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Tomás Calvillo Unna

07/12/2016 - 12:00 am

El muro termina en el mar

México tenía un destino escrito: Unir a España con China y Japón, ser la puerta milenariamente buscada hacia la ruta de la Especiería que se abría ahora por el Poniente. Rodrigo Rivero Lake, El arte Namban en el México virreinal. Voltear no sólo a ver sino a convivir con Asia, es una vieja historia. Fue […]

Mapa encontrado en la Biblioteca nacional de Lima en 1935 por P. Mariano Cuevas. Foto: Especial
Mapa encontrado en la Biblioteca nacional de Lima en 1935 por P. Mariano Cuevas. Foto: Especial

México tenía un destino escrito: Unir a España con China y Japón, ser la puerta milenariamente buscada hacia la ruta de la Especiería que se abría ahora por el Poniente.

Rodrigo Rivero Lake, El arte Namban en el México virreinal.

Voltear no sólo a ver sino a convivir con Asia, es una vieja historia. Fue Nueva España la que vinculó al continente americano con China y Japón. Fueron los puertos de Manila y Acapulco los que permitieron que Filipinas y México se convirtieran en  el eje comercial que articuló la primera globalización económica, conocida también como el circuito internacional de la plata y del proceso de transculturización al que hizo referencia Rafael Bernal (el mismo del Complot Mongol) en su libro México en Filipinas, de 1965.

Ese puente civilizatorio que representó el Galeón de Manila Acapulco, jugó un papel determinante para la conformación identitaria de ambos países y contribuyó al desarrollo de sus capacidades para erigirse en naciones independientes.

Fueron la Ciudad de México y la de Manila, las que precedieron a las urbes cosmopolitas de hoy en día como lo señala Charles Mann en 1943, Una nueva historia en el mundo después de Colón.

La fortaleza intelectual que alcanzó nuestro país en el siglo XVIII y que lo llevó a la concepción de su propia identidad nacional en una de sus primeras fases, tiene sus raíces en la riqueza que esa experiencia significó para los ya entonces llamados mexicanos.

En el Archivo General De la Nación se conserva la memoria de un Galeón construido por iniciativa de un novohispano en Tailandia para hacer el recorrido de Manila a Acapulco, a dicha embarcación se le bautizó como “Guadalupe la mexicana”. Un gentilicio que estuvo desde los orígenes de la hazaña del Pacífico en el siglo XVI; el jesuita Mariano Cuevas fue el primero en advertirlo en su libro precursor de estos estudios: Monje y marino, la vida y los tiempos de fray Andrés de Urdaneta.

Esa travesía, esa cartografía marítima delineó la fisonomía de una ruta histórica que hasta nuestros días resuena en proyectos comerciales entre el continente asiático y el americano. México y Perú junto con Filipinas  bajo el imperio español realizaron una aventura extraordinaria, que hemos olvidado y que las condiciones de nuestro presente la exponen otra vez a la luz.

Recuperar ese pasado nos plantea reconocer las mutilaciones de nuestra memoria histórica, las debilidades de nuestra vida intelectual sujeta muchas veces a los sinos de la política y sus ambiciones. ¿Cómo  fue posible que 250  años de relación estrecha con Asia a través de Filipinas, hayan sido relegados a un pie de página en la enseñanza de la historia y prácticamente ignorados, con contadas excepciones, en una tradición intelectual que se alienó al occidente europeo y menospreció el mundo asiático; excepciones contadas con los dedos de las manos, al menos nos permitieron recuperar las pistas de esa excepcional experiencia mundial donde México fue un actor estratégico; respirábamos mundo desde los territorios parroquiales, locales, regionales.

Hoy por razones económicas y por temores políticos nos vemos obligados a mirar los horizontes del Pacífico. Con una memoria horadada por la amnesia de lo inmediato, esperemos que no tardemos cuatro décadas más para reencontrar el tornaviaje que nos permita  entender nuestro presente y el mañana.

  1. Ver el esclarecedor libro deMariano Ardash Bonialian, El Pacífico hispanoamericano. Política y comercio asiático en el imperio español (1680-1784); apreciar el trabajo realizado desde hace 15 años por el Dr. Enrique Dussel y su equipoen el Centro de Estudios China-México de la facultad de Economía de la UNAM; y así varios ejemplos más podrían ayudar a diseñar una cartografía contemporánea del Pacífico, para no perderse en sus tormentas.

 

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