Meche Álvarez pone punto final en nuevo libro: no es propiedad de Juan Gabriel, el “Divo de Juárez”

08/06/2019 - 12:03 am

Meche Álvarez decide romper su silencio, decide poner sus diarios, memoria y recuerdos en manos del productor Joseph Carlson, el periodista Rafael Lincon, y del escritor Fausto Lozano, narrador de la biografía.

Por Hilda Sotelo 

Ciudad Juárez, Chihuahua, 8 de junio (SinEmbargo).– Meche Álvarez está cansada de ser identificada como propiedad del cantautor Juan Gabriel.

En la biografía de Meche Álvarez, el escritor Fausto Lozano Lara describe la vida de Meche, la mujer que nace y vive en Ciudad Juárez. Al leer la biografía vino a mi mente el #YoLeCreoAEllas, difundido hace tiempo como un código entre las mujeres para confiar en nuestra versión de la vida y los hechos, nuestra versión de la realidad, nuestra visión de la historia que había sido escrita en su mayoría por hombres.

A partir de este movimiento y otros similares como el #MeTooMx, nos hemos escuchado, hemos finalmente roto el pacto de silencio porque sabemos que, para frenar diez feminicidios diarios en nuestro país, nos necesitamos vivas, pensantes, contantes de nuestra versión.

Apremiamos escucharnos y acompañarnos, reestructurar nuestras formas de comunicarnos, convivencia, validar nuestra palabra, muy a pesar de los ídolos que México nos presentó y continúa erigiendo a través de distintos medios.

Portada tomada del Facebook No Soy Meche la de Juan Gabriel.

Con este libro, Meche decide romper su silencio, decide poner sus diarios, memoria y recuerdos en manos del productor Joseph Carlson, el periodista Rafael Lincon, y del escritor Fausto Lozano, narrador de la biografía. Al pasar las páginas sabía que iba a encontrar pruebas de lo que solemos concluir las mujeres en el mundo, el dolor del cuerpo es real, el sufrir ha sido explotado astutamente, es el telón, orquesta de la religión, el estado, los medios de comunicación y el espectáculo para perpetuar el abuso a menores, el mal trato hacia las mujeres y la crueldad entre los hombres, fomentando así la masculinidad machista, misógina, pedófila, violenta.

El hilo de horror parece no terminar. Con este tipo de trabajos, donde Meche cuenta sus memorias del Ciudad Juárez de los sesenta hasta la fecha, notamos que el fanatismo no ha cambiado. El público siguió el brillo sofocante de la fama, y la espectacularidad de Juan Gabriel hasta sus últimos conciertos y después de su fallecimiento.

Con este proyecto se invita al lector a detectar la verdad, a ver la realidad como es, a conocer el otro relato. A enterarse de cuáles son los detonadores que marcan los destinos de todos/as, este inicia con el maltrato infantil para seguirle al rechazo de la familia, la prostitución.

El destino de Meche lo teje el desprecio del tío Jorge, y la violación en la niñez. Las heridas internas en su cuerpo dejadas por el abuso sexual son surcos donde se anida la oscura anécdota de la fama, la sombra que la separó de la amistad de su querido Adán Luna que al crecer desarrolla gusto por los menores, lo afirman en el libro algunos testigos y otros testimonios en la red.

A pesar de las desventuras vividas, Meche cuenta su versión sobre el cuerpo, la maternidad, la prostitución como empleo. Se hace cargo de sus relaciones sexo afectivas. Cuenta de su anhelada búsqueda por la aceptación y el amor. Este libro impulsa a bajar a los ídolos del pedestal liberarlos y liberarnos, ellos son de carne y hueso.

Presentación de No soy la Meche la de Juan Gabriel. Foto: Blanca Celene Rios Tiscareño.

La biografía inicia por el final, la muerte de Juan Gabriel, la muerte del cantautor y pone en antecedente que algo debe y va a perecer. El libro es la memoria de la mujer citada por las memorias infinitas de los miles de niños/as abusadas/os en México y las voces de las mujeres violentadas. Aquí la quinta lectura (la tuya) es relevante, ¿qué escribir o comentar sobre el libro?

