Guerra de maras en Honduras para atraer a nuevos miembros deja una oleada de asesinatos de niños

06/05/2014 - 11:14 am

Por Denis Düttmann

Tegucigalpa, 6 may (dpa) – Una ola de violencia sacude Honduras: en las últimas semanas muchos niños murieron en el país centroamericano. En algunos casos la policía sospecha que detrás de los casos se encuentran bandas criminales de jóvenes. El motivo: que las víctimas no querían unirse a las conocidas como maras.

Los asesinos llegaron en medio de la oscuridad y actuaron sin piedad: entraron en la humilde casa de la familia Jiménez y acuchillaron a Loany Leonor, de 13 años, Jackeline, de 10, Jessy, de 7, y Jefry Centeno, de sólo 18 meses. Ninguno de los hermanos sobrevivió al baño de sangre ocurrido en Limón, en el norte de Honduras. “Nunca había ocurrido aquí una tragedia así, estamos conmocionados”, cuenta el alcalde del municipio, Adrián Rivas, al diario “El Heraldo”.

Un sospechoso de 30 años está en la cárcel, después de que la policía lo detuviera, con la ropa manchada de sangre, en un autobús. “Conocía a la familia y había intentado ya una vez violar a la hija mayor”, cuenta un policía. “Después de eso lo echaron”.

En Honduras la vida es dura: desde hace años las poderosas bandas de jóvenes Mara Salvatrucha y Mara 18 se enfrentan por aumentar sus zonas de influencia en el país. La bandas controlan barrios enteros, están implicadas en el tráfico de personas y de droga y extorsionan exigiendo cuotas de protección.

La última oleada de violencia contra niños provoca indignación incluso dentro del país, considerado el más peligrosos del mundo. En el centro penitenciario de menores de El Carmén cinco menores de edad murieron el fin de semana en enfrentamientos entre bandas rivales, mientras en San Pedro Sula, feudo de las maras, la policía investiga el asesinato de ocho menores en menos de un mes.

“Probablemente fueron asesinados por no querer incorporarse a la ‘Mara 18′”, cuenta Marlon Miranda, de la policía criminal, al diario La Prensa: Todas las víctimas tenían heridas de bala en el rostro y habían sido torturadas. A algunos les habían arrancado la piel. “Los victimados son niños muy pequeños y recordemos que los casos de menores de edad obviamente en las personas adultas producen emociones fuertes, y posiblemente es lo que buscan”.

El gobierno del Presidente Juan Orlando Hernández comenzó en enero una ofensiva contra las maras. Pero según el director de la organización de protección infantil Casa Alianza, José Guadalupe Ruelas García, la situación de la seguridad no ha mejorado a raíz de la operación. “Los asesinatos de niños se han incrementado desde la toma de posicion del nuevo gobierno en enero”. Desde entonces, asegura, “fueron asesinadas 259 jovenes menores de 23 años.”

Las maras no sólo compiten por las zonas de influencia y sectores de negocio, sino también por atraer nuevos miembros. Según la fundación Compartir Honduras, casi 34 mil jóvenes forman parte de bandas criminales. Sin embargo, muchos mueren en enfrentamientos entre las pandillas y son pocos los que llegan a los 30 años de vida. Por eso se necesitan continuamente reclutar a nuevos miembros.

Pero los jóvenes también mueren en “operaciones de limpieza” interna.

Las maras ofrecen a muchos niños algo así como una familia, pero son implacables ante el menor gesto de desobediencia. Como Brenda, a quien le ordenaron que matara a su marido porque éste quería abandonar la Mara 18. “Lo intenté varias veces, pero sencillamente no fui capaz”, contó tras su salida a miembros de la organización Unicef.

Las luchas de la maras han convertido Honduras en un campo de batalla en el que muere más gente que en muchas guerras. Con una tasa de 90.4 asesinatos por cada 100 mil habitantes, Honduras es el país más peligroso del mundo, según cifras de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Las maras y el crimen organizado son responsables del 90 por ciento de los crímenes, dijo recientemente el jefe del Estado Mayor, Fredy Santiago Díaz Zelaya.

También las fuerzas de seguridad y escuadrones de la muerte financiados por empresas matan cada vez a más supuestos miembros de las maras, según activistas de derechos humanos. “La militarización del conflicto sólo empeora la situación”, señala el experto en protección de la infancia Ruelas. “Las autoridades tienen que brindar proteccion a los jovenes y ofrecerles alternativas a las pandillas – como proyectos de deporte o cultura.”

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