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Antonio Salgado Borge

12/05/2017 - 12:00 am

Josefineando

La historia reciente de la dupla PAN- Josefina Vázquez Mota es bien conocida. Candidata presidencial panista en 2012, Vázquez Mota tenía la misión de recorrer un país incendiado por Felipe Calderón en búsqueda de convencer a los mexicanos de darle una nueva oportunidad a su partido. A pesar de que esta tarea lucía francamente imposible […]

Vázquez Mota tenía la misión de recorrer un país incendiado por Felipe Calderón en búsqueda de convencer a los mexicanos de darle una nueva oportunidad a su partido. Foto: Cuartoscuro.

La historia reciente de la dupla PAN- Josefina Vázquez Mota es bien conocida. Candidata presidencial panista en 2012, Vázquez Mota tenía la misión de recorrer un país incendiado por Felipe Calderón en búsqueda de convencer a los mexicanos de darle una nueva oportunidad a su partido. A pesar de que esta tarea lucía francamente imposible desde el inicio, la campaña de la candidata panista no sólo no despego, sino que nunca arrancó sus motores.

Este año, el PAN está a punto de repetir la misma suerte en el Estado de México. De ser un serio contendiente a la gubernatura de uno de los estados más ricos del país, y de tener la posibilidad real de derrotar al PRI en su propia madriguera y herir de muerte a uno de sus dos rivales electorales en 2018, el PAN pasará a ocupar un ridículo cuarto lugar en el estado gobernado por Eruviel Ávila.

Llama la atención que, tal como ocurrió en 2012, la campaña del PAN en Edomex ha transitado este año, de inicio a fin, en piloto automático. La apatía, displicencia y falta de espíritu que han caracterizado a la campaña panista son propiedades inmejorablemente representadas en la candidata elegida por ese partido como su cara más visible en las elecciones de este año.

Las posibles explicaciones de lo ocurrido al PAN en 2012 son tan conocidas que en este momento resultaría repetitivo ahondar en ellas. Sin embargo, no es ocioso apuntar que el escenario del Estado de México se parece cada vez más al de la elección presidencial de hace cinco años. Peor aún, lo más probable es que no estemos ante un par de eventos excepcionales o que no tengan oportunidad de ocurrir de nueva cuenta. Es por ello que puede resultar oportuno plantearnos un término con requisitos mínimos que nos ayude a referirnos a este tipo de eventos, a capturar su significado y, por ende, a distinguir a sus referentes.

Este tipo de ejercicios no son nuevos ni complicados. Prueba de ello es el siguiente popular término de reciente creación:

Cruzazulear: un equipo X  ha “cruzazuleado” cuando (1) X ha perdido o empatado un partido que parecía claramente definido a favor de X, y (2) cuando el gol definitivo ha sido anotado por el rival de X en los últimos minutos del partido.

De forma análoga, para comunicar lo que ocurrió con la campaña presidencial panista en 2012, y para comparar si se parece a lo que ocurre en el Estado de México en 2017, bien podríamos postular el término siguiente:

Josefinear: Un partido político X ha “josefineado” cuando (1) X ha postulado como candidato a un puesto de elección popular a un individuo Y no idóneo para competir electoralmente, (2) cuando X ha realizado una campaña sin vocación ganadora, (3) cuando con lo anterior X  ha beneficiado directa o indirectamente con su decisión a uno de sus competidores directos en la contienda y (4) cuando, una vez concluido el proceso, se descubre que X o Y han recibido arbitrariamente favores, tratos preferenciales o recursos públicos de manos de un gobierno encabezado por el candidato ganador o por algún otro integrante del partido que postulo al candidato gandor.

Inicialmente, nuestro nuevo término, al igual que “cruzazulear”, puede parecer vacío o trivial; pero una vez que miramos a los dos términos con detalle es fácil distinguir que ambos tienen significado. Por principio de cuentas, tanto “josefinear” como “cruzazulear” tienen extensión; el primero se refiere a los equipos deportivos –no necesariamente Cruz Azul- que en un momento dado cumplen con ciertas condiciones, mientras que el segundo se refiere a la dupla partido/candidato –no necesariamente tienen que incluir a JVM o el PAN- que cumple con un grupo de condiciones específicas.

