Mundo

A 50 AÑOS DEL GOLPE

PARTE 2 | El vínculo de Washington y la dictadura de Pinochet tras el golpe a Allende

10/09/2023 - 12:00 pm

Esta es la segunda entrega de una entrevista que entrega una revisión integral del papel de Estados Unidos en el golpe de 1973, que derrocó el gobierno de Salvador Allende, y sus consecuencias. Entrevista publicada en inglés originalmente en el medio Truthdig

Este texto se reproduce con permiso del autor.

Chile, 10 de septiembre (Interferencia).– La semana pasada, Interferencia publicó la primera mitad de mi entrevista con el historiador Peter Kornbluh sobre la sórdida historia de Henry Kissinger y la CIA en el golpe de Estado en contra de Salvador Allende en 1973. En esta segunda mitad de la entrevista, Peter detalla el papel de la CIA tras la toma del poder por Pinochet; el auge de los escuadrones chilenos de la muerte en el terrorismo internacional; el atentado con coche bomba contra Orlando Letelier en suelo estadounidense; y cómo Estados Unidos acabó hartándose de Pinochet y ayudó a expulsarlo del poder.

Peter lleva más de tres décadas investigando sobre Chile en los Archivos de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington. Por mi parte, ejercí como traductor de Salvador Allende durante su breve presidencia y escapé de Chile ocho días después del golpe de 1973.

En esta foto de archivo del 10 de marzo de 1998, el exgeneral Augusto Pinochet está en Santiago de Chile. Foto: Santiago Llanquin, AP.

–Marc Cooper (MC): Pinochet toma el poder el mismo día del golpe del 11 de septiembre de 1973 e instaura inmediatamente un sangriento clima de terror para dar paso a lo que se convertirá en una dictadura férrea. La matanza más intensa tiene lugar desde un principio con la abolición de todas las libertades civiles, la abolición del Congreso y de todos los partidos políticos, el bombardeo de universidades y con los cadáveres flotando por el río Mapocho en el centro de Santiago. Así comienza el tema aún no resuelto de los abusos de los derechos humanos en Chile. ¿Cómo afronta inicialmente Estados Unidos este inconveniente?

–Peter Kornbluh (PK): Creo que todo el mundo debería entender que el movimiento por los derechos humanos, tal y como lo conocemos hoy y tal y como existe hoy en Estados Unidos, comenzó con Chile.

Empezó con gente, gente como tú mismo, gente que conocías que se marchó tras el golpe, que escapó con vida, volviendo a Washington, absolutamente horrorizados de que Estados Unidos hubiera desempeñado un papel en el derrocamiento de Allende, y aún más horrorizados de que Kissinger y Nixon y, luego, Gerald Ford estuvieran realmente abrazando esta sangrienta dictadura militar que estaba matando a toda esa gente.

Gente como Joseph Eldridge, que había estado en Chile, y que creó la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos. Él y otros iniciaron el primer tipo de defensa para hacer de los derechos humanos un criterio de la política exterior estadounidense. Para esta causa, reclutaron a jóvenes congresistas maravillosos.

Y más que llamar la atención sobre las violaciones de los derechos humanos, aquellos defensores trabajaron con el Congreso para aprobar una serie de leyes que pudieran restringir la capacidad de Estados Unidos para apoyar a regímenes que incurrieran en violaciones sistemáticas de los derechos humanos, como estaba haciendo el régimen de Pinochet.

Las llamo las leyes “Kissinger-Pinochet” porque si Kissinger no se hubiera empecinado en apoyar a Pinochet, pasara lo que pasara, y hubiera mostrado un mínimo de sensibilidad hacia las personas que estaban siendo masacradas, torturadas y desaparecidas, esas leyes nunca se habrían aprobado. Pero Kissinger adoptó la postura contraria, que era la de tener total impunidad en la ayuda exterior, dando ayuda económica y militar al gobierno que él quisiera. De hecho, le dijo a su propio embajador en Chile: “Basta de sermones sobre derechos humanos”. Literalmente escribió esto en el margen de los cables que venían de Chile informando sobre atrocidades contra los derechos humanos. “Basta de sermones sobre derechos humanos.”

–MC: Y todo esto incluso cuando había quedado claro que el régimen había asesinado a dos ciudadanos estadounidenses, Frank Teruggi y mi amigo Charlie Horman, la figura central de la película “Missing” de Costa-Gavras, ganadora de un Oscar. Mucha gente que seguía el tema de Chile, yo incluido, estaba muy agradecida por la película, porque ponía a Chile en primer plano. Pero también sugirió una especie de conspiración, empezando por el hecho de que Charlie fuera a Valparaíso y supiera demasiado sobre las maniobras de la Marina estadounidense y que pudiera haber dicho demasiado al agregado militar estadounidense, Ray Davis, que casualmente le llevó de vuelta a Santiago.

No se equivoquen. Sé que Estados Unidos no hizo prácticamente nada para encontrarlo cuando desapareció y, en 2002, presté testimonio en contra del cónsul estadounidense ante el juez chileno que llevaba el caso del asesinato de Horman. Pero no me tragué la teoría de la conspiración de que Estados Unidos era cómplice de su asesinato. Fue indiferente, seguro. Pero no cómplice. ¿Qué papel crees que tuvo la CIA/gobierno de EE.UU., si es que tuvo alguno, en su asesinato? Ni en el encubrimiento, ni en el asesinato, ni en la detención, ni en las razones: ¿crees que tuvieron algo que ver?

–PK: Deberías saber que uno de mis primeros trabajos remunerados en Washington, a principios de los ochenta, cuando era joven, fue ser contratado por un abogado llamado David Kendall.

-MC: El mismo que, años después, se hizo famoso por defender al Presidente Clinton en el caso Lewinsky.

-PK: Después de que se estrenó la película Missing, los funcionarios estadounidenses, incluidos el Embajador y el Cónsul general de Estados Unidos contra los que usted, Marc Cooper, testificó, Frederick Purdy, y el agregado militar Ray Davis, que llevó a Charlie, demandaron a Universal Studios y a Costa-Gavras por la supuesta representación malintencionada de ellos en la película.

–MC: Pensaba que se habían librado fácilmente, pero adelante.

–PK: Curiosamente, la película los representaba, creo que con exactitud, eran asquerosos…

–MC: Insensibles e indiferentes.

–PK: Insensibles, indiferentes, maliciosos. Crueles.

–MC: Puedo dar fe de ello.

Kissinger estrecha manos con el dictador chileno Augusto Pinochet en 1976. Foto: Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile.

–PK: Claro, puedes dar fe de ello. ¡Y lo hiciste! Tú conocías a esos funcionarios de la Embajada; trataste con ellos personalmente.

–MC: Desgraciadamente. Purdy nos negó protección a mí y a unos amigos y básicamente nos echó del consulado. Esto fue seis días después del golpe. Coincidentemente el mismo día que Horman fue capturado.

