Pensábamos que no se repetiría el horror, pero lo hizo: Pedro Aznar

06/11/2015 - 12:05 am
Pedro Aznar y su música sobre el silencio y la espiritualidad. Foto: Fernando Aceves / Cortesía
Pedro Aznar y su música sobre el silencio y la espiritualidad. Foto: Fernando Aceves / Cortesía

Su compromiso con la causa de los desaparecidos en México es reflejo de lo vivido durante la Dictadura Militar en Argentina, una tragedia que nunca creímos que volvería a gestarse y mucho menos en una democracia. El músico argentino se presenta hoy en el Lunario del Auditorio Nacional

Ciudad de México, 6 de noviembre (SinEmbargo).- Pedro Aznar tuvo 43 razones para ofrecer un concierto inolvidable en el marco de la FIL Guadalajara 2014 y así fue. El artista argentino, ex Seru Giran, ex Pat Metheny, fue uno de los primeros en llevar al escenario las consignas que hoy son de rigor para tratar de recuperar a los estudiantes de Ayotzinapa, desaparecidos hace un año en Iguala.

Entre los argentinos, el tema es muy sensible. Hay conexiones probadas entre los 30 mil desaparecidos de la Dictadura Militar (1976-2003) y los 26 mil desaparecidos de México (cifra oficial, las extraoficiales calculan el doble), que han revivido una tragedia expresada incluso en un lenguaje que se creía enterrado.

El pasado 24 de octubre, Fito Páez le cantó a los desaparecidos en el concierto que dio en Torreón, Coahuila, en el cierre del Festival Julio Torri y hacer subir al escenario a las madres de personas extraviadas y cantar con ellas “Yo vengo a ofrecer mi corazón”.

“Al término, el público brindó un aplauso extendido, profundo; Luz Elena Montalvo, madre de un desaparecido, tomó el micrófono y lanzó esa frase que parece ya una consigna de batalla: ‘Vivos se los llevaron’, gritó Luz Elena y el público, fraterno, respondió: ‘Vivos los queremos’. ¿Quién dijo que todo está perdido? Fito despidió a las madres con otro abrazo fuerte, beso hermano de quien se sensibiliza ante la tragedia. El aplauso seguía”, narró la crónica publicada en el periódico mexicano La Vanguardia.

Lo que no se contó es que hubo un momento, antes del encuentro de las madres con el cantautor sudamericano, en que algunas autoridades locales trataron de impedirlo. Fueron directamente al productor de Fito para decirle que las madres no podían subir al escenario, argumentando que el show era un acto de la cultura oficial, frente a lo cual el hombre manifestó que si eso pasaba, seguramente Páez iba a mencionar el hecho frente al público y quién sabe lo que pasaría.

Finalmente, se acordó que las madres subirían, pero sin las camisetas que vestían y que en su frente tenían la consigna: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”. Y así fue.

En el Homenaje a Mercedes Sosa (1935-2009), que se llevará a cabo el próximo 19 de noviembre en el Teatro de la Ciudad, Piero, Víctor Heredia y León Gieco harán de los desaparecidos mexicanos la consigna principal del concierto y ya se han puesto para ello en contacto con los familiares.

Así las cosas, no parece posible que en los conciertos de los artistas sudamericanos que se den en México de aquí hasta fin de año, se evite la mención a la gran tragedia mexicana contemporánea, como seguramente ocurrirá esta noche en el Lunario del Auditorio Nacional cuando Pedro Aznar ofrezca su segundo concierto unipersonal en el DF.

“Pensábamos que el horror no se repetiría, pero se repite. Y lo que es peor, en democracia. Porque cuando a nosotros nos pasó lo que nos pasó, regía una dictadura militar”, dice Aznar en entrevista con SinEmbargo, sin poder dejar de emocionarse cuando recuerda su experiencia en Guadalajara, a días apenas de que conociéramos los tremendos hechos de Iguala.

El músico ofrece hoy un concierto unipersonal en el Lunario del Auditorio. Foto: Especial
El músico ofrece hoy un concierto unipersonal en el Lunario del Auditorio. Foto: Especial

Aznar, productor entre otros del disco Babel (1996), de Santa Sabina, siempre ha estado unido a México, pero en estos tiempos ese vínculo se ha afianzado al punto de componer, inspirado y sorprendido él mismo, su primera ranchera, un tema que estrenará hoy en el Lunario, donde tendrá de invitada a nuestra Eugenia León.

Aznar confecciona su repertorio para el Lunario con muchos de sus clásicos como, Quebrado o Mientes, pero también con canciones nuevas de su próximo disco que, adelanta, espera grabar a finales de este 2015.

