Economía

El Gobierno no da opciones a los pobres y los condena a vivir en el rezago, concluye investigación

02/09/2017 - 6:00 pm

En México trampas de pobreza, como la vulnerabilidad y falta de oportunidades, condenan a las personas a un rezago permanente, en el cual su acceso a la educación y una vivienda con servicios de calidad depende del territorio donde se desenvuelven.

El libro Trampas territoriales de pobreza, desigualdad y baja movilidad social revela que en nuestro país la situación es crónica en el sur y sureste en las áreas rurales de Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Puebla y Yucatán, así como en las áreas serranas del norte.

Sin embargo, en el caso específico de los municipios de Santa Isabel Cholula y Tianguismanalco, en Puebla, su salida o estancamiento de estas trampas fue el resultado de desprenderse de restricciones en apoyos productivos del gobierno estatal y el aprovechar sus ventajas comparativas.

Ciudad de México, agosto (SinEmbargo).– El territorio determina el acceso a las oportunidades de desarrollo de las personas y en México hay áreas “permanentemente rezagadas” en un marco de debilidad de las instituciones, se determinó en el libro Trampas territoriales de pobreza, desigualdad y baja movilidad social: Chile, México y Perú donde participó el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) y la Universidad Iberoamericana.

“En la región [América Latina] existen trampas de pobreza, de vulnerabilidad y de falta de oportunidades que tienen una expresión territorial bien definida. Estas trampas institucionales –en gran medida determinadas por factores sociales y políticos– se manifiestan en la existencia de localidades con indicadores de bienestar permanentemente rezagados frente al resto del país”, expone la premisa de esta publicación.

Los indicadores de bienestar considerados son la asistencia a clases, la escolaridad a tiempo con la edad, el acceso a servicios de la vivienda, la calidad de los materiales del hogar, y el acceso a teléfono y a computadora.

No obstante, algunas regiones han podido salir de las trampas de pobreza y desigualdad, es decir, situaciones que las mantienen en rezago relativo permanente. De acuerdo con un estudio de caso en dos municipios de Puebla presentado en la publicación, la superación de esas trampas o el estancamiento en las mismas “es resultado de la interacción entre los arreglos político-institucionales y los condicionantes reales al crecimiento económico que enfrentan las personas de esos territorios”.

En el prólogo, Julio A. Berdegué, del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, desarrolló que en Chile, México y Perú las aspiraciones personales se hallan cada vez más limitadas por el espacio donde uno se desenvuelve. Pero si a esta segregación territorial se le agrega “la debilidad de las instituciones de gobernanza” de muchos de los países latinoamericanos, “es fácil darnos cuenta que estamos ante una mezcla explosiva”.

Portada del libro realizado por especialistas de la Universidad Iberoamericana y del Centro de Estudios Espinosa Yglesias. Foto: Especial

ÁREAS PERMANENTEMENTE REZAGADAS  

En el capítulo sobre la pobreza y vulnerabilidad en México, los autores Mariana Pereira, del Banco Mundial, e Isidro Soloaga, de la Universidad Iberoamericana, concluyeron que en México existen áreas permanentemente rezagadas, sobre todo en zonas rurales, de acuerdo con un análisis de cifras de 1990 a 2010.

“Si bien estas áreas [permanentemente rezagadas] se encuentran distribuidas en varios estados, la situación parece ser crónica en el sur y sureste del país en las áreas rurales de Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Puebla y Yucatán, así como en las áreas serranas del norte”, dijeron.

En su gran mayoría, los municipios identificados como “rezagados siempre” pertenecen a Chiapas, Guerrero, Puebla y Oaxaca, ubicados en la región sur del país, y Veracruz, ubicado sobre el Golfo de México.

Dentro de un mismo territorio, una persona también tiene diferentes oportunidades, dijo en entrevista Juan Enrique Huerta Wong, de la UPAEP. En el caso de Puebla -que él investigó- el acceso a educación, empleo y ciertas capacidades se dificulta si se vive en la periferia de esa entidad. Además, encontró que hay una “contradicción” entre las expectativas de desarrollo de su población y lo que el Gobierno estatal propone.

A nivel nacional, los datos sobre los niveles de pobreza alimentaria en México para el periodo 1992-2012 muestran que en 2012 aún son prácticamente iguales a los existentes 20 años antes y los aumentos se concentran en el sur del país. Asimismo, la mitad de la población mexicana tiene ingresos que no cubren la canasta alimentaria y, por ende, no son suficientes para efectuar gastos en salud, educación, vestido, vivienda y transporte.

Ambos investigadores, bajo la idea de que las circunstancias personales (como lugar de nacimiento, riqueza del hogar de origen, etnicidad o sexo) impactan en las probabilidades de los niños y jóvenes para acceder a servicios que son necesarios para el bienestar y desarrollo de las personas, determinaron que “los territorios rurales siempre tienen los peores indicadores de bienestar”. En las zonas rurales habita más del 20 por ciento de la población del país.

Por ejemplo, para 2010 una persona promedio de entre 0 y 17 años tenía casi ocho veces más oportunidades de pertenecer a la clase media si vivía en ambientes urbanos de lo que las tendría si viviese en ambientes rurales.

Cinco años antes, en 2005, la situación de trampa de oportunidades abarcó a 14.8 millones de personas (14 por ciento de la población) y la gran mayoría residía en áreas rurales (13.9 millones), documentaron los autores.

