“Quise dar mi versión sobre la humanidad”, dice Carmen Moreno sobre su novela “Principito debe morir”

10/06/2014 - 12:00 am

Por Cristina Jurado/Culturamas

Carmen Moreno promociona Principito debe morir. Foto: Laura Muñoz, Culturamas
Carmen Moreno promociona Principito debe morir. Foto: Laura Muñoz, Culturamas

Ciudad de México, 10 de junio (SinEmbargo/Culturamas).– Carmen Moreno es licenciada en Filología Hispánica y tiene máster en Edición del Grupo Santillana por la Universidad de Salamanca. Ha colaborado con diversos medios de comunicación; actualmente escribe en Culturamas y Cambio 16. También ha trabajado realizando guiones para televisión, ha sido asesora cultural del Injuve, del Ministerio de Igualdad en Madrid, y editora de contenidos en la Fundación Giner de los Ríos en Madrid. En cuanto a su obra literaria, que hasta ahora se había centrado en la poesía y el relato, ha ganado diferentes premios: el Premio Nacional de Relato Corto Fernando Quiñones; el Premio Nacional de Relato Corto Pilar Paz Pasamar; o el Premio Internacional de Poesía Francisco de Quevedo, entre otros.

La escritora gaditana Carmen Romero publicó recientemente Principito debe morir, su primera novela. La obra “se mueve entre una trama conspiratoria y una distopía o anti-utopía que tiene como telón de fondo la aclamadísima obra de Antoine de Saint-Exupéry: El Principito“. En declaraciones a Europa Press, Carmen Romera explica que el libro, publicado por la editorial Lapsus Calami, lleva al lector a “acompañar a Principito en la búsqueda de la rosa, León Werth, la persona a la que, en realidad, está dedicado el libro de Saint-Exupéry y que hace las veces de un Watson, valedor del pequeño”.

Principito debe morir está basada en una historia infantil pero es un libro para adultos. ¿Por qué revisitar un icono de la literatura para niños y proyectarlo al mundo adulto?

–Te voy a dar dos respuestas. La primera es la que debería darte a nivel profesional y es la siguiente: uno, porque creo que el Principito original no era tan para niños. Es una gran alegoría, lo que ocurre es que, como siempre que a los adultos nos cuesta entender algo, decimos que es para niños. De hecho, Saint Exupéry, le dedica el libro a su gran amigo, León Werth. La revisión es porque me divertía manipular a Principito, un niño extraterrestre que ya dibujó así el escritor francés.

Dos: La de verdad es que en 2011 conocí a Alberto López Aroca en Semana Negra. Hablamos mucho de pastiches, le leí lo indecible y no sólo aprendí mucho de él, sino que me dio la confianza que yo no tenía. López Aroca para mí es un referente en lo personal y en lo profesional. Después de nuestras larguísimas charlas sobre el asunto, pensé que no podía ser cierto que sólo se hicieran pastiches sobre Sherlock Holmes y decidí buscar una obra absolutamente significativa para la historia de la literatura y que a mí me hubiese gustado.

Reconozco que Principito me da un poco igual, pero su autor… Saint Exupéry me fascina, así que me puse manos a la obra. Decidí no cortarme, no ponerme cortapisas, no ser formalista, ni políticamente correcta. Vengo de la poesía, donde el encorsetamiento es mucho. E imaginé… De ahí salieron los monos Timothy y el pato en helicóptero de combate. También tenía claro que mi entrada en el mundo de la ciencia ficción tenía que ser dando las gracias a todos los referentes que he tenido, que han sido más cinematográficos que literarios (debo confesar). Se agita todo y…: Principito debe morir. Bueno, esa es la parte frívola, pero también quise dar mi versión sobre la humanidad. Y, sinceramente, no sale muy bien parada.

–¿Qué ofrece de novedoso Principito debe morir, versión ampliada?

–Ofrece un fragmento del Libro de los Walkers a la espera de la precuela. Hay que contar todavía muchas cosas de Principito. Y me lo ha pedido mucha gente. También ha habido una pequeña relectura para perfilar algunas cosas y un trabajo de edición por parte de Lapsus, increíble. Es una versión bastante mejorada de la primera.

