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Gustavo De la Rosa

03/12/2019 - 12:05 am

La derecha y sus genes antidemocráticos

Hoy la vemos tal cual es, con sus terribles análisis políticos, reclamos y voces en contra de lo que llama populismo-comunista; vemos que, al ser apabullada en las urnas, saca su verdadero rostro y se muestra como la enemiga radical de la democracia que es, hoy la miramos marchar en contra de Andrés Manuel López Obrador.

“¿Qué exigió la Derecha el domingo? Parar la construcción de aeropuerto de Santa Lucía, mejorar la seguridad pública, terminar con los homicidios y con los feminicidios, restablecer las guarderías, expulsar a Evo del país y apoyar a la familia LeBarón (incluso en su solicitud de declarar terroristas a los narcos mexicanos, con el riesgo que ello implica)”. Foto: Margarito Pérez Retana, Cuartoscuro

La idea que une a la Derecha, desde que en Francia, en 1789, se sentó agrupada a la derecha del presidente de la Asamblea Nacional para defender el derecho del veto absoluto del rey a los acuerdos del Cuerpo Colegiado, siempre fue destruir la democracia y restablecer la monarquía.

En su momento, la Derecha se propuso destruir la libertad decretada por Hidalgo y restablecer la esclavitud en México y, durante 11 años, de 1810 a 1821, se opuso a la independencia para seguir perteneciendo a la Colonia, aunque no hubiera rey en España. Rechaza la libertad de expresión, se opone a la prensa libre y pretende controlarla a como dé lugar para tener la verdad absoluta.

En materia de género, se propone mantener a la mujer en segundo plano, como servidora del patriarca; luchó contra el divorcio, contra la píldora, contra el control de la natalidad, contra el matrimonio civil e incluso contra el derecho a ser sepultados en un cementerio, llamado por ella camposanto, si no eran católicos. Ahora lucha contra el derecho de la mujer a decidir si es madre o no, y el derecho de la comunidad LGBTQ+ a amar a quien su corazón le indica.

Desde el Concilio de Nicea en el año 325 d. C., la Derecha ha calificado de herejes, y persigue hasta después de la muerte, a quienes niegan el mito de la santísima trinidad y piensan diferente a ella. Niega la evolución, sosteniendo la creación a partir de Adán y Eva; en Estados Unidos, en la franja evangélica que abarca el sureste de Texas, Oklahoma y algunas zonas de Colorado, lucha a brazo partido para que se enseñe en las escuelas como verdad científica el Creacionismo, oponiéndose a las teorías científicas de la evolución natural del ser humano.

La Derecha propone esto porque así piensa que se debe mantener la sociedad, dividida en función de la riqueza, de la herencia familiar, y el abolengo; reclama el control patriarcal de la familia, y la importancia del masculino primogénito para mantenerla sólida y fuerte. Así es la Derecha y no podemos esperar de ella otra cosa, está en sus genes querer volver atrás, al pasado; y para lograrlo se plantea tomar el poder político y mantenerlo a cualquier precio.

Hoy la vemos tal cual es, con sus terribles análisis políticos, reclamos y voces en contra de lo que llama populismo-comunista; vemos que, al ser apabullada en las urnas, saca su verdadero rostro y se muestra como la enemiga radical de la democracia que es, hoy la miramos marchar en contra de Andrés Manuel López Obrador.

Si hacemos un análisis serio de sus propuestas y reclamos, se descubre que son simplemente reclamos y demandas por restaurar el régimen cleptocrático y narcodependiente que promovieron y sostuvieron los gobiernos del PAN y del PRI, desde la transición que significó Miguel de la Madrid al entregar el poder a Carlos Salinas de Gortari. El tiempo que duró este régimen fue exactamente el mismo que duró el Porfiriato, 31 años.

Contra ambos se levantó el pueblo, aunque tal vez con poca claridad del mundo que querían construir, buscando terminar con tanta desigualdad, con tanta corrupción, con tantos privilegios, con tantas prebendas que enriquecen a unos cuantos y mantienen en la pobreza a la mayoría de las fuerzas trabajadoras de la sociedad.

En 1910, y ante la fortaleza y cerrazón del régimen científico de Porfirio Díaz, no le quedó a Francisco I. Madero otra alternativa que llamar a las armas a derrocar por la fuerza a quien negaba al país la transición a la democracia.

Hoy, para vergüenza de los abuelos, un Madero lucha incansablemente en contra de la democracia soñando, junto con la Derecha, que puede volver el tiempo y recuperar el poder sin esperarse a las elecciones de 2024, a pesar de que Andrés Manuel López Obrador les abre la oportunidad de derrotarlo en 2021. Ojalá Fox, Calderón y Peña Nieto nos hubieran dado esa oportunidad.

¿Qué exigió la Derecha el domingo? Parar la construcción de aeropuerto de Santa Lucía, mejorar la seguridad pública, terminar con los homicidios y con los feminicidios, restablecer las guarderías, expulsar a Evo del país y apoyar a la familia LeBarón (incluso en su solicitud de declarar terroristas a los narcos mexicanos, con el riesgo que ello implica). No hay solidaridad auténtica, hay oportunismo para encubrir su verdadera demanda: fuera AMLO.

Esta demanda, de que Andrés Manuel López Obrador deje la Presidencia a un año de haber tomado posesión, y toda la campaña periodística de oposición rabiosa e irracional, en ocasiones histérica, a todo lo que hace el Gobierno Federal, demuestra el hueso profundo de la Derecha mexicana, quiere recuperar el poder a como dé lugar, utilizando los recursos que sean necesarios.

Son incapaces de esperar y de trabajar por un nuevo proyecto de país para ofrecerlo en las elecciones de 2024, por eso esta consigna sale desde lo más profundo de su ser; no quieren una sociedad democrática, pues su sueño es una sociedad monárquica y esclavista, donde se puedan discriminar y explotar a los indígenas y pagar salarios de miseria a los obreros; la Derecha mexicana está demostrando que ni siquiera ha evolucionado al nivel de la Derecha de Trump.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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