerpo a cuerpo, además de colaborar con la fuerza de elite policial SWAT.

En marzo del 2011, Seagal enfrentó una demanda judicial por su participación en un operativo del controvertido alguacil del condado estadounidense de Maricopa, Joe Arpaio, que atacó la vivienda de Jesús Sánchez Llovera, para investigar acusaciones de posibles peleas clandestinas de gallos.

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ARNOLD SCHWARZENEGGER

Como casi todas las figuras anteriormente retratadas, Arnol Schwarzenegger tiene dos caras. Por un lado se encarama como uno de los más grandes héroes del cine de acción de todos los tiempos y por el otro se las arregla para aparecer como uno de los personajes públicos más discriminadores y racistas de que se tenga memoria en Hollywood.

En 2014, el periodista mexicano afincado en los Estados Unidos, Jorge Ramos, escribía en su columna para la revista Time: “El inmmigrante más famoso de Estados Unidos, Arnold Schwarzenegger, le ha dado la espalda, una vez más, a otros inmigrantes como él. Hace unos días vetó una propuesta de ley que le hubiera permitido obtener la licencia de manejar a cerca de dos millones de inmigrantes indocumentados en California. No hay nada más triste e hipócrita que cuando un inmigrante le da la espalda a otros…y la espalda de Schwarzenegger es muy ancha”.

Nacido hace 67 años en Austria, fue Gobernador de California durante dos periodos entre 2003 y 2010, en el marco de una gestión donde entre otras cosas vetó la ley que admitía el casamiento entre personas del mismo sexo (aunque luego se retractó) y se enfrentó en varias oportunidades a los inmigrantes indocumentados, quienes en 2003 no dudaron en hacer marchas en su contra.

Hoy, el “Terminator” es considerado el enemigo público número uno para todas las personas no nativas en los Estados Unidos.

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MEL GIBSON

Mel Gibson (Nueva York, 1956) otrora estrella admirada en un Hollywood donde supo brillar gracias a filmes diversos y de excelente factura, es hoy el ejemplo del racismo entre los privilegiados del cine mundial.

Sus expresiones en contra de los judíos han mellado su luminosa carrera y lo han expuesto ante el público como un hombre intolerante, que además de ejercer presuntamente la violencia doméstica, no dudó en criticar el vestido de su ex novia, diciéndole que merecía “ser violada por una pandilla de negros”.

Precisamente, las autoridades de California lo investigaron por sospechas de abuso conyugal en contra de su ex Oksana Grigorieva, merced a una grabación privada que se hizo pública y en la que hacía además comentarios racistas y denigratorios contra las minorías.

El tema, según el columnista de la CNN, Blair H.Taylor, no es para tomarlo a la ligera.

“En lugar de promulgaciones y acciones públicas que muestran a Gibson como es realmente, este hombre muestra sus creencias más personales frente a su novia. No muestra sus sentimientos negativos frente a los hombres negros, sino que lo hace de forma privada, con familiares y niños con quienes puede tener cierta influencia”, afirma Taylor.

“Este racismo del siglo XXI crece en nuestra sociedad y es más difícil de combatir que el del siglo XX. Los prejuiciosos interactúan de día con gente de toda índole y etnias, pero de noche odian en sus círculos privados”, agrega.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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