–¿Por qué te fascina Saint Exúpery?

–Cuando conoces la vida de Saint Exupery no te queda más remedio que convertirte en fan. Un hombre, de buena posición social, de una familia bien de París, que sólo quiere volar. Amaba la aviación por encima de todas las cosas. Dejó a su novia, sus padres poco menos que le desheredaron. Pero, y aquí está lo que más me enamora de él, era un poco torpe, sobre todo tomando tierra y tuvo más de un accidente. Me siento muy identificada con la torpeza de Exupéry y con aquella foca que se llevó de Argentina a su casa de París. Por otra parte, sólo se le recuerda por Principito, pero escribió bastante más. Su mejor amigo, León Werth, era un novelista anarquista. No murió como todo el mundo, sino que desapareció y esa desaparición ha creado mil historias. Saint Exupery es de esos escritores que hace de su vida literatura. ¿A que es para quererle?

Sólo la novela negra y la ciencia ficción tienen los medios y la fuerza suficiente porque siempre se han movido fuera de los baremos de lo comercial.

–En Principito debe morir te apropias de un icono de la literatura universal para contar una historia con muchas capas. Todas tienden hacia un tema común, que es la preocupación por el futuro de la sociedad, bien sea desde su vertiente política, económica, científica, o incluso familiar. ¿Cuáles son las ventajas de la literatura de ciencia ficción para abordar temas sociales?

–Creo que la ciencia ficción es la única que puede contar la verdad de lo que está pasando de manera creíble. Sólo la novela negra y la ciencia ficción tienen los medios y la fuerza suficiente porque siempre se han movido fuera de los baremos de lo comercial. Al ser géneros ‘menores’, según la crítica más serie y concienzuda que sólo lee a Mishima y Tolstoi, permiten desenvolverte en terrenos farragosos sin que nadie se asuste demasiado.

Además, la ciencia ficción te deja crear mundos que están igual de corruptos que el nuestro, pero como no son el nuestro, parece que nosotros somos mejores. Si unos alienígenas raptan seres humanos y los torturan brutalmente hasta la muerte, es mucho mejor que si lo hace un ejército de cualquier país que están legitimados por sus respectivos estados. Esto nos permite sentirnos a salvo, pero al escritor también le permite que no le cierren twitter, o le encarcelen por dar su opinión porque los poderes fácticos no son los humanos, sino de otros mundos que, por supuesto, son peores. Cuando hablo de poderes fácticos me da igual la tendencia política que tenga. (Esta respuesta podría haberla dado The Boss)

–Dejar de lado lo que es socialmente aceptable y financieramente ventajoso parece ser el leiv motiv de los escritores de género (quizás, de los autores de cualquier tipo de literatura). En un momento en que cada vez más editoriales apuestan por lo fantástico ¿qué crees que pueden aportar al género los escritores de España?

–Creo que los escritores españoles son mucho más irónicos, más frescos. Se encorsetan menos en lo que es el género puro. Por ejemplo, pienso en dos amigos míos a los que admiro y adoro: Alberto López Aroca y Jesús Cañadas. El género en este país ha ganado mucho con ellos dos. Son, no sólo dos imprescindibles, dos miradas lúcidas, dos escritores absolutamente brillantes y humildes. La separación con el mundo sajón es necesario y nosotros somos capaces de hacerlo porque somos lo menos europeo de Europa. En el caso de los dos escritores que te he dicho uno es de Albacete y otro de Cádiz, ¿tú crees que Stephen King no les tendría miedo?

–¿De qué manera influye tu labor como poeta en la forma en la que afrontas una obra en prosa?

–Influye mucho. Tengo tendencia a primar la forma sobre el fondo. Por suerte tengo a gente a mi alrededor que me equilibra. He tenido problemas de adaptación porque no entendía que debiera contarlo todo, sin dar opción al lector a que complete. Poco a poco me voy dando cuenta de que se trata de quedarte en tierra media (que diría George R.R. Martin). Aún así, le doy mucha importancia a la palabra exacta y al ritmo. Sí, taras de haberme dedicado durante tanto tiempo a la poesía. Pero, como diría Billy Wilder en aquel guión: “Nobody is perfect”.