–PK: Esos funcionarios abusaron de los estadounidenses que estaban aquí, como ya sabes, y abusaron de sus familias; el padre de Charlie, que era un hombre de negocios del Partido Republicano, que a diferencia de usted y algunos de los otros de su edad, estaba bien establecido, era muy rico y estaba absolutamente furioso de que él y su familia fueran tratados de esta manera por el gobierno por el que había votado. Y la familia de Frank también.

Pero la presentación general que se hace de ellos en la película da a entender que encubrieron o incluso participaron directamente en las ejecuciones de Horman y Teruggi en los días posteriores al golpe de Estado de hace 50 años. La película no lo dice directamente pero es muy sugerente en esa dirección.

Todos demandaron a Universal Studios y a Costa-Gavras. El estudio contrató a David Kendall para defenderlos. La estrategia legal de Kendall consistió en presionar al gobierno estadounidense para que revelara documentos secretos respecto a cuál fue el verdadero papel de Estados Unidos en el golpe.

Por ello, hice todo este expediente y montaje para Kendall, que consiguió negociar una disculpa de Universal Studios a estos funcionarios, que básicamente decía que no pretendían representarlos como personas reales, aunque obviamente lo eran. Y de alguna manera esta disculpa puso fin a todo ese proceso. Pero todo esto viene a decir que, desde el principio, hubo oposición a la película, con el argumento de que las mismas personas que aparecían en ella podían y debían interpretarla de otra manera.

Y aunque la película es precisa en su presentación de los hechos -Charlie estuvo en Valparaíso y el golpe comenzó allí con la Armada chilena y él se reunió allí con personal estadounidense-, las interpretaciones de los hechos sobre el papel de Estados Unidos en sus muertes no parecen tener base probatoria. Una escena crucial de la película muestra a un antiguo agente de inteligencia chileno llamado Rafael González, que se ha refugiado en la embajada italiana para huir de Chile, contando a dos periodistas estadounidenses que la noche de la detención de Horman le habían llamado a una oficina militar para que hiciera de intérprete durante el interrogatorio de Horman y que había un estadounidense presente -González dijo que podía decir que era estadounidense por el tipo de zapatos que llevaba el tipo-. González dijo que le dijeron que Charlie tenía que desaparecer “porque sabía demasiado”.

Se trata de una escena real; la película hace creer que tuvo lugar poco después del golpe, pero en realidad se produjo en junio de 1976, cuando González, su mujer y su hijo ya llevaban más de dos años escondidos en la embajada italiana. Una de las reporteras, Joanne Omang, del Washington Post, escribió dos artículos sobre esa entrevista, uno titulado “El hombre que sabía demasiado”, que desencadenó un gran escándalo sobre si Estados Unidos había estado implicado en el asesinato de Horman y puso en marcha una investigación interna en el Departamento de Estado. Ello también llevó a un abogado neoyorquino llamado Thomas Hauser a escribir un libro, The Execution of Charles Horman: An American Sacrifice [La ejecución de Charles Horman: Un sacrificio americano], en el que se basa la película “Missing”.

El problema es que la historia de González cambiaba constantemente cuando los investigadores hablaban con él; finalmente, cuando consiguió salir de Chile, se retractó por completo. Pasé varias horas entrevistándole a él y a su hijo, ya adulto, y creí su argumento de que había sido presionado por funcionarios de la embajada italiana para que encontrara una forma de llamar la atención sobre sí mismo, de modo que el régimen de Pinochet se viera obligado a concederle un salvoconducto para salir de Chile.

–MC: Así que, a día de hoy, ¿no hay pruebas sustanciales, realmente no hay ninguna prueba en absoluto, de que la CIA o el gobierno de EE.UU. en general, tuvieran algo que ver con la detención original y el asesinato?

–PK: Muchos extranjeros fueron objeto de detención y muerte tras el golpe, como ya sabes por experiencia personal en tu propio esfuerzo por escapar de Chile. Quiero aprovechar esta oportunidad para decirte que estoy muy agradecido de que consiguieras salir con vida.

Missing es una película enormemente importante, una película increíblemente buena. Es la película que en cierto modo inculcó en la conciencia del público estadounidense los horrores que ocurrieron en Chile.

Cincuenta años después, aún quedan muchas preguntas sin resolver sobre la detención y ejecución de Horman y Teruggi. ¿Por qué fueron señalados, detenidos y asesinados? ¿Quién ordenó sus ejecuciones? A raíz de una querella presentada por las familias de Horman y Teruggi hace 23 años, un juez chileno procesó y condenó a varios altos cargos militares chilenos -entre ellos González- e implicó al jefe del grupo militar estadounidense, el capitán Ray Davis, en la muerte de Charles Horman. Pero el juez no ofreció pruebas reales de ningún tipo sobre cuál fue su papel. El hecho de que oficiales estadounidenses como Davis, y con los que usted trató, apoyaran el golpe, e incluso simpatizaran con la represión que siguió, los hace cómplices de lo que ocurrió en Chile el 11 de septiembre de 1973 y después. Pero no es prueba de implicación directa en estos dos atroces crímenes que costaron la vida a ciudadanos estadounidenses.

Por supuesto, estaban aplicando la política criminal e inmoral de Henry Kissinger de apoyar activamente la consolidación del régimen militar y negarse a, como él mismo dijo, “acosar” a Chile por las atrocidades contra los derechos humanos. Cuando sus principales ayudantes le informaron de la matanza en los días posteriores al golpe, la respuesta documentada de Kissinger al respecto fue: “Creo que debemos entender nuestra política: por desagradable que sea su actuación, este gobierno es mejor para nosotros de lo que fue Allende”.

–MC: Sí, volviendo a Kissinger y la junta militar…

–PK: Tienes a Kissinger reuniéndose con representantes de Pinochet en 1975, en pleno auge de las desapariciones. De hecho, la ONU quiso enviar una delegación de derechos humanos a Chile y Pinochet la canceló en el último momento, cuestión que provocó un gran revuelo internacional.

¿Y qué ocurrió? Pinochet envió a su ministro de Asuntos Exteriores, Patricio Carvajal, a hablar con Kissinger -tenemos el memorándum desclasificado de la conversación de la reunión- y este comenzó la reunión bromeando con el representante de Pinochet diciendo: “Sabes, para esta reunión, mis ayudantes me dieron estos libros informativos y estaban llenos de cosas sobre derechos humanos.” Kissinger parece casi disculparse. Le dijo a Carvajal: “El Departamento de Estado está lleno de personas que tienen vocación de curas/para la iglesia. Como no hay suficientes iglesias para ellos, entraron en el Departamento de Estado”.

–MC: ¿Es una cita directa?

–PK: Sí, lo es. Entonces los dos, como que se ríen al respecto porque Kissinger está menospreciando a sus propios diputados ante el representante de Augusto Pinochet, cuyo nombre se ha convertido en sinónimo de graves violaciones de los derechos humanos. Eso fue en febrero de 1975.

Para 1976, cuando está a punto de aprobarse la enmienda Kennedy-Harkin sobre ayuda y armas a Chile, la Organización de los Estados Americanos [OEA] decide celebrar una reunión en Santiago. Nunca entenderé cómo sucedió esto. Realmente nunca entenderé cómo sucedió esto.

