ENTREVISTA | Los jodidos dijeron basta: Lolita Bosch

06/01/2015 - 12:00 am
Vivir en México es un riesgo, dice la activista y escritora catalana. Foto: Cortesía
Vivir en México es un riesgo, dice la activista y escritora catalana. Foto: Cortesía

Ciudad de México, 6 de enero (SinEmbargo).- Las 45 voces contra la barbarie que constituyen el nuevo libro de la activista y escritora catalana Lolita Bosch se hacen escuchar fuerte en un momento difícil y determinante para México.

Claro que, según la autora en entrevista con SinEmbargo, “siempre es un momento difícil y determinante para México, aunque a veces es más visible que otros”, dice.

Mediante 44 entrevistas y un prólogo, las voces más autorizadas para hablar de la violencia en México trazan un mapa de la sangre y el miedo, en un libro editado por Océano y que se ha erigido en un manual necesario para entender las vicisitudes de una tierra cansada de enterrar muertos en fosas comunes, de ver sembrados los cadáveres de sus habitantes en caminos que siempre llevan al infierno.

Desde familiares de víctimas cuya pérdida ha transformado irremediablemente su vida hasta luchadores por los derechos humanos, pasando por periodistas que se han puesto en riesgo en su búsqueda de la verdad y por analistas y consultores que han estudiado distintas aristas del fenómeno, las personas aquí retratadas pintan un complejo panorama nacional.

Lydia Cacho, Alejandro Páez Varela, Anabel Hernández, Alma Guillermoprieto y Diego Enrique Osorno, entre otros, dan testimonio y análisis de un México devastado, sufriente y sin rumbo fijo que ahora llora sin consuelo la muerte de 43 de sus hijos más jóvenes.

Lolita Bosch nació en Barcelona en 1970, pero ha vivido en Albons (Baix Empordà), Estados Unidos, la India y en México durante 10 años. Es licenciada en filosofía por la Universidad de Barcelona, tiene un diplomado en escritura creativa de la Sociedad General de Escritores Mexicanos y un posgrado en letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Escribe, a la vez, en catalán y castellano. Y su obra ha sido traducida al polaco, al alemán, al inglés, al gallego, al euskera, al croata y al francés.

Desde 2010, dirige el portal por la paz de México Nuestra Aparente Rendición.

–Tu libro aparece en un momento difícil y determinante para México

–Pero creo que siempre es un momento difícil y determinante para México. Creo que esta cantidad de gente desaparece cada semana. Es algo espantoso de pensar e incluso injusto de decir para la gente de Ayotzinapa, pero realmente hay más de 43 estudiantes desaparecidos en todos los Estados de la República. Lo que pasa es que ahora lo que está ocurriendo es que se hizo visible un caso espantoso. Yo y todas las personas del libro y tú y mucha gente convivimos con este horror, de manera sistemática, hace siete años. La mayoría de las cosas que ocurren en México son absolutamente incomprensibles tanto fuera como dentro del país.

–La crueldad de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa es tan brutal que quizás por eso se hizo visible…

–Una de las frases de mi libro que retuve mucho es la que dice Anabel Hernández en el sentido de “no podemos combatir lo que no entendemos”. En cualquier país del mundo se entiende lo que es un autobús con 43 estudiantes dentro. Lo que ocurre arriba del autobús, no se comprende. Por qué la saña, por qué la crueldad, ahora hay esta nueva versión de que justo ese camión se iba a Reynosa con 35 kilos de cocaína…no sabemos. Van a encontrar una razón que trate de resumir el asunto, para que la gente diga ah bueno, así es como actúan los narcos. En realidad, creo que el problema es mucho mayor y que vivimos en un país en el que de repente desaparecen 43 personas sean quienes sean y con la saña que el victimario considere oportuna, sin ningún respeto a la ley ni a nada. Vivir en México es un riesgo.