Sin embargo, aseguraron, la enorme distancia que existía entre los territorios rurales y los urbanos se redujo considerablemente. Por ejemplo, en 1990 el indicador de asistencia escolar para jóvenes de entre 15 y 17 años que residían en áreas rurales era apenas el 31 por ciento del correspondiente de zonas urbanas y, para 2010, el porcentaje pasó a 65 por ciento.

Los progresos en las otras dos variables consideradas (calidad y acceso a servicios de la vivienda) muestran el aún importante rezago relativo de las áreas rurales y semirurales de México, sobre todo en el acceso a servicios para la vivienda (electricidad, agua y drenaje).

Pereira y Soloaga llamaron a los diseñadores de políticas públicas a incluir una dimensión geográfica en todas ellas en uno de los países más desiguales de América Latina y con baja movilidad social.

TRAMPAS AL CRECIMIENTO TERRITORIAL: CASO PUEBLA

Los municipios Santa Isabel Cholula y Tianguismanalco, ubicados en Puebla, al ser vecinos comparten características socioeconómicas como el porcentaje de la población dedicada a actividades agropecuarias y el nivel de escolaridad muy bajo; no obstante, experimentaron trayectorias distintas de crecimiento de 1990 a 2010, revela un análisis de Juan Enrique Huerta Wong (UPAEP), Rosa María Lechuga Morales (Consultora) e Isidro Soloaga (Universidad Iberoamericana).

“Los territorios se mantienen en condiciones de rezago debido a que existen restricciones operativas al crecimiento, así como condiciones que marginan a ciertas poblaciones dentro del territorio”, expusieron los autores.

En entrevista con SinEmbargo, Juan Enrique Huerta -uno de los autores– aseguró que vivir cerca de una metrópoli influye para viajar a trabajar o abastecerse de bienes y servicios. En el caso de los habitantes de esos municipios encontraron que viajaban a Atlixco para “agregar cierta calidad a su vida”, pero también detectaron “ciertas barreras a las oportunidades de desarrollo”.

En el factor de infraestructura para acceder al mercado ubicaron una “contradicción” entre lo que el Gobierno estatal propuso (la carretera Puebla-Cuernavaca para unir capitales) y la necesidad de los pobladores.

“Resultó que la ciudadanía encontró en esa infraestructura –una decisión unilateral– una barrera para desarrollarse porque alargaba la distancia a la Ciudad de México y los agricultores quieren llegar a la Central de Abasto lo más rápido posible”, contó Huerta Wong.

Puebla es el quinto estado más poblado del país. Casi la mitad del PIB de la entidad lo genera la industria manufacturera, particularmente la industria automovilística, liderada por la planta de Volkswagen con fuerte actividad exportadora (las exportaciones a Estados Unidos absorben el 46 por ciento de su producción).

Para saltar las trampas de pobreza, el municipio Santa Isabel Cholula logró desprenderse de restricciones en apoyos productivos del gobierno estatal y, al utilizar redes existentes, logró fortalecer la producción de cultivos para los que tenía ventajas comparativas.

Desde la década de los 90 productores encontraron que el crecimiento de la zona debía descansar en la producción de hortalizas por lo que rechazaron programas de gobierno que exigían la producción de granos básicos (maíz y frijol) de mucho menor rentabilidad en la zona.

Entre 2000 y 2010 los patrones de mercados laborales en estos municipios cambiaron de tal manera que Santa Isabel Cholula pudo obtener cierta autonomía y mejoró su posición de pobreza relativa en 2010.

Por el contrario, expone el texto, los cambios en los niveles de bienestar del otro municipio, San Juan Tianguismanalco, quedaron restringidos a la derrama que pudiera surgir de actividades ligadas con programas de gobierno y con una estructura productiva derivada de la cercanía con Atlixco, la ciudad principal de referencia para ambos municipios.

Tianguismanalco pasó a formar parte del territorio funcional con cabecera en el municipio de Atlixco, pero tanto en 2000 como en 2010 entró en situación de rezago relativo. Datos disponibles para el año 2000 muestran a Tianguismanalco (población de 9741 personas en 2010) en condición de “trampa de pobreza”.

Su principal motor económico es la floricultura. Sin embargo, la producción floral se encuentra estancada con el uso preponderante de sistemas tradicionales.

El estudio identificó las principales restricciones operativas al crecimiento en los dos municipios poblanos y los procesos de superación de las trampas de pobreza y desigualdad.

En cuanto a acceso a financiamiento privado y público, se verificaron restricciones de difícil cumplimiento por parte de las poblaciones atendidas. Por ejemplo, al no poder demostrar la posesión de la tierra a la Secretaría de Agricultura, los productores en la parte baja de la estratificación socioeconómica quedan fuera de los programas de apoyo.

Sobre el acceso a programas del gobierno, quienes logran pasar las restricciones, es porque se aíslan del gobierno y desarrollan sus propios mecanismos de acceso a la información, establecimiento de redes y acceso al financiamiento, lo cual ocurre con mayor frecuencia en Santa Isabel que en Tianguismanalco, o forman parte de élites políticas beneficiadas por la política pública.

Entre las restricciones también se encontró que el bajo nivel de escolaridad tanto de los beneficiados como de los funcionarios públicos que los imparten y que las condiciones del suelo de Puebla impide el uso de moto tractores, los insumos que ofrecen.

 

Dulce Olvera
Reportera de temas de crisis climática, derechos humanos y economía. Egresada de la FCPyS de la UNAM.
en Sinembargo al Aire

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