Kissinger tiene que venir a Santiago y pronunciar un discurso en el que se verá obligado a hablar realmente de derechos humanos. ¿Y qué hace?

En primer lugar, es informado por su principal adjunto, William D. Rogers, el subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos -no confundir con el secretario de Estado de Nixon, William P. Rogers-, quien es un amigo cercano y aliado de Kissinger y que, más tarde, se convirtió en su abogado personal después de que ambos dejaran el cargo. La cuestión es que él [Kissinger] recibe estos documentos informativos que básicamente dicen: “No puedes dar ni una declaración trillada para Pinochet porque él lo interpretará como un apoyo. Tienes que dejar muy claro que apoyamos el retorno a la democracia, que queremos ver el fin de las violaciones de los derechos humanos, y que es eso lo que está arruinando completamente nuestras relaciones.”

¿Y qué hace Kissinger? Va a reunirse con Pinochet antes de pronunciar su discurso.

Esa es la única reunión cara a cara entre Kissinger y Pinochet. Fue el 8 de junio de 1976, y tenemos el memorándum desclasificado de la conversación, que obtuvimos muchos años después y que, por cierto, fue escrito a partir de las notas tomadas por esa misma persona, el Secretario de Estado Adjunto William D. Rogers.

La primera vez que supimos de la reunión fue por las memorias de Kissinger, en las que hay un capítulo entero que termina con su descripción de esa reunión.

–MC: Lo cual es completamente falso, ¿verdad?

–PK: Claro. En sus memorias, [Kissinger] dice: “Fui, me reuní con Pinochet, le insistí en la cuestión de la democracia, le dije que tenía que dejar de violar los derechos humanos”.

Así que, años después de la publicación de las memorias, nos llega la memoria desclasificada de la reunión, en la que Kissinger no menciona la palabra democracia ni una sola vez y sólo menciona el término derechos humanos para informar a Pinochet de que el Congreso estadounidense le está obligando a hablar de derechos humanos.

–MC: Desprecia al Congreso, ¿no?, pero no a Pinochet.

–PK: Sí. Llega y dice: “General Pinochet, quería reunirme con usted porque me están obligando a dar este discurso sobre los derechos humanos y quería decirle que el discurso no trata de usted. Creo que es usted una víctima de la propaganda izquierdista mundial y que su único delito fue derrocar a un gobierno que se estaba volviendo comunista. Hizo un gran servicio a Occidente derrocando a Allende y queremos ayudarlos, no hacerles daño”.

Estos fueron los tópicos y los que realmente dijo Kissinger. Luego se tomaron todas esas fotografías de él sonriendo y estrechando la mano de Pinochet, inclinándose y hablando con el General.

Para entonces, Pinochet era un completo paria en el mundo entero. No había lugar que lo recibiera, salvo los países de otros regímenes militares y dictaduras.

Pinochet sí vino a Washington para la firma del Canal de Panamá con todos los demás líderes militares y latinoamericanos. Pero además de eso, fue denunciado, rechazado y condenado en todo el mundo. Y aquí está Henry Kissinger, posiblemente el diplomático más famoso del planeta, guiñándole el ojo y besándole el culo y estrechándole la mano y luego, en privado, básicamente diciéndole: “No te preocupes por lo que digo públicamente. Queremos ayudarte, no hacerte daño”.

En esta imagen de archivo, el Presidente de Chile, Salvador Allende, saluda desde un vehículo descapotable mientras el General Augusto Pinochet avanza a caballo a la izquierda, en Santiago, Chile, el 21 de mayo de 1972. Foto: AP.

–MC: Bueno, también estaba diciendo: “No hagan caso de lo que digo”, pero también está diciendo: “Tampoco hagan caso a esos imbéciles del Congreso de EU”.

–PK: Claro. Sabes, algo muy interesante ocurrió en esta reunión, y es que dos veces Pinochet plantea el tema de Orlando Letelier -quizás el disidente chileno exiliado de más alto perfil que viviendo en EE. UU.- a quien Kissinger conoce porque Orlando había sido embajador de Allende en Washington, y había sido acreditado por Henry Kissinger en ese momento en la Casa Blanca. Se conocían. Hablaron, y Pinochet plantea las actividades de Letelier, básicamente diciendo que [Letelier] está mintiendo, y que alguien debería callarlo. Básicamente dice: “¿Qué se puede hacer para que deje de difundir todas estas cosas falsas sobre nosotros?” Y Kissinger tiene la oportunidad de decir: “Bueno, usted sabe Sr. Pinochet, lo que puedo decirle es que él está en lo correcto. Los informes de inteligencia que recibo es que todo lo que está diciendo sobre las violaciones de los derechos humanos es correcto, y obviamente, ustedes no van a volver a la democracia.”

–MC: Hay cientos de cosas que podría haber dicho.

–PK: Claro, muchas cosas. Y en vez de eso, no le dijo nada. Así que hay una especie de silencio. Y el hecho de que Pinochet mencione el nombre de Letelier es muy sugestivo. Está tanteando a Kissinger.

–MC: Algo así como ¿está bien noquear a este tipo?…

–PK: Sabes, eso suena muy retórico y muy conspiranoico, pero yo creo sinceramente que es lo que es. Porque sucede justo en el momento cuando Pinochet decide dar la orden a la DINA, la policía secreta chilena, de iniciar los preparativos de una misión para asesinar a Orlando Letelier. Ahora, hay algo más que debes saber: Esta reunión con Kissinger tiene lugar el 8 de junio de 1976. La OEA se ha reunido en Santiago. Pero como todo esto ocurre, Pinochet y la policía secreta chilena aprovechan para convocar casi al mismo tiempo a los países del Plan Cóndor.

–MC: Los países Cóndor estaban formados por las dictaduras militares de la región del Cono Sur de Sudamérica que se coordinaban para liquidar a sus oponentes.

–PK: Todos los países del Cono Sur, todos bajo regímenes militares, estaban siendo organizados por Chile para coordinar el exterminio de aquellos izquierdistas que habían logrado escapar de sus respectivos países a otros países. O incluso a Europa y Estados Unidos.

Tal fue el caso de Orlando Letelier. Y en esta reunión, que tiene lugar los últimos días de mayo y los primeros de junio de las naciones Cóndor. Chile, Uruguay y Argentina básicamente toman la iniciativa de organizar algo llamado “Plan Teseo”, en honor al dios griego Teseo, que mató al Minotauro. Y esta era la imagen que querían dar.

–MC: Enfermo.

–PK: Y resulta que la CIA intercepta, o recibe una versión en español del plan. Todo el plan burocrático, logístico y banal de 10 páginas de cómo va a funcionar esta operación multinacional de escuadrones de la muerte. Incluye los presupuestos diarios para las misiones de asesinato, cómo los países propondrían quiénes serían eliminados, y cómo tendrían que reclutar a mujeres para formar parte del equipo de asesinos para que éstos pudieran hacerse pasar por un matrimonio. Esas mujeres tendrían un extra de 1.000 dólares para comprar ropa para que parecieran el personaje. Y cómo cada país tenía que pagar sus cuotas de 200 dólares el día 30 de cada mes.

