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Óscar de la Borbolla

04/03/2024 - 12:03 am

Breve historia de la pregunta del rey Midas

La historia de la pregunta de Midas nos permite entender la historia humana, pues con el Cristianismo, la respuesta cambia una vez más. Dado que con el nuevo dios esta vida es un valle de lágrimas y la verdadera está tras la muerte, lo que ocurra aquí no tiene demasiada importancia (…)

“¿Qué es lo mejor para mí, hoy que el techo de los dioses se ha esfumado?”. Foto: Europa Press

Existen infinidad de preguntas que podemos formularnos y convendría que las tuviésemos jerarquizadas, dado que el repertorio es gigantesco. Podemos preguntarnos, por ejemplo, desde lo que queremos comer el día de hoy o el sitio al que nos gustaría ir para divertirnos, hasta preguntas que comprometen más hondamente nuestra vida: ¿me dedico a esto o a aquello? ¿Me asocio o no con una persona? ¿Me quedo en mi país o me voy a vivir a otro?¿Perdono la ofensa o me vengo?… Estas interrogantes, y otras miles por el estilo, implican, según se las responda (y, claro, esa respuesta la convirtamos en hechos) un grado de impacto que determina a lo que llegaremos a ser.

Sin embargo, entre todas esas preguntas hay una, a mi gusto, que sobrepasa con mucho a todas las que podemos hacernos, y se la formuló, según una leyenda griega, el rey frigio Midas a Sileno, ese sátiro, dios de la embriaguez y ayudante de Dionisio. Este mito lo recuerda Nietzsche en su libro Nacimiento de la tragedia, donde dice que Midas, tras mucho perseguir a Sileno, un día por fin lo acorraló contra un lago y le preguntó: ¿Qué es lo mejor para mí? La respuesta es de un pesimismo extremo, pues el sátiro dijo: “Lo mejor para ti ya no es posible, es no haber sido nunca; pero ya que existes, lo mejor para ti es morir cuanto antes”.

Conviene contextualizar esta repuesta, pues viene de la época crudelísima en la que la muerte azotaba sin piedad a los seres humanos y todas las calamidades naturales se cernían sobre ellos: en ese feroz tiempo reinaban los Titanes, dioses primitivos entre los que destaca Cronos, quien devoraba a sus hijos. Todavía no había nacido Zeus que se encargaría de encadenar a Cronos, su padre, y de destronarlo fundando la nueva dinastía, la de los dioses Olímpicos.

Bajo este nuevo techo de dioses la repuesta a la pregunta “¿qué es lo mejor para mí?” cambia diametralmente, y quien la da es Homero contándonos la vida de Odiseo. Este héroe es muchas cosas, pero hay una que destaca: quiere vivir a toda costa; en la Odisea lo que aparece es un canto a la vida, en cada hexámetro escuchamos la respuesta: lo mejor, pese a las penalidades y las pérdidas, es vivir lo más posible; ya no se trata de morir cuanto antes, sino de vivir y hacerlo con honor.

La historia de la pregunta de Midas nos permite entender la historia humana, pues con el Cristianismo, la respuesta cambia una vez más. Dado que con el nuevo dios esta vida es un valle de lágrimas y la verdadera está tras la muerte, lo que ocurra aquí no tiene demasiada importancia y, en todo caso, lo que merece nuestros esfuerzos es empeñarnos en cumplir con unas reglas morales que nos harán acreedores al cielo, ya no se trata de vivir lo más posible en el honor, sino de vivir de acuerdo con una idea del bien para merecer la vida verdadera.

Y finalmente, ¿cuál es la respuesta que damos hoy a la pregunta de Midas?, ¿qué es lo mejor para mí, hoy que el techo de los dioses se ha esfumado? La respuesta no la da un Homero, ni un montón de teólogos inspirados en Platón, la brinda la mayoría de la gente, aparece en lo que tienen de común la mayoría de actos que caracterizan nuestro tiempo: por lo visto, sí se trata de vivir, pero no de acuerdo con un código de valores que nos permita alcanzar las trascendencia, no según el viejo código cualitativo regido por el bien y el mal, sino conforme con una regla cuantitativa: tener más para que se me facilite vivir cómodamente en la inmanencia, pues como ahora solamente existe el aquí, como el aquí lo es todo, la respuesta a Midas es pasársela lo mejor posible todo lo que dure la vida.

Twitter:

@oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

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