Pero, como bien identificó Gottlob Frege, la extensión de un término no es suficiente para constituir su significado. Para Frege una expresión tiene significado cuando tiene sentido, y esto ocurre exclusivamente cuando ésta juega un papel distinto a otras expresiones en nuestro razonamiento o conocimiento. Para que nuestro término no sea trivial, este tiene que tener un sentido específico que no sea coextensivo con el de otro término.

Y “josefinear” no es un término trivial. Cuando nos topamos con una dupla candidato-partido con las condiciones referidas en un momento dado, podríamos dar toda la explicación contenida en la definición; pero, dado que esta explicación es el sentido de nuestro término, bien podríamos decir que la dupla candidato-partido está “josefinenado” para compartir lo que queremos comunicar.  Además, nuestro término no es problemático porque no requiere explicaciones sobre explicaciones. Es decir, no importa por qué ocurrieron los puntos (1), (2), (3) y (4); lo único que importa es si han ocurrido.

Probemos entonces nuestro nuevo término para evaluar si, como en 2012, el PAN y su candidato en Edomex han estado “josefineando” en 2017. Para ello, debemos revisar cada uno de nuestros puntos. Vayamos en orden y, para tener mayor claridad, comparemos en el camino los casos de ambas elecciones.

(1) En la elección presidencial de 2012, el PAN postuló a un individuo –JVM- que mostró claramente subcapacitado para la encomienda. Para la elección de 2017 en el Estado de México, quizás la más importante después de la Presidencial y la de la CDMX, el PAN volvió a postular a un individuo probadamente subcapacitado para esta tarea –que, casualmente, es la propia JVM-.

(2) En 2006, gracias a una agresiva campaña basada en el miedo, el PAN retuvo la presidencia contra viento y marea. Esto contrasta con lo ocurrido en 2012, cuando este partido quedo en tercer lugar en las elecciones presidenciales y con Edomex 2017. En ambos casos, el PAN peleó sin meter las manos y habrá perdido después de hacer campañas en la que prácticamente no tocó a su principal rival –en ambos casos, el PRI-.  Consecuentemente, (3) el rival del PAN –el PRI- se benefició ampliamente de la selección de candidata y campaña del PAN en 2012 y se han beneficiado ahora en 2017.

Finalmente, (4) el partido que derrotó al PAN en 2012 –el PRI- nunca criticó o investigó los muchísimas tragedias humanitarias o documentadas corruptelas ocurridas durante el gobierno panista de Felipe Calderón o de sus cercanos. Además, la candidata presidencial del PAN en 2012 -Josefina Vázquez Mota- habría recibido una vez concluido el proceso electoral más de mil millones de pesos para su fundación de manos de un gobierno encabezado por el candidato rival que se vio beneficiado con la deficiente campaña panista.

En la elección de 2017 en Edomex, (1), (2) y (3) son evidentemente ciertos.  Esto significa que el PAN y su candidata están muy cerca de “josefinear” este año. Sin embargo, dado que el proceso electoral sigue en curso, tendremos que esperar a que concluya para confirmar si el punto (4) termina o no aplicando. Si (4) llegase a suceder, su ocurrencia será fácilmente distinguible para cualquier mexicano que siga a medios críticos e independientes. Es entonces cuando, de acuerdo con el sentido de nuestro término, podremos saber si el PAN y su candidata en el Estado de México han estado “josefineando”.

@asalgadoborge

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Antonio Salgado Borge
Candidato a Doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Cuenta con maestrías en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y en Estudios Humanísticos (ITESM). Actualmente es tutor en la licenciatura en filosofía en la Universidad de Edimburgo. Fue profesor universitario en Yucatán y es columnista en Diario de Yucatán desde 2010.

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