“Tocaré los mejores momentos de Mil noches y un instante, mi último disco hasta la fecha, voy a revisar muchas canciones que hace mucho tiempo no llevo al escenario y a hacer algunos estrenos. Todo eso, solo sobre la tarima, rodeado de mis instrumentos”.

Entrevistarlo es hablar sobre todo de música y de la música, el silencio, lo mínimo para alcanzar lo máximo en la espiritualidad que propone su dilatada obra. Es hablar de jazz, de Luis Alberto Spinetta, del bajo y, cómo no, de Los Beatles.

El músico participando de la campaña contra la violencia de género en Argentina. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
El músico participando de la campaña contra la violencia de género en Argentina. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

LO UNIPERSONAL EN LA MÚSICA

–Has tocado con todo el mundo, siempre en proyectos comunitarios, ¿qué es lo unipersonal aplicado en la música cuando se trata de ti?

–Un formato que te permite una intimidad mayor con las canciones y conlleva además un desafío personal importante, es como para un actor salir y tener que defender solo una obra. Es la ilusión de que el mundo empieza y termina allí durante dos horas

–Nadie diría que hace falta más intimidad en las canciones si de Pedro Aznar se trata

–Sin embargo, hay canciones en este show que al interpretarlas despojadas, suenan con esa originalidad de cuando fueron hechas

–Ya sabrás tú de despojos que tanto cantaste con Leda Valladares

–Qué bueno que lo traigas a colación, porque conocer a Leda y hacer ese canto andino desnudo y desgarrado, cambió mi vida y mi manera de entender la música. Este show le debe a Leda y al canto andino ese enorme respeto por el silencio.

–El silencio también tiene gran importancia en el jazz, justo el jueves se presenta el gran pianista Bad Mehldau en México…¿te gusta el jazz?

–Sí, con reparos. No soy futbolero del jazz. Lo supe ser de joven, porque mi anhelo era descubrir el jazz y encontrarle el modo en que planeaba de salvar el mundo, cosa que no logró y que luego supe que tampoco ese era su plan

–Pero el jazz ha salvado algunas vidas

–Es verdad. Lo que me distancia por momentos del jazz es cuando los músicos de jazz no son lo suficientemente buenos. Hay con suerte un 10 por ciento de músicos extraordinarios en el género, un 20 por ciento de músicos buenos y el resto sólo lo intenta. Ahí se pierde la belleza del jazz, porque se convierte en una música atlética que no busca comunicar, sino que sólo busca divertir al músico que la ejecuta y se queda persiguiéndose la cola. En casos de artistas como Mehldau, se trata de alguien que respeta el silencio. Debussy decía que la música era el espacio que había entre las notas y el jazz requiere de eso porque es como la música culta –no encuentro otra palabra- dentro de lo popular. Es espontánea, no está escrita nota por nota, sino que deja gran espacio a la improvisación, heredera de la música repentista. El jazz es una música popular que incorporó una gran cantidad de elementos de la música popular y por tanto para ser un buen músico de jazz hay que ser un erudito. En algún momento de mi vida me encontré ante esa disyuntiva y decidí que no quería pasar el resto de mi existencia tratando de ser un erudito.

–Aunque Charly García considera que eres el erudito del rock

–Son opiniones…la erudición por sí misma no me importa absolutamente nada, me tiene muy sin cuidado. Lo que me interesa es emocionarme con lo que hago y a su vez emocionar a la gente que me escucha. Lo que encontré en ese sentido es volver a mis fuentes y mi fuente principal son el rock y el folclore. En mi disco reciente Mil noches y un instante me dediqué a homenajear a esos dos géneros. Porque el rock y el folclore fueron las dos cosas que me hicieron salir al mundo con el hambre de encontrar esa emoción. No reniego de mi paso por el jazz, porque me enseñó una gran cantidad de cosas impresionantes y al mismo tiempo creo que mi música está imbuida de cierta estética jazzística, pero no permito que eso se pase de la raya, pues me queda muy claro que el oyente se tiene que divertir en el sentido más amplio y bello de la palabra divertir.

–Diciendo eso te revelas como un beatle de closet, eres como Paul McCartney, lograste gran economía con el bajo, un instrumento que tocas muy bien, todo al servicio de la canción

–Ningún de closet (risas). Con respecto a la economía en el instrumento, a veces lo logro y a veces no. Por momentos me pongo demasiado parlanchín y me gusta y como la gente lo tolera, me lo permito, pero sí es cierto que he buscado especialmente en lo compositivo hacer una síntesis y quedarme con los elementos centrales de lo que quiero decir. No permitirme demasiado barroquismo.

