El periodista mexicano Martínez Staines ahonda en la pederastia en su primera novela

05/05/2017 - 7:03 pm

El escritor mexicano Javier Martínez Staines presenta su primera novela Por mi gran culpa que retrata la pederastia de la Iglesia católica, sin embargo la obra no pretende inculpar a alguien sino de exponer las tragedias con un toque de humor, señaló el autor.

Por Isabel Reviejo

México, 5 de mayo (EFE).- En un intento por “exorcizar” demonios internos y evidenciar con humor las “telarañas religiosas” que persisten en la sociedad, el mexicano Javier Martínez Staines presenta su primera novela, Por mi gran culpa, que refleja el problema de la pederastia en la Iglesia católica.

A pesar de su temática, Martínez (Ciudad de México, 1966) aseguró en una entrevista con EFE que este “no pretende ser un libro de denuncia”, porque trata de no incriminar a nadie en particular, sino de exponer “todas estas tragedias personales que todos traemos de alguna manera o de otra”.

“Lleva el objetivo de generar un poco más de conciencia”, tanto de la manifestación “concreta y muy dolorosa” del abuso como de la visión fragmentada que se le va inculcando a los niños sobre la culpa.

En el sentido más personal, la novela sirvió a Martínez para “exorcizar demonios, esas cosas que ocurrieron cercanas, y tratar de darles un orden”.

Y es que la obra cuenta con un componente autobiográfico, aunque el autor se niega a revelar qué partes ocurrieron realmente y cuáles no: “La ficción y la no ficción están metidas siempre en el mismo carril de vida”.

En Por mi gran culpa, a través de la historia del paso de un niño de la infancia a la adolescencia, está presente el tira y afloja entre las “telarañas teológicas y religiosas” y “una suerte de ruptura constante”.

“Claramente somos una sociedad mexicana muy cimentada de una manera incluso muy profunda en los valores judeo-cristianos, y el pilar de ellos es la culpa, el concepto de pecado”, lo que se traslada a los ciudadanos desde que son jóvenes, reflexiona Martínez.

Lo más “grave”, afirma, es que mucha gente no se cuestiona la “doble moral” de la Iglesia: “Les parece natural y normal tener una cara a la luz pública y otra cara a la luz privada”, dijo.

Estas contradicciones quedan plasmadas en el libro con un toque de humor, el cual fue imprescindible para el escritor, quien no quería que el relato resultara “demasiado dramático o melodramático”.

A la hora de encontrar el tono de la novela, quiso aproximarse al que presentó el director mexicano Luis Estrada con El infierno (2010), que “trataba el problema del narcotráfico y lo hacía con un desparpajo humorístico”.

“Me parece muy inteligente, porque es la única manera en la que uno puede abordar esos temas, que son intolerables, insoportables”, asevera.

Cuando estaba cerca de terminar la narración, contada en primera persona por el joven protagonista, Martínez sintió que “faltaba algo”, por lo que incorporó intercalados algunos capítulos que trasmiten el punto de vista del personaje responsable de los abusos.

Esta visión, que no fue más difícil de escribir que la de cualquier otro personaje, “me parecía necesaria para que se pudiera humanizar todo el proceso”, argumenta, y añade que “ninguna condena es fácil, porque todo trae detrás una serie de circunstancias”.

Martínez dice que le sorprende que los mexicanos sean de “memoria tan cortita” y que el tema de los abusos en el seno de la Iglesia católica siga estando “súper cerrado”, pese a que el país fue “uno de los grandes epicentros, con el tema del padre Marcial Maciel”, fallecido en 2008 y del que se comprobó que cometió abusos sexuales contra seminaristas y tuvo varios hijos con diferentes mujeres.

“Y toda esa orden (la Legión de Cristo) sigue siendo dueña de escuelas, es decir, es increíble que tengamos tanta capacidad para olvidar tan pronto las cosas”, señala.

El problema de la pederastia en México tampoco ha venido acompañado por un “tema jurídico”, como en otros países donde ha habido escándalos por abusos: “Es como si tuvieran su propio sistema de justicia divina, y al final de cuentas son parte integral de la sociedad”, valoró.

Además, “desde el momento en que los religiosos asumen una parte de la formación educativa de niños en este país, me parece que tenemos que observarlos un poquito más”, agregó.

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