También plantearon que Argentina fuera la sede de esta parte concreta de las operaciones. Todo salió en los documentos de Argentina en 2018. Así que sólo hace unos años. Y muchos, muchos años después de que la CIA se enterara de esto.

–MC: Sólo para detallar, ¿este documento está escrito por quién? ¿Por el consejo, por un comité de las naciones Cóndor?

–PK: Por los jefes de inteligencia del Cono Sur. Una verdadera “compañía del asesinato a sueldo” del Cono Sur. Y la CIA se entera de los planes para construir el programa Teseo, y del primer tipo de objetivos nominados, que casualmente estaban en Francia.

Algunos quieren pensar que la CIA estaba totalmente a favor, pero no fue así. En 2018 con todos estos documentos que salieron a la luz como parte de un gesto diplomático de desclasificación que comenzó bajo la administración Obama y se finalizó durante Trump, y estos extraordinarios documentos de inteligencia muestran que el jefe de la división del Hemisferio Occidental y de la división de operaciones encubiertas de la CIA estaba frenético porque estos servicios de inteligencia del Cono Sur iban a enviar equipos de escuadrones de la muerte a países europeos como Francia.

Iban a matar gente en las calles de Europa. Y entonces el servicio de inteligencia francés, que era fundamental para el trabajo de colaboración de enlace de la CIA en Europa contra los rusos y la OTAN y todo eso, le diría a la CIA: “¿Esto no es de sus hombres? ¿Sabían algo de esto?”

Así que llegan estos cables alarmistas hasta la cúpula de la CIA y más allá diciendo: “No podemos dejar que esto ocurra. No podemos permitir que estas naciones Cóndor anden por ahí en países europeos aliados matando gente porque nos van a culpar. Será un gran escándalo. Y el hecho es que lo sabemos de antemano y nos ven como si estos fueran nuestros hombres”.

En esta imagen de archivo, soldados y bomberos sacan el cuerpo del Presidente chileno Salvador Allende, envuelto en un poncho boliviano, del palacio presidencial de La Moneda tras un bombardeo durante el golpe de Estado liderado por el General Augusto Pinochet, en Santiago, Chile, el 11 de septiembre de 1973. Foto: El Mercurio, vía AP.

–MC: ¿Pero la preocupación fue antes o después del asesinato de Letelier?

–PK: Es de antes. Y, de hecho, la CIA envía discretamente a un representante para hablar con el gobierno francés. La CIA intercede esencialmente para frustrar los primeros complots de asesinato del Plan Teseo en Europa y los desbarata con éxito. Los objetivos son advertidos y desaparecen. Y cuando el equipo Cóndor llega allí, no puede encontrarlos.

Así que esto básicamente cambia la dinámica, porque los servicios de inteligencia Cóndor se dan cuenta de que alguien los ha traicionado, que están totalmente infiltrados, y que tal vez no sea una buena idea tener a un montón de gente reunida, nominando objetivos para ser asesinados y tener equipos corriendo por todo el mundo.

Y a decir verdad, los chilenos, la policía secreta de la DINA, se dan cuenta de que si van a matar a Letelier, más vale que no se lo digan a un montón de otros servicios de inteligencia, porque algunos de ellos en realidad están informando a la CIA de lo que están haciendo. Cuando emprenden el complot, utilizan un mecanismo Cóndor. Los países Cóndor se habían puesto de acuerdo para proporcionar documentos falsos, visados y pasaportes falsos a los distintos agentes que iban en misión.

En el caso de Letelier, dos agentes chilenos son enviados a Paraguay, y el jefe de la DINA, Manuel Contreras, pide a la inteligencia paraguaya que les gestione visas falsas para ir a Washington. No les dice a qué van a Washington. Y hay alguna implicación en documentos posteriores de la CIA de que los paraguayos estaban muy enfadados de que esto haya sucedido. Así que los paraguayos solicitaron al embajador de EE.UU. que les proporcione visados, así les pasan estos pasaportes falsos, que él [el embajador] copia. Se reúne con estos agentes chilenos y les dice: “¿Por qué quieren ir a Estados Unidos?”. Y la historia es, que tienen una reunión con el subdirector de la CIA Vernon Walters. En realidad no dicen de qué se trata.

Así que nuestro embajador copia los pasaportes y los visados y envía una alerta a Washington de que vienen estos dos agentes tan sospechosos y no se cree su historia y dice que hay que avisar a Vernon Walters. Y Walters está en proceso de retirarse de la CIA. Afirma que fue alertado, pero ya que se retiraba, ¿qué iba a hacer?

Y de alguna manera esto nunca se difunde. Estos dos tipos entran a Estados Unidos no viniendo de Paraguay, sino volviendo a Chile y volando desde Chile. Ellos vigilan a Letelier. Eventualmente, participan en el asesinato de Letelier. Y el asesinato de Letelier tiene lugar el 21 de septiembre de 1976, usando un coche bomba en Sheridan Circle en Washington.

Pero antes de que Letelier sea asesinado, hay toda una secuencia de eventos. Son muy importantes. La CIA a finales de julio de 1976 se sienta con el Departamento de Estado y dice: “Vamos a compartir con ustedes lo que sabemos acerca de estos tipos Cóndor. Andan por el mundo tratando de matar gente. Y probablemente no sea una buena idea”.

Y hay algunos ayudantes muy concienzudos de Kissinger, uno de ellos es Hewson Ryan, muy concienzudo. Y el otro es William Luers. Y dicen: “Tenemos que evitar que esto suceda. Estos tipos nos van a avergonzar. No hay manera de que puedan ir por ahí matando gente de esta manera. Y no impedirá nuestra capacidad de construir relaciones positivas con ellos. Estamos tratando de luchar contra la Enmienda Kennedy y enviar ayuda a estos países de todos modos y no vamos a ser capaces de hacerlo. Y por eso tenemos que enviarles el mensaje de que no deben hacer esto”.

Así que el funcionario del Departamento de Estado Henry Shlaudeman dice: “Bueno, redacta una démarche [¿diligencia?]“. Así que redactan una démarche, y se discute. Se transmite a mediados o finales de agosto a todas las principales naciones Cóndor. La embajada de EU. en Chile, la embajada de EU en Argentina y la Embajada de EU en Uruguay y los tres embajadores en esos países básicamente se les dice que vayan a los jefes de Estado aquí en Chile. Eso significa que el embajador de EU va a reunirse con el General Pinochet. En Argentina, significa que el embajador Robert Hill se reunirá con el Gral. Videla. Y en Uruguay, sigue siendo una junta, líderes militares. Y esta démarche, que está muy bien escrita, básicamente dice: “Los apoyamos luchando contra la izquierda. Estamos dispuestos a ofrecerles más asistencia en seguridad y compartir inteligencia para que puedan luchar contra la izquierda. Pero no pueden ir por ahí matando gente en el extranjero. No es una buena idea. Y sólo queremos dejarles en claro que sabemos que están pensando en hacerlo, y no deberían hacerlo”.

