Óscar de la Borbolla
“La gente, en general, dice estar ‘jodida’ para referirse a la tristeza, pero la tristeza no es sino una de las múltiples formas en las que puede encontrarse nuestro ánimo”.
“¿En qué momento se pasa el punto de inflexión y ya estamos de ese lado donde el invento existe, aunque tan solo sea un mero embrión?”
“El deseo es el que ha engendrado la diversidad, el hecho de que seamos históricos y no nos hayamos quedado anclados en la naturaleza repitiendo, una y otra vez”.
Hoy el “mundo”, ese espectáculo que nos rodea, no es el más propicio para el fomento de las cualidades positivas, sino que más bien parece una universidad cuyo propósito fuera enseñarnos la traición, el oportunismo, la intransigencia o el egoísmo.
“El tiempo es la gran incógnita que desde el origen de las civilizaciones nos rige, es lo que determina que seamos oportunos o impertinentes”.
“La coexistencia de estos cuatro estadios, con personas que son y que creen ser, con personas que tienen y aparentan tener, ha terminado por confundirme y solo puedo decir con seguridad: qué raro está el mundo”.
“Mi renuencia a expandir cada enunciado aludiendo al masculino y al femenino o recurrir a la terminación bigenérica ‘e’ no me parecen hoy tan erradas”.
“Hay especies que al nacer son prácticamente incapaces y a ese grupo pertenecemos los seres humanos”.
“Recuerdos que ni siquiera son del todo fieles, y sueños o proyectos apenas esbozados; parece ser que la existencia humana es pura irrealidad, pues lo único real es el presente”.
“Aunque, quizás, el show sí deba continuar, porque es ahí, precisamente ahí donde la vida se manifiesta con mayor fuerza”.
Sorpresa tras sorpresa fue para mí el paso de los años: las reglas eran otras o, mejor aún —esto tardé mucho en comprenderlo—no existían reglas.
“Y no solo los objetos de la realidad, sino el tiempo que para nosotros resulta tan claro al dividirlo en pasado, presente y futuro”.
“Intentó romper ese círculo, ampliando su radio, la ciudad era inmensa, pero hasta en las colonias más recónditas aquella maldición lo perseguía”.
“La sensación de extrañeza nos invadiría y algo similar está ya ocurriendo ahora que los colores predominantes son el blanco, el rojo y el azul”.
“La carga de significados vuelve irreconciliables una visión con la otra: miramos cosas distintas”.
Mucho tiempo acepté como correcta la idea de Nietzsche, o su eco en la versión de Derrida, quien sostiene que “no hay nada fuera del texto”.