EL SEXENIO DEL EMBARAZO ADOLESCENTE (RIESGOS)

14/07/2012 - 12:00 am

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI, 2005), en México, cada año nacen en promedio dos millones 500 mil niños, de los cuales cerca del 20 por ciento son hijos de madres adolescentes de entre 12 y 19 años.

Desde el inicio de las administraciones presidenciales panistas, la cifra de casos aumentó en un 27% en comparación con los 366 mil casos que, en el 2000, reportó el ex Secretario de Salud Julio Frenk, quien desde 1996 había encabezado la campaña “En buen plan… Planifiquen”. De no haberse tomado tales medidas, los embarazos de adolescentes hubieran ascendido a poco más de un millón a principios del siglo XXI, tal y como lo marcaba la tendencia desde la década de los setentas y antes de dichas precauciones.

Entre las causas que actualmente continúan originando este problema se encuentran la insuficiente impartición de educación sexual en las escuelas, la reticencia de algunos padres de familia para que el tema se trate en clase, la falta de disponibilidad de métodos anticonceptivos y de campañas de promoción, así como la acción de algunos gobiernos locales (Morelos, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora, Aguascalientes, Guanajuato y Yucatán) que obstaculizan las políticas públicas en la materia y ponen especial énfasis en la resistencia social y política para atender esta situación.

Líderes de organizaciones no gubernamentales, organismos como la UNICEF, diputados, asambleístas y profesionales de la salud advierten acerca de la posibilidad de un grave retroceso si los programas antes impulsados se siguen frenando. En tanto que se toman las medidas para reducir las cifras de embarazo en adolescentes, dentro de este contexto existe un importantísimo apartado que es frecuentemente desatendido: la nutrición de la futura madre prematura y la de su bebé.

La gestación en la adolescente es una situación de riesgo nutricional, ya que el crecimiento longitudinal no suele finalizar hasta cuatro años después de la menarquía. Además supone una sobrecarga al añadir, a los propios requerimientos para su crecimiento, las necesidades energéticas y de nutrientes esenciales necesarios para el crecimiento fetal, para la formación de nuevas estructuras maternas (placenta, útero, glándulas mamarias, sangre) y los depósitos energéticos que aseguren las demandas a presentarse tanto en el parto, como en la lactación.

En esta etapa, los requerimientos de nutrientes son mayores que los de las gestantes adultas, en especial, los de energía, proteína y calcio. El estado nutricional de la madre antes de la gestación también constituye un factor muy importante. Si éste es bueno, los almacenes de nutrientes serán adecuados para suplir posibles deficiencias durante este periodo.

Sin embargo, la actitud de la adolescente para asumir una nutrición sana suele verse muchas veces afectada por el conflicto que vive respecto a la aceptación de su imagen corporal, que va de la mano con su adaptación a los cambios anatómicos, funcionales y a las fluctuaciones bruscas que ocurren en su estado de ánimo, ocasionadas tanto por la adolescencia, como por la gestación.

El deseo de ser independiente de la familia y aceptada por sus compañeros puede provocar en ella prácticas alimenticias alteradas: exceso de comida, reducción de peso, anorexia nerviosa, bulimia, dietas vegetarianas, dietas de moda, etcétera. El panorama  podría complicarse si la joven embarazada integra las estadísticas de obesidad que, en México, abarcan a uno de cada tres adolescentes, según la Encuesta Nacional sobre Salud y Nutrición y las Proyecciones de la Población de México 2005-2050, realizada por el Consejo Nacional de Población.

ALIMENTACIÓN SANA PARA LA MADRE ADOLESCENTE

En la adolescente embarazada, los requerimientos energéticos son mucho más elevados que en etapas anteriores y dependen de la velocidad de crecimiento, de la actividad física que realice con regularidad y de las demandas del bebé en gestación. Normalmente, el incremento al valor calórico total de la dieta es de 500 kilocalorías adicionales a las establecidas para su peso, estatura, edad y su situación fisiológica como adolescente. Esto significa que la ingesta diaria de energía será de aproximadamente 2,700 Kcal.

Las necesidades proteicas también aumentan debido al elevado ritmo de crecimiento y al aumento de la masa muscular propia de la adolescente y para apoyar la formación de tejidos maternos y fetales. Por eso se debe suministrar entre 10 y 16 g/día adicionales. Cabe mencionar que la eficacia de la utilización de la proteína durante la lactancia es de un 70%. Es muy importante cuidar la calidad de las proteínas de la dieta, las cuales deben ser 50% de origen animal y, el restante, vegetal. La proteína deberá constituir entre un 12 y 15% de la ingesta energética total.

Destaca la necesidad de las vitaminas B1, B2 y B3, las cuales cumplen importantes funciones en el metabolismo energético, es decir, en el proceso de convertir los nutrientes de los alimentos en moléculas más simples que se transforman en energía para que el cuerpo pueda funcionar. Importante en este proceso lo es también la vitamina B6 que participa en la síntesis (producción) proteica.