Ahora, esta démarche llega literalmente a Chile unas cuatro semanas antes del asesinato de Letelier. Este es el más… tengo que decirlo, he trabajado en muchos casos. Conocí a Rodrigo Rojas cuando era niño, su muerte fue estremecedora. Pero la tragedia del hecho de que el gobierno de Estados Unidos pusiera en marcha una serie de esfuerzos que habrían, creo plenamente, obligado a los chilenos a abortar el asesinato de Letelier y luego no lo hiciera, es simplemente alucinante y desgarrador. Y francamente, la culpa es de una persona: Henry Kissinger.

Pero permíteme explicar cómo sucedió, porque es una historia increíble. Esta démarche se reduce a Chile, Argentina y Uruguay.

Lo primero que ocurre es que nuestro embajador en Chile en aquel momento, David Popper, leyó esta démarche, y ahí estaban sus instrucciones: “Por favor, entregue esta démarche personalmente a Pinochet”. (Nota del editor: Una démarche es una protesta diplomática formal de una nación a otra).

Popper escribe de vuelta y dice… tengo el cable que él envía de vuelta. “Creo que el Gral. Pinochet se ofenderá personalmente si le sugiero que está asesinando gente en todo el mundo”.

–MC: Por el amor de Dios, sí.

–PK: Es decir, la policía secreta de Pinochet ya hizo volar por los aires al General Carlos Prats y a su esposa Sofía, incinerándolos en un aparcamiento de Buenos Aires, asesinándolos a sangre fría con un coche bomba en septiembre de 1974. En septiembre de 1975, un equipo de asesinos de la DINA fue a Roma para intentar matar a Bernardo Leighton, el exiliado vicepresidente del Partido Demócrata Cristiano, demostrando perfectamente que no se trata de matar izquierdistas. Se trata de matar a cualquiera que pudiera concebirse como un líder de la oposición al régimen. Y un sinfín de otras desapariciones y asesinatos coordinados.

Así que el embajador norteamericano en Chile dice: “Sugiero que rescinda mis instrucciones de entregar esta gestión a Pinochet y que enviemos a Stuart Burton, el jefe de estación de la CIA, a hablar con el director de la DINA, Manuel Contreras”. Bueno, entonces este cable vuelve, y estamos a fines de agosto de 1976. Es como el mes de vacaciones en Washington. Y al funcionario estadounidense le toma unos días realmente sentarse y comenzar a hablar sobre esta respuesta.

Luego, está el documento que obtuve a través de la Ley de Libertad de Información para tratar de averiguar lo que realmente sucedió. El embajador de Estados Unidos en Uruguay, Ernest Siracusa, contesta por escrito: “Yo tampoco quiero entregar esta démarche a la junta militar”. ¿Sabe por qué? Porque me matarán. Mi vida estará amenazada y en peligro. Ya no podré estar seguro… Tendré que estar mirando por encima del hombro”.

Y sólo Robert Hill, nuestro entonces embajador en Argentina, responde y básicamente dice: “He concertado una reunión para el 20 de septiembre con el entonces dictador general Jorge Rafael Videla para compartir con él esta información.” Y el Subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Harry Shlaudeman -sucesor de William D. Rogers, que trabajaba para el Presidente Ford- se encuentra en un aprieto. Tiene a dos de los tres embajadores, ambos resistiéndose a entregar la gestión. Así que escribe un memorándum a Kissinger, un memorándum que obtuve muchos años después gracias a la Ley de Libertad de Información.

Escribe un memo fechado el 30 de agosto de 1976, que se titula Operación Cóndor. Y es para Kissinger. Básicamente informa sobre las objeciones del embajador Siracusa. Dice: “¿Cómo debemos manejar esto? ¿Aceptamos su propuesta? ¿Le reiteramos que debe ir a hablar con el Ministro de Relaciones Exteriores, Juan Carlos Blanco, en Uruguay y entregar la gestión? ¿Lo hacemos con el de la CIA en Uruguay, o voy yo a hablar con el embajador uruguayo aquí?”. Esta fue la recomendación de Siracusa. “¿Por qué no vas a Washington y entregas la démarche al embajador de Uruguay allí, porque tienes toda esta protección. Estás en una ciudad segura. No te matarán”.

Esto es lo que le dice a Kissinger. Le recuerda a Kissinger: “Lo que estamos tratando de evitar es una serie de asesinatos internacionales que podrían dañar seriamente el estatus internacional y la reputación de los países implicados.”

Así que, básicamente, le pide a Kissinger que le autorice a escribir de nuevo a Siracusa y decir: “Entendemos sus preocupaciones, pero todavía le estamos ordenando que entregue la gestión como dijimos originalmente”. Y en su lugar, ¿qué sucede? Kissinger responde y cancela todo.

Una multitud marcha por la avenida Matta para protestar contra la dictadura del General Augusto Pinochet, en Santiago, Chile, en noviembre de 1982. Foto: Marco Ugarte, AP.

–MC: ¿La démarche?

–PK: Toda la démarche. Rescinde la démarche de los tres países. Vuelve a escribir y dice: “Con respecto al memorándum sin número del 30 de agosto, Operación Cóndor, el Secretario Kissinger declina aprobar el mensaje a Montevideo y ha dado instrucciones de que no se tomen más medidas al respecto.”

Esto data del 16 de septiembre de 1976, cinco días antes del asesinato de Letelier. El 20 de septiembre, Shlaudeman envía un cable a los tres países diciendo: “El Secretario ha determinado que no se tomen más medidas”. Usando el lenguaje exacto del cable de Kissinger. “Que no se tomen más medidas para entregar la gestión ya que no hemos oído nada acerca de estas operaciones durante varias semanas.” Este cable sale el 20 de septiembre de 1976. Y a la mañana siguiente, Orlando Letelier y Ronni Moffitt son volados por un coche bomba al alcance del Departamento de Estado en Sheridan Circle, en el centro de Washington D.C.. Mucha gente podría pensar: “Bueno, todo esto está coordinado”.

Pero es una cínica coincidencia que literalmente cuando esta bomba ya había sido colocada bajo el chasis del auto, Kissinger y Shlaudeman rescinden una démarche que de haber sido entregada, incluso cinco o seis días… cuando habría dejado claro a los chilenos que si alguien como Orlando Letelier volaba por los aires, ellos serían los responsables. Ellos serían identificados como esto… y, usted pensaría que ellos lo habrían cancelado. Tomó años conseguir este registro completo. E incluso ahora, no tenemos un registro completo de cómo todo esto se desarrolló.

–MC: El matrimonio de Pinochet con la CIA y con Estados Unidos, en general, es un asunto que dura décadas y que sólo empieza a deshacerse lentamente a lo largo de un período prolongado.