Su reacción al enterarse de la muerte de Juan Gabriel fue la reacción de la amiga que ella sigue siendo: “me hubieran dejado cuidarlo”. De esa noticia vamos en retrospectiva, llega su niñez, la felicidad de ir con la taza para el azúcar en la mano. La confianza que deposita en su vecino pedófilo. Meche tenía 9 años. Ese Ciudad Juárez de los 60’ del antes, del ahora que ya no queremos que sea el después. Meche vive en la “¿frontera más fabulosa y bella del mundo?”

En Ciudad Juárez 10 mil niñ@s son explotad@s. El feminicidio rebasa los mil 775, ¿dónde está lo fabuloso? En No soy Meche la de Juan Gabriel, el cantante deja de ser el ídolo de las multitudes, Meche lo humaniza, lo cuenta con sentido del amor, el recuerdo; evidencia actos de traición, malentendidos que casualmente la dejan desfavorecida, ¿qué extraño?

Nada de extraño: Meche es mujer, y en Ciudad Juárez por el solo hecho de ser mujer ya eras y eres el objeto sexual, la malinche o la virgen, bendita Meche en letras de Juan Gabriel: “Meche, mi dulce y buena Meche, mi enamorada Meche, por favor (…)”.

La ciudad no necesita espectacularidad ni ídolos, redefinamos nuestras identidades, a pesar de que a través de la música Juanga nos llama a bailar y cantar, quitemos el tono festivo a la tragedia. Meche lo recuerda casi todo, con lucidez, recuerda los nombres de quienes la ayudaron.

A sus setenta años, continúa caminando las calles y la vida nocturna en Juárez. Conocí a Meche a principios del año dos mil en el Palacio de las Estrellas, era la señora de los baños, título del libro autobiográfico de otra señora de los baños, juarense, Josefina Gutiérrez Martínez. Este México se beneficiaría si recupera y escribe las memorias de las mujeres. Dar cuenta y pedir cuentas para deshacer el hechizo, el artificio, la argucia, la artimaña, la trampa del yo lírico que escapa en la fiesta, la niebla, sexualiza a la niña, se la lleva al bosque encantado de la ninfeta y hace de las suyas para entregarnos a una adulta que sufre, pero a la vez lo “inspira”, cambiemos la metáfora. La violencia suena atractiva bajo las fases creativas del pasado, se reproduce.

¿Dónde empieza el sufrimiento? Digamos que en la fábrica de pedófilos. Digamos que el principio ha sido la violación infantil. Digamos que los humanos copian y pegan y entre sus gustos está el provocar sufrimiento para gozar. Digamos.

La agenda de Juanga era la de la espectacularidad, el circo que sirvió al estado para mantener una simbología de Juárez que solo vivía en el mundo imaginario del cantante. Se decía que el ex gobernador César Duarte cerró algunas calles de Chihuahua para traer a su ídolo pagándole una cuantiosa cantidad, pero eso es rumor.

En el libro Meche nos informa qué pasó durante sus últimas visitas a Ciudad Juárez. Es increíble leer cómo se disputaban hasta una firma de él. Lo que noto en Meche es que su dignidad iba y va en aumento y cada vez aguanta menos y menos los empujones, el desprecio. Basta.

Cobraba para dar entrevistas, tal vez para detener a los periodistas y la idolatría, además para tener un poco de ingreso. Meche ha sido la acompañante de las activistas en pro a los derechos de los homosexuales. “Denle sus derechos a los jotitos”, atina a decir cuando los LGBQTTT la buscan.

La biografía es conciliadora, basada en los recuerdos, amistad, datos, memorias escritas en sus diarios, conexiones que encontraron entre ella y Fausto. Es la de la mujer juarense que tiene varias lecciones generacionales que enseñar. “Ya se acabó el recreo, ahora sigo yo”, dijo después de escucharme leer sobre ella, durante su presentación en la Feria del Libro de la Frontera en Ciudad Juárez 2019.

Agradecida, Meche solo atina a bendecir cada vez que las lectoras corean su nombre. Y cuando las feministas le decimos #YoLeCreoAElla, la defendemos, ella dice: gracias, palabra que tanto hace falta pronunciar en las conversaciones intergeneracionales de mujeres.

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