Las necesidades de ácido fólico  y vitamina B12 son también elevadas y, en el caso del primero, se debe empezar a ingerir 2 ó 3 meses antes del embarazo a fin de evitar malformaciones en el feto. Es de destacar que el riesgo de carencia de estos nutrientes es muy alto, sobre todo, en los casos de dietas unilaterales como la de las vegetarianas estrictas.

Se requieren mayores cantidades de vitaminas C, A, E y D para mantener la normalidad estructural y funcional de las nuevas células, así como para la absorción del calcio y el rápido crecimiento y maduración ósea. La ingesta de vitaminas A y K no suele elevarse durante la gestación en la mujer adulta, sin embargo, en este caso sí se incrementan dada su importancia para el desarrollo físico de la adolescente que será mamá.

La ingesta de vitamina C puede ser preocupante en adolescentes que consuman pocas frutas y verduras y en aquellas que fumen. De ahí la recomendación de que tomen, al menos, 100 mg/día, ya que ellas tienen menos concentración de ácido ascórbico sérico y leucocitario y una notable reducción de la vida media de la vitamina C en su organismo. En síntesis, el sistema inmunológico corre peligro ante la carencia de este micronutriente.

Un mayor aporte de hierro es necesario para la formación de moléculas (hemoglobina, mioglobina, etcétera) en el feto y para formar un depósito hepático de hierro en su organismo, el cual será movilizado posteriormente en la vida neonatal, con lo cual se compensa la baja concentración de este nutriente en la leche materna.

La ingesta adecuada de zinc es importante, ya que una deficiencia ocasiona retraso en el crecimiento y alteraciones del gusto. Otro mineral que se requiere en niveles elevados es el fósforo, el cual está presente en grandes cantidades en la mayoría de los alimentos.

La suplementación vitamínica en forma de complejos farmacéuticos es bastante común, aunque probablemente es innecesaria, excepto en grupos de alto riesgo o cuando hay pruebas de ingestas inadecuadas. No obstante, la mayoría de las gestantes pueden alcanzar las necesidades en vitaminas consumiendo una dieta de calidad adecuada. Excepto para la vitamina K, todas las demás presentan una demanda aumentada en la gestación. Además de incluir hierro en la dieta, es frecuente que se aporte en forma de complejos medicinales que evitan el riesgo de un aporte insuficiente.

Es obligado prestar atención al consumo de yoduro debido a que su déficit conduce a un daño fetal, a tal grado, que el neonato puede presentar minusvalía intelectual, además de que su sistema nervioso puede afectarse como consecuencia de una inadecuada síntesis de hormonas tiroideas yodadas.

Una mujer con peso pregestacional adecuado, que conserva una ganancia entre 250 y 300 g semanales, no tendrá que modificar su patrón de alimentación siempre y cuando consuma una dieta variada. Cuando se inicia el embarazo con bajo peso se debe aumentar de 12 a 15 Kg. Quienes empiezan con sobrepeso, deberán aumentar entre 7 y 9 Kg.

Los errores nutricionales durante la gestación pueden afectar la salud de la madre y del bebé, pero también pueden tener implicaciones posteriores en ambos. Es muy importante la educación nutricional y la adolescencia es el momento justo para aplicar normas dietéticas y consejos de promoción de la salud antes de la instauración de los hábitos que permanecerán durante la edad adulta. Es necesario aportar una dieta con una proporción adecuada entre los principios inmediatos: Grasa (30-35% Kcal), hidratos de carbono (50-60% Kcal) y proteínas (10-15%).

Entre las recomendaciones generales más importantes dirigidas a las gestantes adolescentes destacan:

  • Asegurar la energía y nutrientes necesarios para un correcto crecimiento y desarrollo Cuidar que la dieta sea variada y que incluya alimentos de todos los grupos
  • No saltarse las comidas
  • Reforzar el desayuno para mantener la actividad física e intelectual de la mañana
  • Evitar el abuso de dulces, golosinas y sal
  • Evitar el abuso de comidas rápidas y el consumo del alcohol
  • Mantener una actividad física adecuada
  • Llevar una dieta variada y equilibrada para cubrir las necesidades de vitaminas y minerales
  • No fumar

Las adolescentes bien nutridas enfrentan menos problemas de salud y cuando se embarazan es más probable que su hijo tenga un mejor desarrollo y un peso adecuado al nacer. Lamentablemente, el 55.2% de los adolescentes mexicanos son pobres y, uno de cada 5 adolescentes, tiene ingresos familiares y personales tan bajos que no les alcanza siquiera para la alimentación mínima requerida.

En la década de los setenta se empezaron a crear políticas públicas y campañas gubernamentales en colaboración con la FAO y la OMS para combatir la desnutrición en el país. Le tocó al Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán, representado por los doctores Miriam Muñoz y  Adolfo Chávez, echar a andar programas de educación, vigilancia y atención de las mujeres desde el nacimiento hasta la edad adulta, sobre todo en zonas rurales. A partir de entonces, se pudieron reducir los índices de mortalidad neonatal, desde el nacimiento hasta el año de edad.  De 8 muertes por cada 1000 nacidos vivos se pasó a la cifra de 4/1000 nacidos.