–PK: En cierto modo, empieza a desenmarañarse justo ahí con el asesinato de Letelier… excepto esto… que la misma actitud que tenía nuestro embajador estadounidense de no hablar con Pinochet sobre esto, y la misma actitud que tiene Kissinger de “Oh, ya sabes, estos tipos son nuestros amigos. No deberíamos molestarlos con quejas sobre posibles asesinatos”. Esa misma actitud se mantiene durante los próximos dos años en los que los funcionarios de EE.UU. básicamente dicen, oh, los chilenos nunca habrían hecho esto. Y empiezan a tragarse la campaña de propaganda de Pinochet y la DINA de que la izquierda mató a Orlando Letelier para avergonzar a Chile. ¿Y no fue llamativo que el asesinato tuviera lugar justo cuando la Asamblea General de la ONU se reunía y condenaba a Chile por violaciones de los derechos humanos? Obviamente, esto fue coordinado por los enemigos de Chile para perjudicar al régimen de Pinochet. Y, por supuesto, nosotros no tuvimos nada que ver. Esas fueron las mentiras del régimen de Pinochet.

Y, la burocracia de seguridad nacional de EU se creyó en gran medida esas afirmaciones, excepto la CIA, que descubrió, y se puede leer el documento en mi libro, muy pronto de sus fuentes chilenas que Pinochet había hecho esto.

Todo esto sólo queda absolutamente claro cuando esos pasaportes fotocopiados de los que hablé antes son descubiertos por el Departamento de Estado, entregados al Departamento de Justicia y al FBI -que están investigando este acto de terrorismo- y filtrados a Jeremiah O’Leary, un reportero en Washington del periódico conservador The Washington Star, que publica estas dos fotos de pasaporte en la portada del periódico. Y en cuestión de horas, la gente está llamando y diciendo, oh, ese tipo es Michael Townley. El es este gringo que trabaja con la policía secreta chilena y oh, ese otro tipo es Armando Fernández Larios, un agente de inteligencia chileno. Y así se vuelve claro como el agua que, a pesar de toda la propaganda de Pinochet y de algunos funcionarios estadounidenses que querían creer que eso era cierto, los chilenos tienen esta activa operación de terrorismo internacional, y -esto es durante la administración Carter- todo el barco que apoyó a Pinochet todos estos años comienza a alejarse lenta pero inexorablemente.

¿Cómo podemos aliarnos con un régimen asesino que realmente piensa que puede enviar terroristas a nuestra capital para hacer explotar a la gente? Y ese sentimiento se expande y se expande y se expande y se mantiene, a trompicones, incluso durante el segundo mandato de la administración Reagan, cuando el Secretario de Estado George Schultz básicamente hace un esfuerzo concertado con el Presidente Reagan, que es un gran partidario de Pinochet. “Pinochet, mi amigo anticomunista, Pinochet, mi amigo del libre mercado, privatizó la seguridad social en Chile, y yo quería hacer eso cuando era gobernador de California”. Realmente llamativo.

Y Schultz toma la inteligencia de la CIA y básicamente se acerca a Reagan en 1986 y de nuevo en el 87 y le dice no podemos seguir apoyando a este tipo. La CIA ha llegado a la conclusión de que él personalmente ordenó un acto de terrorismo internacional en las calles de Washington D.C. Realmente deberíamos considerar acusarlo, no darle ayuda, consuelo y apoyo, deberíamos cortarle el grifo y dejarle claro que queremos un retorno al gobierno civil.

Y esto no porque realmente pensaran que era horrible y terrible, era porque, al igual que el ex dictador Anastasio Somoza, en Nicaragua, cuanto más tiempo permaneciera Pinochet en Chile, más se iba a radicalizar la situación, y todo el programa estadounidense de erradicación de la izquierda en Chile se iba desvaneciendo poco a poco. Pinochet había hecho todo esto, pero ahora, como era tan terco y se negaba a irse, las clases medias empezaban a gravitar de nuevo hacia la izquierda. Y el Partido Comunista, que había sido extremadamente conservador en términos de militancia en la izquierda ahora había desarrollado un brazo armado durante la dictadura que de hecho intentó asesinar a Pinochet.

Aunque esa operación fracasó y, lamentablemente, todas las personas implicadas en ella fueron detenidas junto con sus cómplices y ejecutadas, la historia recordará ese acto como un estímulo para que las autoridades estadounidenses volvieran a analizar la situación en Chile y dijeran: “Nuestro apoyo a Pinochet es contraproducente para nuestros intereses”. Y ese hecho, sumado a quemar vivo en las calles de Santiago al residente estadounidense Rodrigo Rojas y coartar a nuestro embajador en Chile, Harry Barnes, marcaron básicamente el final del camino del apoyo estadounidense a Pinochet.

–MC: Y hubo un dramático punto de exclamación: la noche del plebiscito de 1988 que prolongaría el gobierno de Pinochet otros ocho años o traería de vuelta la democracia. Esta votación era parte de la Constitución de Pinochet de 1980 y durante años se dio por sentado que Pinochet se la jugaría y seguiría en el poder. Pero cuando llegó la votación, Chile se había vuelto bastante inestable.

–PK: Absolutamente. Entre los documentos que pudimos sacar a la luz estaban las propias reuniones y acciones de la administración Reagan en relación con el plebiscito de 1988, que sirven de colofón a la historia de la intervención estadounidense en Chile. Se pueden contrastar dos conjuntos de documentos. Uno, con Richard Nixon y Henry Kissinger reuniéndose con el Consejo de Seguridad Nacional el 6 de noviembre de 1970, justo después de la toma de posesión de Allende y exponiendo cómo iban a intentar estabilizarlo.

Y luego otra reunión del Consejo de Seguridad Nacional en octubre de 1986, 16 años después.

Mujeres protestan mostrando fotos de familiares desaparecidos tras su detención, en la principal plaza de Santiago, Chile, en 1983. Foto: Marco Ugarte, AP.

–MC: Con Ronald Reagan en el poder.

–PK: Con Ronald Reagan y sus funcionarios del Departamento de Estado básicamente, de nuevo, hablando de cambio de régimen. Fue realmente interesante. Ambas reuniones tienen el mismo preconcepto arrogante. Si decidimos que es hora de que el gobierno de Chile termine…

–MC: Se va a acabar.

–PK: Se va a acabar.

–MC: Ya sea Allende o Pinochet.

–PK: Exactamente. Esto es muy, muy interesante. Usted lee estos -literalmente, tenemos transcripciones de las reuniones- por lo que conocemos cada palabra que se dijo. Sabes cómo de arrogantes son las hegemonías Y son básicamente como, bueno, vamos a chasquear los dedos y de alguna manera esto va a suceder.

Pero al menos estamos en el lado correcto de la historia en la reunión con Reagan. George Schultz va a la Casa Blanca y dice el tipo es un terrorista. El tipo está radicalizando la situación. Vamos a estar tratando con un Partido Comunista muy fuerte y militante a menos que se vaya y se celebren elecciones y entren civiles moderados.

Schultz le dice a Reagan: Sabemos que Pinochet ha planeado este plebiscito para octubre de 1988 para legitimar su dictadura. Pero también sabemos que no tiene ninguna intención de respetar el voto y que el voto no va a ser libre y justo. Él va a ser el único candidato. Así que no se trata de unas verdaderas elecciones, y va a ser una votación de sí o no, en la que la oposición, el “No”, tiene literalmente cero presencia en los medios de comunicación, etcétera. ¡Desolador!