Foto: Especial
Foto: Especial

–¿Qué autores (españoles y extranjeros) fuera del género son tus referentes y por qué?

–Fuera del género… Te va a parecer un poco increíble porque de tan realistas se salen: Galdós, Dostoievski, Josefina Aldecoa, Juan Marsé. Sobre todo, Juan Marsé, un tipo al que admiro en lo personal y en lo profesional. Otra línea que me encanta Julio Cortázar, la suma de Bioy Casares con Borges, el mismísimo Bioy Casares. Gabriel García Márquez en sus inicios… Y una mujer que me sobrecoge lea lo que lea de ella, Elia Barceló. Creo que es el ejemplo de lo que es una magnífica escritora y una mejor persona.

–¿Podrías contar cómo afrontas el proceso creativo, desde la idea hasta la entrega final del manuscrito a la imprenta?

–Es un poco extraño porque desde que se me ocurre la idea hasta que me siento a escribirla pueden pasar meses. Meses en los que voy dándole vueltas a lo que quiero contar, meses en los que no veo nada más allá de la historia que me traigo entre manos. Cuando me siento a escribir, soy bastante rápida, pero luego necesito, al menos, cuatro procesos de relecturas: yo, una lectora cero (siempre más de una), un lector cero nuevo y que cambia con cada libro y de nuevo yo. El resultado es que nunca me siento 100 por ciento satisfecha. Siempre creo que se puede mejorar, pero también sé que, en algún momento, debo dejar de corregir. Suelo escuchar y aceptar bien las críticas que me hacen las personas que elijo para que me lean. Y ni te cuento el caso que le hago a los editores que, en general, saben más que yo de todo esto. Creo que si no eres capaz de aceptar que alguien sepa más que tú, es mejor que te metas a charcutero, donde, por cierto, habrá alguien que corte el salami mejor que tú.

–Graham Greene decía: “Escribir es una forma de terapia. A veces me pregunto cómo se las arreglan los que no escriben, los que no componen música o pintan, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror pánico inherente a la condición humana”. ¿Qué es para ti escribir? Imagínate que se lo cuentas a un alien venido del espacio que no sabe nada de la Tierra.

–Esta respuesta es muy sencilla y muy complicada de contestar: escribo porque no tengo más remedio. No puedo dejar de es escribir porque sería como dejar de vivir. Tuve un psicólogo que me dijo: la gente que crea es infeliz por naturaleza. Y siguió: si quieres ser feliz tendrás que renunciar a crear.
Imagino que él se refería a la felicidad de los idiotas. A la de esa gente que pasa por el mundo sin enterarse de qué va esto. Asumo que la vida es felicidad e infelicidad al mismo tiempo. No aspiro a ser más feliz que nadie, pero, desde luego, si no escribiera no podría ser feliz. No comparto las palabras de Green. Creo que la gente que no escribe se enfrenta a la vida de otras maneras que no son ni mejores, ni peores, sólo diferentes. Y ni tengo nada mitificado al escritor. De hecho, creo que los que más daño han hecho a la literatura son algunos escritores con su falta de humildad y su incapacidad para la autocrítica.

–Hace poco la editorial Lapsus Calami te fichó como editora de su colección de novela negra. ¿Podrías hablarnos de este proyecto?

–El proyecto de Lapsus es un proyecto emocionante porque me permite investigar y aprender más sobre el género que más amo: el negro.
Vamos a intentar dar voz a escritores magníficos como Kike Ferrari, o Rodolfo Santullo que por estar al otro lado del Atlántico pueden tener algo más de problemas para publicar en España. Y, por supuesto, autores españoles de primer nivel que van a dejarnos completamente enganchados a su historia.
Poco a poco iré contando más cosas. En cuanto pueda, en cuanto sean proyectos en firme.

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