A lo largo de sus investigaciones, los doctores Muñoz y Chávez constataron que el principal obstáculo para comer bien, además de los escasos recursos, es el apego a lo cotidiano. En su obra “Guiás de alimentación. México” apuntan que “para gozar de la mejor salud posible y también para comer bien y sabroso no basta con aceptar lo que hicieron las generaciones anteriores, sino aceptar los nuevos conocimientos derivados de la ciencia de la nutrición”.

Es importante orientar y apoyar a los y las adolescentes desde el seno familiar, en la escuela y la sociedad para que asuman su formación de una manera responsable y con buena autoestima y para que el tema de los embarazos en adolescentes, paulatinamente, se convierta en una plática de referencia acerca de un problema del pasado, un mero motivo para conmemorar y promover, el 26 de septiembre de cada año, el Día Nacional para la Prevención del Embarazo No Planificado en Adolescentes.

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PRINCIPALES ERRORES NUTRICIONALES DEL ADOLESCENTE

  1. La eliminación de alguna comida del día (por lo general, el desayuno) es usual.
  2. El consumo de bocadillos y productos de bollería (entre comidas) es frecuente y derivado de la omisión de comidas.
  3. La ingesta a media mañana de snacks, altos en grasas saturadas y en azúcar refinada, y deficitarios en vitaminas y minerales (gorditas, quecas, pastelitos y galletas rellenas de crema, frituras).
  4. Predilección por la ingesta de comidas rápidas o “para llevar”.
  5. Las comidas que toman en su casa tienden a ser poco convencionales en la hora, en el tipo de comida y en la estructura en general.
  6. Inician el consumo de alcohol, cuyo aporte es nulo en nutrientes y total en grasa.
  7. Consumo frecuente de bebidas efervescentes.
  8. Poco hábito de consumo de frutas (2 -3 piezas por semana, en promedio, en lugar de una diaria por lo menos).
  9. Poco hábito de consumo de verduras y hortalizas (1 pieza en promedio al día, en lugar de 3 -5)
  10. Poco consumo de agua natural.

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PRINCIPALES COMPLICACIONES PARA LA SALUD DE LA ADOLESCENTE GESTANTE

* Hay un porcentaje mayor de casos de anemias

* La incidencia de hipertensión inducida en el embarazo aumenta

* El porcentaje de partos prematuros es superior debido a que la adolescente lleva una actividad diaria totalmente normal sin tener en cuenta en absoluto su estado de gestación

* El número de cesáreas a esta edad es mayor que en las gestantes adultas debido a que los huesos todavía se están desarrollando y las chicas tienen una pelvis pequeña, hecho que dificulta el parto vaginal

* Suelen tener partos mal controlados, pues asisten a consulta médica cuando la gestación está bastante avanzada

* Estreñimiento y hemorroides

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NECESIDADES NUTRICIONALES DURANTE LA GESTACIÓN

Tabla 1.8 Necesidades nutricionales durante el embarazo. Fuente: Cervera, P.; Clapés, J. Y Rigolfas, 1993.

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MENÚ PARA MUJERES GESTANTES

Desayuno

  • 1 vaso de leche sola o con café suave. Podrá ser entera siempre y cuando no haya un exceso de peso
  • 2 rebanadas de pan de caja con 2 Cdtas.de mantequilla y 2 Cdtas. de mermelada o 2 rebanadas de queso fresco semidesgrasado o 2 rebanadas de jamón o 1 lata de atún en conserva en agua (éste último siempre y cuando no haya una hipertensión arterial).
  • 1 pieza de fruta mediana – grande o un vaso de zumo natural
  • Agua

Media Mañana

  • 1 vaso de leche sola o con café suave (medio vaso). Si no se tiene adquirido el hábito de comer algo a media mañana, se puede suprimir esta ingesta.

Comida

  • Ensalada de arroz (Ejemplo: 1 taza de arroz blanco al vapor, 1 jitomate, 1 taza de lechuga, 1 gajo de cebolla, 1 zanahoria, ½ lata de atún en agua, 5 nueces, 5 aceitunas, 1/3 taza de elote)
  • 150 g de carne, pollo o conejo
  • 1 pieza de fruta pequeña – mediana
  • 6 Cdtas. de aceite de oliva para aderezar la ensalada y cocinar la carne
  • Agua, limón y poca sal

Merienda

  • 1 yogur natural con cereales, 3 ó 4 galletas tipo María
  • 1 pieza mediana de fruta
  • Cena
  • Sopa de 50 g de pasta o de 2 tazas de verdura picada con una papa mediana
  • 125 g de pescado con 1 taza de guarnición de ensalada
  • 150 g de coctel de frutas o 1 fruta al horno
  • 4 Cdtas. de aceite de oliva para cocinar la sopa, el pescado y aderezar la ensalada
  • Infusión
  • Agua, limón y poca sal

Antes de dormir

  • Un vaso de leche o 2 yogures naturales

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