Además, Pinochet ha dejado claro que no va a dejar el poder, pase lo que pase. Así que este es el telón de fondo de este esfuerzo para conseguir que Reagan firme. Y Reagan, oyes a Reagan…

–MC: Recordemos que era la administración Reagan. Ya metida hasta el fondo en América Central.

–PK: Creo que esta reunión del Consejo de Seguridad Nacional fue a fines de octubre de 1986. ¿Y qué sucede? Reagan dice pero Pinochet era un gran tipo para nosotros. Se deshizo del comunista Allende. Cuando yo era gobernador de California, estaba realmente interesado en lo que estaba haciendo con la seguridad social, privatizando la seguridad social.

El memorándum desclasificado de la conversación cita a Reagan diciendo: Aunque el Congreso gritara y chillara, podríamos invitarle a una visita de Estado, y yo podría darle una palmadita en la espalda y decirle general, ha hecho un gran servicio a Occidente, pero ahora es el momento de irse. Le estamos muy agradecidos, pero es hora de irse. Y George Schultz, el Secretario de Estado, dice, literalmente, “de ninguna manera, señor Presidente. Este tipo es un monstruo. Pinochet tiene las manos manchadas de sangre”. No lo invitará a una visita de Estado.

Y las cosas avanzan a partir de ahí. Rodrigo Rojas ya ha sido asesinado, prendido fuego por las tropas chilenas. EU ha adoptado una postura más firme contra Pinochet. A medida que avanza el plebiscito, Estados Unidos se muestra cada vez más preocupado. Organismos cuasi gubernamentales como el Instituto Nacional Demócrata [NDI] comienzan a dar dinero a ONGs en Chile para ayudar a registrar votantes para el plebiscito. Una empresa estadounidense de medios de comunicación, Greer, Margolis -ahora llamada GMMB-, para la que más tarde acabaría trabajando mi hijo, viene a Chile a trabajar en los medios de comunicación y en la organización del voto por el “No”.

Frank Greer, este famoso estratega de los medios de comunicación, y Annie Burns, entonces su joven asociada, vienen a Santiago. Crearon un paquete de instrucciones para el registro de votantes que los organizadores chilenos utilizaron para ayudar a registrar a decenas de miles de votantes. Hay algo de consultoría sobre la estrategia mediática y la campaña, que sirvió de base para la popular película “No”. Por cierto, ¡recomiendo encarecidamente a sus lectores que vean esta película! Y luego lean sobre la historia real de la campaña del NO en el sitio web del Archivo de Seguridad Nacional.

Y la oposición decide arriesgarse, a pesar de que el proceso de votación está completamente sesgado en su contra, no va a ser libre y justo, y ver si pueden conseguir que los chilenos salgan a votar No. El plebiscito se celebrará el 5 de octubre de 1988. Las encuestas empiezan a dejar claro que Pinochet va a perder, y la comunidad de inteligencia estadounidense empieza a interceptar información sobre los planes maquiavélicos de Pinochet para fomentar la violencia y anular la votación si pierde.

–MC: Fascinante. Yo estuve en Chile para el plebiscito y en la calle teníamos la sensación contraria. Nos abastecimos con comida para varias semanas, suponiendo que Pinochet anularía la votación en el último momento o que la amañaría y tomaría medidas realmente duras.

–PK: La Agencia de Inteligencia de Defensa comienza a recibir información de los mandos militares chilenos de que Pinochet ha desarrollado un plan para un segundo golpe de Estado.

El plan consistía en crear las circunstancias para la violencia en las calles. Los propios equipos de matones de Pinochet atacarán a los partidarios del “No” con el apoyo logístico de la policía y la unidad militar que controla el Santiago metropolitano. Empezarán a disparar armas, a matar gente, a crear disturbios, a culpar a la izquierda, a todo. Y Pinochet tendrá una justificación para suspender el recuento electoral, declarar el estado de excepción y simplemente continuar como dictador.

Así que este plan empieza a compartirse con la inteligencia estadounidense, y los cables empiezan a llegar a Washington. Entonces el comandante del ejército de Santiago, el General Jorge Zinke, un estrecho aliado de Pinochet, se reúne con grupos de observadores internacionales que han volado para supervisar la votación y ver si va a ser justa.

Y empieza a contarles, de una manera muy indirecta, que existe un plan que supuestamente tiene la izquierda, y todos están sentados allí con los ojos muy abiertos. He hablado con un par de personas que estaban en esa reunión. Están sentados allí diciendo oh hombre, nos está diciendo que Pinochet va a hacer esto. No va a dejar el poder.

Pero al menos nos lo dice.

Y pasan literalmente de la reunión con el General Zinke a reunirse con Harry Barnes, el entonces embajador de Estados Unidos en Santiago. Y Barnes, que recientemente había mostrado cierta simpatía pública con la oposición a Pinochet, escribe un escalofriante cable después de esta reunión, que voy a leerles. Es muy corto y muy sucinto. Definitivamente nos recuerda a Donald Trump y al 6 de enero, porque Trump siguió el ejemplo de Pinochet.

Primero, déjenme leerles el informe de la Agencia de Inteligencia de Defensa, que está clasificado “Top Secret Zarf Umbra”. Esto es dos niveles de secreto por encima de Top Secret. Así de secreta es la inteligencia en esto. Se titula “Planes de Contingencia del Gobierno de Chile”.

El primer párrafo. “Al parecer, altos funcionarios del gobierno han elaborado planes de contingencia para sabotear el plebiscito del 5 de octubre y anular el proceso electoral si se percibe que el gobierno pierde el referéndum. ”

“Partidarios cercanos del Presidente Pinochet han dicho que la contingencia planea descarrilar el plebiscito alentando y escenificando actos de violencia. Esperan que dicha violencia provoque nuevas represalias por parte de la oposición radical y comience un ciclo de disturbios y desórdenes. Los planes exigen que las fuerzas de seguridad del gobierno intervengan por la fuerza y lleven los daños al proceso electoral y a la votación. Declarar estado de emergencia. En ese momento, las elecciones se suspenderían, se declararían nulas y se aplazarían indefinidamente. Estas fuentes afirmaron que si la oposición desafiara al gobierno y emprendiera actividades antigubernamentales, los militares tomarían medidas extremadamente enérgicas para contener dicha actividad. También afirmaron que los resultados serían más severos que en 1973, cuando el Presidente Allende fue derrocado en un sangriento golpe de Estado.”

Ahora, este es el informe ultra, ultra secreto de la agencia de inteligencia de defensa sobre cómo han interceptado estos planes.

El embajador Barnes, después de escuchar este informe que proviene indirectamente de un sector de los militares chilenos, envía de vuelta un mensaje de alto secreto para el Secretario Adjunto Elliott Abrams, que básicamente dice: “He recibido información de inteligencia sobre los esfuerzos de este plan. El plan de Pinochet es simple. A) si gana el “Sí”, bien. B) si la votación está muy reñida, confiar en el fraude y la coacción. C) si es probable que gane claramente el “No”, utilizar la violencia y el terror para detener el proceso. Puesto que sabemos que los asesores más cercanos de Pinochet se dan cuenta ahora de que es probable que pierda, creemos que la tercera opción es la que tiene más probabilidades de llevarse a cabo con probables pérdidas de vidas importantes.”