–Muchos mexicanos no aceptan que estamos viviendo en medio de la barbarie, la palabra que usas en la portada de tu libro. Barbarie es el talibán, no es México, para muchos habitantes de este suelo

–E incluso hay mexicanos con Camper en París que dice cosas tan impresionantes como ¡Qué suerte que se levantaron los árabes! Y yo les digo: En Neza es lo mismo. Lo que pasa es que en Neza te parece horrible, pero es exactamente lo mismo. Los jodidos dijeron basta. Y en México hay miles de jodidos que o trabajan para el narco o no tienen de donde. Eso no justifica nada pero explica muchas cosas.

–Los 43 de Ayotzinapa parecen haber dado su vida para que por fin algo cambie…

–Lo que pasa es que se trata de uno de los colectivos más organizados y más dignos del país, que son los normalistas, algo impresionante desde hace muchos años en México y que están dispuestos a luchar porque no tienen nada que perder. Los normalistas saben perfectamente quiénes son. Están perfectamente conscientes de su pobreza y por lo tanto van a responder de una manera muy sensata, porque saben que es eso o nada. Saben que es la escuela de normalistas o nada y entonces van a defender ese espacio, haciendo lo que haga falta…he hablado con algunos de ellos y me dicen cosas tan impresionantes como “Si hay que poner vida las ponemos”. Lo que es cierto es que la noticia ha dado la vuelta al mundo e incluso ha logrado que medios estadounidenses que estaban lamiéndole el culo a Peña Nieto, de repente digan: – Ha fallado. Y no, lo único que ha fallado son ustedes como periodistas, porque Peña Nieto ya venía fallado de fábrica, pues. Esta situación ha modificado totalmente la percepción de México en el extranjero. También es cierto que el PRI puede fabricar una cortina de humo y dar una explicación y venderla afuera, por lo que creo que es muy importante que en el extranjero no se pueda simplificar el conflicto mexicano con opiniones como “Son los narcos” o “los mexicanos tienden a la violencia” y todas esas tonterías.

El libro de Lolita Bosch y sus voces contra la barbarie. Foto: Especial
El libro de Lolita Bosch y sus voces contra la barbarie. Foto: Especial

–Ya lo vimos en las dictaduras latinoamericanas, el principio del fin es cuando se empieza a atacar a los chicos, a los adolescentes

–Creo que sí. El día a día de un normalista y el de una ama de casa que trabaja en lo que puede para mantener a sus hijos en Reynosa es muy distinto. Su trabajo de responsabilidad social, el hacer que una familia tire adelante, el tiempo que le puede dedicar a la lucha, todo es muy distinto. Además, los normalistas tienen la conciencia de que vienen ellos, de que es su generación y van a tomar el relevo. Confío mucho en la generación mexicana que nos sigue a nosotras y que nació sin saber exactamente lo que era el PRI. Crecí con Salinas y para mí el PRI es algo que me ha explicado el mundo, no sólo México. Entendí muchas cosas gracias a esa construcción social ideada por el PRI. Nos ha formado a todos nosotros. En cambio, hay toda una generación a la que no le ha sucedido eso y me he visto diciéndole a muchos jóvenes: -Ustedes no saben de lo que son capaces y ellos retrucarme: -¿De qué? No le tienen el miedo intelectual que les tenemos nosotros, aunque hay que decir que nosotros también les hemos perdido mucho el miedo.

–Lo impresionante es que las redes sociales, que manejan en general los jóvenes, no hayan permitido la impunidad en un crimen tan atroz

–Eso es una maravilla y eso que dices tú a propósito de las dictaduras en el Cono Sur, siempre pienso ¿Qué hubiera pasado con esas dictaduras si hubiera habido Internet en esa época? La red es una herramienta muy poderosa

–Tu libro ha sido pionero en lo que significa pedir opinión a los especialistas sobre los hechos terribles de México…

