ENTREVISTA | Consumir transgénicos es opción propia tras leer las etiquetas: Syngenta

20/02/2015 - 12:03 am
Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Jon Parr, Jefe Mundial de Operaciones de Syngenta. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Ciudad de México, 20 de febrero (SinEmbargo).– En más de medio siglo de uso de organismos genéticamente modificados, nadie ha podido demostrar hasta ahora –con bases científicas– que consumir transgénicos afecta a la salud, al ambiente a los animales o contamina otros productos, aseguro el Jefe Mundial de Operaciones (CCO, por sus siglas en inglés) de Syngenta, Jon Parr. Si las etiquetas de algún producto informan sobre su contenido, el consumirlos o no es decisión de cada quien, planteó.

Jon Parr visitó recientemente el país y en entrevista con SinEmbargo habló sobre la importancia que exista información sobre los organismos genéticamente modificados, tanto por parte de los productores, de los científicos, de las empresas y de las legislaciones vigentes en cada país.

Syngenta es una de las compañías líderes mundiales dedicada a los agronegocios, con presencia en más de 90 países. Según su informe corporativo de 2014, el año pasado, la empresa registró ventas superiores a los 15 mil millones de dólares, lo que representó un aumento de 3 por ciento en relación a 2013.

A nivel mundial, la empresa, de origen suizo es una de las cinco principales productoras de transgénicos en el mundo con aproximadamente 5 por ciento del mercado, dominado por la estadounidense Monsanto, con aproximadamente el 80 por ciento.

México representa uno de los 15 mercados más importantes para la empresa, que surgió en el año 2000 tras la fusión de las áreas agrícolas de Novartis y AstraZeneca. Entre sus objetivos está que uno de cada siete jitomates consumidos en el mundo sean de semillas Syngenta.

En 2008 abrió un centro de investigación en biotecnología en Beijing; primera institución de investigación de agricultura biotecnológica localizada fuera de Estados Unidos, la cual se especializa en la investigación de los rasgos agronómicos para las cosechas dominantes como el maíz y la soya y se enfoca en la mejora de la producción, la optimización del agua, el control de enfermedades y la conversión de la biomasa en biocombustibles.

Parr reconoce que el de los transgénicos es un tema polémico y afirma que, su filosofía como empresa no es imponer el uso de esta tecnología agrícola, ya que se trata de una decisión de los productores, los gobiernos y los consumidores. Citó el caso de la Unión Europea, donde los países ya cuenta con la autonomía para prohibir los cultivos, después de cuatro años de un intenso debate.

En este decisión, consideró, la información juega un papel importante y esa información debe provenir desde las etiquetas en las que el consumidor o productor pueda enterarse de lo qué contiene ese producto, si daña o no el ambiente, si tiene efectos en el humano o si afecta a los animales, para así poder definir si los consume o no.

DESINFORMACIÓN Y MALENTENIDOS

Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Syngenta no impone el uso de transgénicos a la industria, esa es decisión de la industria y de los consumidores, afirma Jon Parr. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

–¿Qué tan importante es México para la compañía?

–México es uno de los mercados más importantes para la empresa. Es un gran negocio, hay mucha agricultura y es un mercado que está creciendo, y Syngenta es una compañía que ha estado aquí desde hace mucho tiempo trabajando con agricultores en México.

Es muy importante por el número de aspectos que engloba su agricultura, uno de ellos es que tiene un mercado exportador muy importante y podemos dar mucho valor a los agricultores que están exportando a países como Estados Unidos que imponen altos estándares. También hay una pequeña proporción de pequeños productores con los que nos interesa trabajar, 25 por ciento de nuestro negocio es con este grupo.

–En México estamos buscando actualmente soluciones para producir más alimentos, ustedes qué clase de soluciones proponen

–México tiene una serie de desafíos. El primero es que deben aumentar sus exportaciones en el sector, pero también producir lo suficiente para el país. Necesitan trabajar con sus productores, hacerlos más competitivos, principalmente en el área de verduras. Nosotros ofrecemos soluciones en semillas, granos y conocimiento en agricultura.

Otro desafío que tiene el país es que sea autosuficiente en la producción de comida porque gastan millones al año importando alimentos. Necesitan empezar a incrementar la producción de los pequeños productores, principalmente del sur. Para nosotros es muy fácil incrementar la producción hasta en 50 por ciento con nuestras soluciones. En el caso del maíz, podemos ayudar de muchas formas con la tecnología que ya tenemos.

