Entre reventa y aficionados el Cruz Azul consigue, de “a diez”, la ventaja en el partido de ida

24/05/2013 - 12:07 am
Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Ciudad de México, 24 de mayo de 2013. (SinEmbargo).- Una mujer se para en frente de la puerta cinco, justo delante de los puestos de tacos. Está vestida toda de gris con una cangurera negra colgando de su cintura. “Dos mil”, dice seca. Los días previos al partido de ida de la final de este torneo Clausura 2013 entre Cruz Azul y América, la reventa acaparó las taquillas y dejó huérfanos de pasión a los aficionados que hicieron filas durante horas. “Si son dos, te los dejo en 1,800”, se apiada la vendedora.

El cielo del Distrito Federal se puso negro. En las calles de la colonia Nápoles, el amarillo y azul se mezclaban en una especie de ritual amistoso antes de combatir cada uno de sus trincheras. Los microbuses que recorren insurgentes estaban llenos de miradas entre cruzadas con disgusto entre americanistas y cruz azulinos.

“Somos como cuatro mil”, dice un agente con la mano abierta haciéndola para arriba. El capitán Aquiles Plascencia es renuente a los periodistas y con su impecable uniforme azul bien planchado niega la cifra con un recurso burocrático, “es información que no puedo dar, solo en comunicación social”, dice quien imagina que dirige un operativo de secreto de estado.

El estadio Azul no tiene explanada. La gente da vueltas alrededor del recinto del Cruz Azul buscando comer, divertirse o encontrarse con alguien. “Güilo maricón, güilo maricón, la puta madre que te parió”, cantan un grupo de seis azules a una chica que lleva un gorro con el escudo americanista que camina de frente. “¡Es vieja, es güila!, dice uno de los cruz azulinos. Una del grupo dice, “no hay pedo, yo me la echo”.

Un señor tiene un letrero de la mano con un montón de pulseras de colores pegadas en el papel. “Pulseras de la suerte, 5 pesos, dice hasta la parte de arriba. La roja es para el amor, el amarillo para el dinero, la verde para la salud y la azul para la sabiduría, según el gurú vendedor”. Dinero frente a sabiduría se estarán disputando la final de nuestro futbol. “Debería ganar la sabiduría, pero en este mundo normalmente gana el dinero”, da su pronóstico el canoso comerciante.

En los edificios aledaños al Azul, pequeños estadios se forman en los departamentos con terrazas adornadas con la bandera de preferencia. Hombres y mujeres se asoman a ver el caótico panorama de la calle de abajo. Un abuelo en short fuma un puro en su balcón de frente al estadio. Saca una cerveza y se acomoda. El viejo disfruta la previa, mientras sus vecinos acomodan la mesa con la pantalla de muchas pulgadas al fondo.

En el eje seis, se estacionan siete microbuses repletos de americanistas que se desbordan por las ventanas cantando y aventando papelitos amarillos. Un grupo de policías se mueven y se colocan alrededor de los vehículos parados. Uno a uno van vaciándose mientras la lluvia empieza a arreciar. Las barras americanistas se fusionan y caminan a la puerta por donde entrarán.

Un camión sigue repleto custodiado por no menos de 30 policías. Los pasajeros no traen boleto y así no podrán bajar. Uno de ellos pide permiso para bajar y corre a buscar boletos. Los afortunados con 700 pesos más verán a su equipo jugar. La mayoría baja tiempo después y empiezan el regreso a casa. Un restaurante chino en frente al estadio se empieza a llenar de azules y amarillos. “China tu male” es el nombre del lugar.

Un número sobresale alrededor del estadio. “A Diez”, dice el de las cornetas, “a diez”, dice el que pinta los cachetes con los escudos, “a diez”, dice el de los impermeables. Los vendedores ofertan como en una especie de premonición. En una hora, adentro del recinto futbolístico, el “10” de Cruz Azul se elevará en el área grande y anotará el único gol del partido. “A diez” se escuchaba en las calles, los gritos hicieron eco en terreno de juego.

En los más de 90 minutos cardíacos de juego, los celeste consiguieron la ventaja que tanto anhelaban. Christian el “Chaco” Giménez fue el encargado de poner un paso adelante a la Máquina del Cruz Azul en el partido de ida de la final del Clausura 2013.

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