–Más que pionera en realidad lo que sucede es que desde hace cuatro años dirijo el sitio Nuestra Aparente Rendición, donde convivo a diario con gente que pregunta qué sigue, qué podemos hacer. En ese sentido, algunas personas somos más visibles que otras y entonces parece que sepamos más cosas, pero me toca estar mucho tiempo con activistas que tienen un perfil muy bajo y que cada vez que necesitan preguntar algo, lo hacen. Yo misma pregunto muchas cosas a mucha gente porque es imposible entender el conflicto, la guerra, como se le llame, desde una sola generación, desde una sola disciplina o un solo espacio geográfico o social. Nuestra aparente rendición se ha convertido para mí y para muchos colectivos en una manera muy normal de dialogar. Después del relevo presidencial, activistas de estos que tienen un perfil menos público plantearon la necesidad de un análisis más profundo para saber si la guerra iba a seguir, en momentos en que crecía esa falsa ilusión de que el PRI iba a poder pactar con el narco. Si la guerra sigue a quién está afectando, por dónde va, eran más o menos las preguntas que todos nos hacíamos en el relevo de gobierno. Entonces quise preguntar a toda la gente, que no es toda porque la verdad es que faltan muchos, que había visto trabajar sistemáticamente contra la guerra en los últimos cuatro años. Juntos tenemos una voz común; lo digo sin ninguna consigna. Lo digo porque es una verdad y porque me parece que hemos logrado una cosa muy milagrosa en México y que es tener credibilidad. Todas estas consignas que hemos gritado en estos últimos seis años en todos los países del mundo contra quienes no nos representan, se oponen a gente que creo que sí nos representan como Alma Guillermoprieto, Alejandro Páez Varela, Julián LeBarón y tantos otros…No todo está mal y hay mucha gente que sí está haciendo lo que hay que hacer. Mi libro estuvo motivado una para preguntarle cómo están y la otra para que nos contaran qué habían aprendido en este tiempo y hacia dónde ir…

–Me llamó la atención en tu libro la palabra supervivencia que es usada a menudo por todos tus entrevistados

–Lo que pasa es que hoy, sobrevivir en México, depende a lo que te dediques es bastante sorprendente. He hablado con activistas que llevan una pastilla de cianuro en el bolsillo, para que no los agarren vivos. Los que nos dedicamos a trabajar contra la guerra ya a estas alturas somos muy conscientes del riesgo que eso implica. Sobrevivir a eso, en muchos aspectos, no sólo físico sino también emocionales, sociales y económicos porque de repente pones todo en esta lucha, es algo fuerte. Pones distancia frente a otros tipos de dolores. Por ejemplo, cuando estoy en Europa pienso: Carajo, ¿por qué se quejan tanto? Miro la realidad desde ese lugar de la guerra del narco en México y mantenerse cuerda en ese lugar es algo muy difícil. Esto nos está ocurriendo, es así de terrorífico, es así de triste, de impune, de brutal, de cruel, pero aquí estamos, haciendo las cosas bien, al lado de gente que lleva su dignidad hacia unos límites que realmente impresionan. Me da pena que decir estas cosas parezca hacer un discursito, cuando es la pura verdad.

He hablado con activistas que llevan una pastilla de cianuro en el bolsillo, para que no los agarren vivos.  Foto: Cortesía
He hablado con activistas que llevan una pastilla de cianuro en el bolsillo, para que no los agarren vivos. Foto: Cortesía

–También es cierto que esa falta de cordura se corresponde con el sinsentido de esta guerra…la verdad es que uno muchas veces dice: pero sí, que se droguen los que quieran drogarse, que legalicen todo, que se acabe este infierno…