El músico invitó a Lila Downs a su concierto del miércoles y hoy hará lo propio con Eugenia León. Foto: Facebook
El músico invitó a Lila Downs a su concierto del miércoles y hoy hará lo propio con Eugenia León. Foto: Facebook

–Solía decir Fito Páez que él es de la época en que no estaban de moda los bajistas…

–Bueno, creo que la realidad del instrumento obedece a todo lo que le pasó luego de Jaco Pastorius. O lo que le pasó al saxofón después de Charlie Parker. De pronto, en la historia de la música, aparecen tipos geniales que expanden las posibilidades de un instrumento hacia límites que nunca hubiéramos imaginado.

–Cantaste con Leda Valladares, Lila Downs, Mercedes Sosa…hoy tienes de invitada a Eugenia León, ¿qué te han dado las cantantes?

–Están también Roxana Amed, Suna Rocha, Ángela Irene…me une algo muy fuerte con las cantantes mujeres, creo que hay una calidad y una calidez especiales en la mujer que canta y que se dedica por entero a la música. En el caso de Leda y de Mercedes, enfrentaron el desafío de ser cantoras en los ‘50 y en los ’60. Mercedes empezó a cantar casi por casualidad, al ir a la radio para acompañar a su esposo que era músico, preguntaron quién es esa chica y la contrataron. De pronto se vio siendo cantante, pero no era algo que ella había pensado para su futuro. En lo femenino en la música hay una sensibilidad muy particular y la combinación de las voces, cuando un hombre y una mujer se juntan para cantar, pasa algo extraordinario.

–Qué emocionante fue el concierto en la FIL de Guadalajara

–En un momento tan especial, tan tremendo, acababan de desaparecer los 43 e hicimos el conteo que se repitió en el concierto que di en el Teatro de la Ciudad, donde leí un poema que les dediqué y el público espontáneamente comenzó a contar y terminamos cantando todos “Como la cigarra”.

–Estás recorriendo un camino más que interesante en México, país al que vienes seguido

­–Sí y de hecho pasó algo que me sorprendió: compuse una ranchera que no sé muy bien cómo llegó a mí. Manejaba, volvía del mar hacia Buenos Aires, era una tarde hermosa, de llovizna, no había nadie prácticamente en la ruta, estaba exultante, feliz de estar ahí, eran el momento y el lugar. Tengo alma gitana porque comencé a viajar desde joven. Trasladarme para mí es un estado natural, lo que me cuesta es quedarme quieto. Esa planicie infinita de la pampa produjo una ranchera que habla de la segunda mitad de la vida y de seguir entero…se llama “Por la vuelta”. Este regreso a México en forma continua estrecha la relación y el país me va enamorando y evidentemente influyendo en mi música.

–Este compromiso de los músicos argentinos con los desaparecidos en México y sus familiares, ¿de qué es reflejo?

–De que pensábamos de que el horror no se iba a repetir y lo hizo desde otro ángulo y en medio de otras circunstancias. Somos países en democracia que tenemos claro que no vamos a volver a las dictaduras militares porque nuestros pueblos no lo tolerarían y en ese sentido nos quedamos tranquilos al pensar que las desapariciones eran algo propio de las dictaduras, no de la democracia. Y sin embargo, en democracia, pasa esto en México, que es algo que nos dejó a todos con la boca abierta.

–Eres como una especie de cardenal Samoré para el rock argentino, ¿te sientes alguien destinado a ejercer la diplomacia en el género?

–Esas responsabilidades se presentan solas. Lo que yo hice siempre fue no perderme de mi centro. Tuve muchas oportunidades, como cualquier artista, de salir de mi centro y en mi caso creo haber sido muy camaleónico y estar en varios lugares tanto metafórica como concretamente. En ese andar constante, podría haber vivido la vida de alguien más, crear un Pedro alternativo, pero me quedé con este y a éste no lo dejé descarrilarse. O cuando se descarriló, enseguida di el volantazo y lo volví al centro.

–¿Cómo es la vida sin Gustavo, sin Mercedes, sin Luis Alberto?

–Para mí la vida no es sin ellos. Y lo digo de verdad. Por supuesto que no poder oír nunca más un chiste de Mercedes o de Gustavo, que era muy bromista, o las hilarantes parodias que hacía Luis Alberto, resulta doloroso, es muy duro. Sabes que no vas a escuchar más sus voces en una conversación cara a cara, pero ellos siguen acá con su música.

­–Cantar al aire libre las canciones de Spinetta fue un acto muy valiente

–Sí, pero por una razón que la gente desconocía. Luis Alberto y yo no éramos amigos desde hace muchos años.

–¿Por eso salió como salió la “Cantata de puentes amarillos”?

–Sí, lo valiente fue ir a darle un abrazo a alguien que no sabías si lo iba a aceptar.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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