México

El Gobierno de EPN no quita redes de enmalle, y la vaquita marina nada hacia su extinción, dice NYT

02/03/2017 - 1:34 pm

En Baja California sólo quedan 30 vaquitas marinas, debido a la demanda de un pez que comparte su hábitat. Los expertos proponen mantenerlas en cautiverio para prevenir su extinción, pero podría no ser suficiente, reveló una investigación especial del The New York Times. El diario destacó que a pesar de que el Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto se comprometió a salvaguardar esta especie, no ha tomado medidas concernientes a la prohibición de la red de enmalle, la cual usan los pescadores y es la principal causa de muerte de esta pequeña marsopa.

Ciudad de México, 2 de marzo (SinEmbargo).– A pesar de que sólo quedan 30 vaquitas marinas en México y que el Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto se comprometió a salvaguardar esta especie, no ha tomado medidas concernientes a la prohibición de la red de enmalle, la cual usan los pescadores y es la principal causa de muerte de esta pequeña marsopa, reveló una investigación especial del diario The New York Times.

En 2015, el Gobierno de México impuso una suspensión de dos años a todas las redes de enmalle a lo largo de los 8 mil kilómetros cuadrados que abarca el hábitat de la vaquita marina y envió a la Secretaría de Marina para hacer valer dicha medida. Con el objetivo de apoyar a las comunidades de la parte superior del Golfo que dependen de la pesca y los camarones, el Gobierno asignó 74 millones de dólares como compensación durante la suspensión.

El diario mencionó que la esperanza era que el Ejército detuviera el comercio de totoaba y que los dos años fueran suficientes para desarrollar una red de arrastre que fuera segura para la vaquita marina y sustituyera las redes de enmalle camaroneras. Aunque, incluso antes de que el comercio de la totoaba surgiera, las redes de enmalle legales ya habían mermado la población de la vaquita marina.

Pero los pescadores locales argumentan que las capturas con las nuevas redes han sido insuficientes para mantenerse, y las autoridades simpatizan. “Mientras no haya alternativas para las prácticas pesqueras, nadie dejará sus redes de enmalle”, dijo al diario el doctor Rojas Bracho.

La prometida aplicación de la ley también ha decaído, destacó el diario estadounidense. “Fue evidente este mes a bordo del Sam Simon, un bote de 57 metros para buscar cazadores furtivos operado por la Sociedad de Conservación Pastor del Mar, una organización ambientalista”.

Como parte de un acuerdo con la Marina mexicana, esta organización patrulla el hábitat de la vaquita marina, saca del agua redes ilegales y busca cazadores furtivos. “Vemos actividades ilegales casi todos los días”, aseveró al diario Oona Layolle, líder de la campaña, llamada Operación Milagro.

El Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Rafael Pacchiano Alemán, prometió enviar este mes 45 elementos de la Policía federal a patrullar las playas y a desmantelar campamentos de cazadores furtivos.

Sin embargo, no dio respuesta a la principal recomendación de los ecologistas: la prohibición permanente de redes de enmalle. La temporada de pesca legal de totoaba ya empezó, lo que significa que habrá docenas de pequeños botes sobre el agua que servirán como escondite.

“Si no puedes deshacerte de las amenazas, la población seguirá disminuyendo”, afirmó al New York Times el Dr. Turvey. “No tenemos tiempo para ser complacientes”.

En Baja California sólo quedan 30 especies de Phocoena sinus, mejor conocida como vaquita marina, en parte debido a la demanda de un pez que comparte su hábitat y que ha llevado a esta pequeña marsopa al borde de la extinción.

La marsopa miniatura con rasgos caricaturescos y marcas oscuras alrededor de los ojos, vive solo en las aguas fértiles del extremo norte del Golfo de México.

Apenas quedan unas treinta vaquitas marinas, según un estimado de noviembre basado en el monitoreo acústico de ecolocación. La mitad de las vaquitas marinas que se contaron hace un año han desaparecido, de acuerdo con el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita (CIRVA).

La vaquita marina ha ido desapareciendo ante la desesperación de los ambientalistas que aconsejan al Gobierno de México acerca de cómo salvarlas, sin embargo, todos los recursos aplicados, incluida la protección brindada por la Secretaría de Marina no han logrado combatir el comercio ilegal de vida salvaje.

“Si continuamos por este mismo camino, en dos años ya no tendremos vaquitas marinas”, aseveró al New York Times Bárbara Taylor, experta en mamíferos marinos en la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por su siglas en inglés).

¿CÓMO SON CAPTURADAS?

El New York Times explicó en la nota firmada por Elisabeth Malkin que las vaquitas marinas son capturadas de manera accidental, quedan atrapadas y se ahogan entre las cortinas de las redes de agallas puestas de manera ilegal para atrapar a la totoaba. La vejiga de este pez se seca y se envía de contrabando a China, donde comensales adinerados pagan miles de dólares por el manjar, pues creen que posee poderes medicinales.

Desde 2011 los cazadores furtivos de totoaba han exterminado el 90 por ciento de la población de vaquitas marinas, de acuerdo con el programa de monitoreo acústico que dirige Armando Jaramillo Legorreta en el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático del Gobierno mexicano (INECC) citado por el medio estadounidense.

“Siempre nos opusimos al cautiverio”, declaró al diario Lorenzo Rojas Bracho, experto en mamíferos marinos en INECC y presidente del grupo asesor CIRVA. No obstante, nadie esperaba que la población disminuyera tan rápidamente.

El plan involucraría delfines entrenados que son parte de la Marina de Estados Unidos, los cuales localizarían a las vaquitas marinas para capturarlas, transferirlas a un estanque temporal y, después, colocarlas en un corral marino que sería construido dentro de su hábitat a lo largo de la costa del Golfo de California. La mayoría de las vaquitas marinas permanecerían en libertad.

Sin embargo, un plan de manejo de conservación diseñado con la finalidad de que los animales eventualmente puedan regresar a su hábitat no es una solución permanente, dijo al New York Times Samuel Turvey, investigador de la Sociedad Zoológica de Londres que estudia el manejo de conservación de especies bajo alta amenaza.

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