–Pero la gran parte de los agricultores en el país son pobres y no pueden costear la tecnología que ofrecen. ¿Tiene algún programa para facilitarles el acceso?

–Los pequeños productores en México o en cualquier parte del mundo pueden mejorar sus productividad en la medida que la comercialización de sus productos sea más viable y sustentable.

–¿Conoce a los productores mexicanos?

–Hace muchos años visité muchos productores de México y lo que encontré es que los pequeños productores tienen los mismos problemas en todas las partes del mundo: el clima, la economía y por eso la compañía entiende la situación de los pequeños productores.

–¿Considera –en el caso de México– que es necesario aplicar una reforma en el campo para cambiar la situación de los pequeños productores?

–Lo que pienso es que el gobierno, las empresas y los institutos de investigación tienen un papel importante que jugar. Lo que hace falta es una educación para los agricultores hacerla viable para los pequeños productores. Pienso que los gobiernos pueden hacer algo para ayudar al sector y en esto se involucra la burocracia, pero no quiero hablar de México porque no conozco bien el problema.

–¿Qué recomienda hacer para evitar que aumente el precio de los alimentos?

–Uno de los problemas en México es que el precio de su comida está bajo presión por el incremento del dólar y porque importan. Deben aumentar su producción, para no depender de las importaciones. En mi opinión tienen que adoptar una mejor tecnología.

–¿Cuál es la diferencia entre ustedes y Monsanto?

–Creo que si quiere hablar de Monsanto tendrían que hablar con Monsanto, pero en nuestro caso hemos desarrollado transgénicos con rendimientos impresionantes como en maíz. Brasil, Argentina, muchos países en América Latina han adoptado la tecnología. Nosotros ayudamos a los agricultores a ser más eficientes y a usar menos químicos. Nosotros tenemos muchas soluciones para los productores, si no quiere usar una tecnología transgénica, puede usar otra, pero es su decisión. No es decisión de nosotros ni del gobierno sino de los productores y de los consumidores si quieren o no consumir transgénicos.

El consumidor, tal vez el gobierno, decidan que no quieren los organismos genéticamente modificados (OGMS) y lo entendemos, por ejemplo, la mayoría de Europa no los usa y tenemos un fantástico negocio en Europa.

El productor tiene que proteger sus granos contra el estrés del clima, insectos o desastres y eso es lo que nosotros le damos y puede ser con químicos, OGMS o la combinación de ambos. Nosotros no decimos que alguien deba usar determinada tecnología. Lo que creemos es que los productores quieren tener acceso a la mejor tecnología y creemos que lo mejor es que puedan hacerlo, pero nosotros no lo imponemos.

Las pruebas –realizadas a los OGMS– por más de una década y las regulaciones de cada país también son las que deciden si una etiqueta dice si un producto es dañino para el ambiente, para el consumo humano y nosotros tenemos muy altos valores en esa área.

–¿Cuál piensa que es el principal reto de los organismos transgénicos?

–El principal reto es que la gente no entiende a la ciencia y desafortunadamente hay mucha publicidad contraria. No es para asuntarse, es tecnología que está disponible para los agricultores y los consumidores, pero hay un malentendido, y es un reto que tenemos el explicarle a la gente, de manera apropiada, para que decida si quiere o no consumirlos.

– ¿Tienen pruebas que contradigan a quienes están en contra de los transgénicos?

-Tenemos más pruebas de las que se imagina. Tenemos más de 10 años de investigación sobre el tema. Tenemos que realizar cientos de estudios para demostrar que un producto es seguro para el ambiente, para los animales, para el consumo humanos que se le tienen que presentar a las autoridades regulatorias de cada país. No hay OGM en el mundo que no haya sido aprobado por las agencias científicas de cada país o que viole las regulación de la industria. El costo de producir una sola prueba es de aproximadamente 250 millones de dólares, es mucho lo que se gasta para probar que –los transgénicos- no producen ningún daño.

–¿Puede hablar de algún caso en particular?

–No, lo que puedo decir es que hasta ahora no hay nadie que haya probado que los OGMS causan algún tipo de daño.

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