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Ernesto Hernández Norzagaray

02/05/2020 - 12:05 am

Despensas mafiosas

Quizá, por eso AMLO, salió al quite en una de sus conferencias mañaneras, pues ese espacio no lo quiere compartir con nadie y menos con malandros “buenos”.

“El resto está con el qué le de esas cajas con frijol y arroz, aceite o azúcar, donde está el sello y la imagen de ‘El Chapo’ Guzmán o el llamado ‘Señorón’ de Morelos”. Foto: Margarito Pérez, Cuartoscuro

Saben hacer su juego.

Los cárteles entregan unas despensas, o centenas si se quiere, en zonas marginales de Sinaloa, Tamaulipas, SLP, Veracruz o Morelos y la respuesta es obvia, se refleja en los rostros de agradecimiento que luego se congelan en imágenes estáticas que son registradas y en el mismo instante se suben a las redes sociales y los medios de comunicación inmediatamente le dan vuelo entre el azoro y la fascinación.

¿Cuánto pudieron haber costado esas despensas? En el mejor de los casos unas decenas de miles de pesos, y con ello se trasmitió la idea del criminal magnánimo, solidario, bueno, enraizado en el pueblo. Nunca pudo haber resultado más barato instalar esa idea en el imaginario colectivo cuando al instante se multiplican ilusoriamente en miles o decenas de miles despensas con el sello de la casa del cártel. Pero, la sola idea multiplicada no sólo muestra este ejercicio de magnanimidad, busca mostrar sutilmente la ausencia de los actores que están en la economía o en la función pública.

Para una comunidad pobre, en los linderos dramáticos del hambre, no hay mejor persona que la que le ayuda con una dádiva, un regalo, un pan para pasar el día. No ve delincuentes embozados, ni personas armadas, menos a alguien que represente un riesgo para su integridad personal, o la de su comunidad, simple y llanamente divide de forma binaria el mundo entre quienes le dan y los que no; entre los que no están obligados a dar y dan y, en esa lógica, los que estarían obligados no dan.

En ese juego perverso de dádivas no es difícil sacar la conclusión sobre quien gana en el imaginario de estas personas marginales, y no solamente entre ellos, sino entre muchas otras personas, que no las reciben pero que ven en el acto de esa entrega, magnanimidad, que en tiempos de desgracias colectivas se agradece y aplaude, se corre la voz, cómo si se llegará en medio del desierto al oasis de su hambre.

Quizá, por eso AMLO, salió al quite en una de sus conferencias mañaneras, pues ese espacio no lo quiere compartir con nadie y menos con malandros “buenos”. A ellos les dijo desde Palacio Nacional que eso no ayuda, que lo que le ayuda a los de abajo es que sus organizaciones dejen de hacer sus “malandrinadas”, pero más énfasis que le pongan son palabras al viento, para oídos sordos. Aquella seguramente es parte de una estrategia de llenar vacíos o mejor recordar que están ahí, abajo, donde se nutren con sus capturas constantes de regiones, pueblos, barrios, personas.

Es el alimento natural de ese poder paralelo que se ha construido gradualmente a lo largo y ancho del territorio nacional, y vale poco reclamar que fue construido durante los gobiernos del prianato, lo real es que han demostrado que aun con todo y estrategias de seguridad pública están y seguirán estando, con estos u otros liderazgos. Qué son transexenales.

Así que el alegato moral del Presidente no tiene el oído de ese interlocutor de las sombras. Sólo le escuchan estoicamente los más leales. El resto está con el qué le de esas cajas con frijol y arroz, aceite o azúcar, donde está el sello y la imagen de “El Chapo” Guzmán o el llamado “Señorón” de Morelos. No ve malandrines porque ven despensas para unos días independientemente del gobernante en turno aún cuando AMLO pregone la máxima propagandística de: “Primero los pobres”.

Que poco podría servir si el pronóstico de que millones de familias de clase media podrían agregarse a esos dos tercios de la población nacional que hoy vive en algún estado de pobreza. O sea, que esta crisis sanitaria, que hoy sacude las principales economías del mundo y en particular la nuestra, termine por agregar a segmentos de la clase media que se resistirá aceptar a ser considerados entre los pobres.

Se podrá decir que es aventurado este pronóstico y es que si bien nos va a pegar este golpe algunos dirán no será tan severo por las razones que se quieran. Sin embargo, lo que estamos viendo en una economía semiparalizada no nos permite ser optimistas más bien podría llevar al pesimismo entre quienes están en riesgo de perder sus empresas y empleos.

Más, todavía, si estamos viendo un desencuentro que raya en la ruptura entre el gobierno y la elite empresarial, lo que no está sucediendo en la mayoría de los países que aún con todas las dificultades y roces entre la política y economía, se mantienen unidos en lo esencial, para evitar en lo posible un mayor deterioro que haga más difícil la recuperación económica. Cierto la élite no es el todo económico y no se caracteriza por ser solidaria. Pero, en una crisis como la vigente debemos ir todos en el mismo barco con mucha interlocución.

Ya lo reflexionábamos en nuestra colaboración anterior (“El Dinero Mafioso”) si se profundiza la crisis la secuela en la estructura productiva y el empleo tendrá un alto costo. Y eso genera vacíos que otros actores buscarán llenar. Entre ellos los que están detrás de quienes hoy reparten “magnánimamente” despensas en las comunidades pobres para seguir capturando mayores espacios de la economía.

Y ese es el problema de fondo, muy probablemente muchos capitales están siendo llevados a paraísos fiscales y otros están en espera de las decisiones, no declaraciones, del Gobierno obradorista. Atentos a la política monetaria y a los vacíos que se vayan creando para intervenir abierta o subrepticiamente.

En definitiva, la entrega de las despensas es el ángulo popular y mediático de una operación de contraste, que entrelineas busca refrendar la idea de que hay un “cártel bueno” y un “cártel malo”, uno que ayuda, que es de los suyos, y otro que perjudica, qué hace daño y en esa lógica pueril hay unos políticos buenos y unos políticos malos.

Y en esa percepción se olvidan qué estás organizaciones tienen una agenda que se mueve con la lógica de “si tus adversarios se están peleando no los distraigas, deja que lo sigan haciendo, al final otro podría ser el ganador”.

Al tiempo.

https://jehnorzagaray.blogspot.com/

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.

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