–Lucy Sosa (periodista de nota roja en Ciudad Juárez) lo cuenta bien en el libro. En Ciudad Juárez nos llevan 10 años de delantera, porque ahí llegó la guerra antes. Cuando escucho a gente de Sinaloa, de Sonora, de algunas partes del Golfo, decir que la violencia no les sorprende, me doy cuenta de que es algo triste, que les tiene que sorprender. Una cosa es que hayamos visto tráfico en los últimos 100 años, otra cosa es que hayamos visto una guerra. Una guerra no la habíamos visto. En Ciudad Juárez sí y la vieron unos 10 años antes, allá por 1993. Las periodistas de Juárez, que están armadas en red, saben muchas cosas. Y Lucy Sosa resumió esta guerra en forma perfecta al decir que no es una guerra sino un simulacro constante. Es una locura en la que te hacen entrar, una especie de show en donde de repente puede salir este señor con una mano en la cintura y decir que encontraron dos bolsas de cenizas…y piensas, no, no van a ser capaces de tanto…pero lo más impresionante es que nunca tienen bastante. Y por supuesto que no es una guerra por las drogas, desde hace mucho tiempo, sino una guerra extrema por el mercado negro en el que lo que tengan que barrer, lo barrerán. Es el capitalismo extremo y un paradigma de lo que nos puede ocurrir. Vengo de estar unos meses en Nicaragua, donde la gente dice que está bien en comparación con El Salvador u Honduras…pero, ¿bien?, no mamen, eso no es estar bien… No creo que todos seamos culpables en todo este asunto, pero sí creo que en cierta medida todos somos responsables de lo que pasa. La ciudadanía no ha hecho esto, pero lo ha permitido. Ha permitido que creciera un monstruo dentro de nuestra conciencia social que no está comiendo vivos. Y es una locura lo que hemos aguantado en los últimos 20 años en México, todo visto con una normalidad absoluta, lo que constituye una enfermedad social muy grave.

–¿Cuál ha sido la respuesta frente al libro?

–Ha habido mucha respuesta, lo que me ha sorprendido hasta cierto punto, porque la comunidad que está interesada en este tema es una comunidad muy conformada. Lo que me sorprende es la gente tan diversa que lo está leyendo y al mismo tiempo no deja de sorprenderme lo mal informados que estamos. A pesar de esfuerzos increíbles como Gatopardo, SinEmbargo y Nexos, que son los medios que nombro en el libro por informar con veracidad. Recién estaba editando un texto para Nuestra Aparente Rendición, donde un editor tenía todos los datos mal. Me parece impresionante. Ese desprecio por el conocimiento nos está llevando a la catástrofe, porque el triunvirato que controla el país: narcotráfico, redes financieras y Estado, es muy meticuloso. Y el exceso de noticias nos atonta y es peor. Creo que hay que encontrar un espacio y el libro permite eso donde detenernos y pensar.

–¿Las perspectivas que intuyes para México te permiten ser optimista?

–Dicen mis amigos que soy una optimista a prueba de balas. Tengo un carácter optimista fuera de lo normal y en general pienso mucho en lo que hay que hacer y no tanto en lo que está mal. ¿Por qué no rescatar lo que funciona y ponernos a trabajar? Cuando Europa terminó la Segunda Guerra Mundial los países recuperaron los trenes porque la gente puso dos horas de su día para ir a trabajar gratis y poder así arreglar las vías. Creo que sí, que la perspectiva es desastrosa y que vamos a ver una catástrofe humanitaria en México sin precedentes en América Latina, propia del siglo XXI, con esta maquinaria del terror altamente tecnificada, pero tenemos que aprender a desviar tantito la mirada y ver dónde está lo que nos puede sacar de esto. Lo que nos puede hundir es evidente. Para entender esto está muy buena la entrevista de Julián LeBarón, quien dice que México se podría convertir en un paradigma internacional de cómo salir de la mierda. Si Perú encerró a Alberto Fujimori, México –con los recursos que tiene, con la capacidad intelectual e institucional que posee- tiene que poder encerrar a los culpables de crímenes de Estado.

–¿Debe renunciar Enrique Peña Nieto?

–Bueno, por empezar creo que Peña Nieto no debería haber asumido el gobierno. No lo considero posible. Me parecería de una dignidad que no espero del PRI, así que la solución no pase porque renuncie. Claro que debería renunciar, pero eso no pasará. El PRI no va a ceder ningún espacio de poder en ningún contexto, ni en un pueblo pequeño ni en el gobierno federal. En lugar de esforzarnos para pedir la renuncia de Peña Nieto que nunca va a ocurrir, corresponde esforzarnos por formar una Comisión de la Verdad.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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