Ahora tenemos un montón de otros documentos. Ahora están en exposición permanente en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago. Formaban parte de una exposición especial que hice hace unos años llamada “Secretos de Estado” en el museo, en Santiago, y de todos los documentos, unos 60 documentos que teníamos en esa exposición, decidieron conservar cuatro relacionados con el plebiscito para el museo, y todos son grandes y están retroiluminados. Y estos documentos muestran cómo se desarrolló todo. El gobierno de EE.UU. actuó muy rápidamente. Por un lado, el Departamento de Estado celebró una conferencia de prensa abierta después de recibir estos informes, básicamente diciendo públicamente, hemos recibido informes de que existen estos planes.

–MC: ¿Cuánto falta para el plebiscito?

–PK: Justo un día antes de que comience la votación. Luego los cables que tenemos del Secretario de Estado a Santiago a la embajada e informando de lo que Estados Unidos está haciendo. Por un lado, el Departamento de Estado llamó al embajador de Pinochet en Washington y le dijo: “Sabemos lo que están planeando Queremos que se lo diga directamente a Pinochet. Sabemos lo que está planeando, y si lo hace, está completamente aislado”.

Y luego el Departamento de Estado informa a los funcionarios estadounidenses aquí que han llamado a la Embajada Británica y al Ministerio de Relaciones Exteriores Británico y básicamente dijeron: “¿Pueden hacer que sus militares en Chile se reúnan con los militares chilenos y les digan que sabemos todo esto y que es mejor que no lo hagan, mejor que no lo implementen?”.

Entonces, sucede. Pinochet pierde la votación. Convoca a todos los miembros de la junta.

–MC: Recuerdo bien aquella noche. El recuento de votos se paró en seco hacia las nueve y media, con el “No” a la cabeza. Esperábamos tanques y soldados en las calles en cualquier momento, pues estábamos seguros de que Pinochet iba a mover sus fichas.

–PK: Está perdiendo la votación. En realidad ya es la una de la mañana del día seis [de septiembre]. Y entonces todo se detiene. Tal como dice el plan. Bien, Pinochet convoca a los miembros, porque quiere anularlo todo. Así que convoca a la junta en su despacho y, al entrar, el general de la Fuerza Aérea chilena Fernando Matthei comunica a la prensa -es la una de la madrugada del día seis- que ha ganado el “No”. Así que ya se ha adelantado a Pinochet. Se ha adelantado porque Matthei ha tenido estas conversaciones con los americanos y los británicos, y le han leído la cartilla y él mismo está harto de Pinochet y se lo dice a la prensa para que no haya malentendidos. Y van a la reunión y Pinochet es descrito en el informe de inteligencia como muy enfadado e insistente en que la junta debe darle poderes extraordinarios para hacer frente a la crisis de la derrota electoral.

–MC: Suena como Donald Trump.

–PK: Correcto. Pinochet hizo preparar un documento para que lo firmaran autorizando el estado de excepción para anular el plebiscito.

–Según un informe de la inteligencia estadounidense sobre la reunión, Pinochet habló de utilizar poderes extraordinarios para detener la votación y hacer que las fuerzas armadas tomaran la capital. En ese momento, Matthei se levantó y le dijo al Presidente que, bajo ninguna circunstancia, aceptaría tal cosa. Pinochet volvió a pedir poderes especiales, y de nuevo, Matthei se negó, diciendo que Pinochet había tenido su oportunidad como candidato oficial, y que había perdido. Pinochet se dirigió entonces a los otros dos miembros de la junta y les hizo la misma petición, que fue rechazada por el General Rodolfo Stange, de la policía nacional militarizada, y el General Humberto Gordon, del Ejército…

La tensión en la sala llegó a tal punto que el General de Brigada Sergio Valenzuela, Secretario General del Gobierno, se desplomó de lo que resultó ser un ataque al corazón.

En ese momento, sin el apoyo de la junta para derrocar el triunfo del “No”, Pinochet no tuvo más alternativa que aceptar el “No”.

Una fuente chilena cercana a Pinochet, dice a la CIA que Pinochet dijo “No me voy, pase lo que pase”.

–MC: Sombras de Donald Trump.

–PK: No es que el pueblo chileno expulsara a Pinochet y él se fuera pacíficamente. Él pretendía dar un segundo golpe esa noche. Nunca tuvo intención de irse. Fue la abrumadora voluntad del pueblo chileno la que, creo, obligó a los otros miembros de la junta a escuchar a Estados Unidos, a los británicos y a otros, cuando dijeron: “Si no llevan a cabo estas elecciones y acatan los resultados, se van a quedar completamente aislados”.

Y, en cualquier caso, los demás miembros de la junta estaban hartos de la megalomanía de Pinochet. Quería ser Presidente, literalmente, de por vida. Para mí, el plebiscito del 5 de octubre de 1988 en Chile es realmente uno de los ejemplos más extraordinarios del poder del pueblo, del poder de las urnas, del poder de la organización política contra un dictador atrincherado, que básicamente se produjo sin que al final se disparara un tiro y sin que nadie muriera, increíblemente. Y es una de las victorias populares más increíbles contra una dictadura atrincherada que la historia haya presenciado jamás.

Ataúd abierto del General Augusto Pinochet durante su velorio en la Escuela Militar en Santiago, Chile, el 11 de diciembre de 2006. Foto: Marco Ugarte, AP.

–MC: El pueblo de Chile y no sólo Chile tiene una gran deuda contigo. Ningún otro individuo ha reunido un relato tan detallado de lo que el régimen de Nixon-Kissinger-CIA hizo en Chile. Eres el principal responsable de poner todo esto junto y en un solo lugar como una pieza invaluable de la historia rescatada. Gracias por tu tiempo en esto y por muchas décadas de gran amistad.

–PK: Gracias a usted y a Truthdig por tomarse el tiempo y el espacio necesarios para compartir con los demás esta historia tan importante y aún relevante.

El libro de Peter Kornbluh Pinochet: los archivos secretos ha sido actualizado y ya está disponible; a finales de este mes se publicará en Santiago una edición chilena revisada con motivo del 50 aniversario bajo el título: Pinochet Desclasificado. Peter también dirige el Proyecto de Documentación sobre Chile del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington, donde trabaja desde 1986. El proyecto ha reunido una de las colecciones más completas de documentos, informes e investigaciones relacionadas con Chile durante los periodos de Allende y Pinochet. Incluye todos los cables, informes y memorandos antaño secretos que se mencionan en esta entrevista. El escritor y periodista estadounidense Marc Cooper trabajó en Chile a principios de la década de 1970 como traductor del Presidente Salvador Allende. Es autor de Pinochet and Me: A Chilean Anti-Memoir y abandonó Chile bajo protección de la ONU ocho días después del golpe de 1973.


NOTA: El próximo 14 de octubre a las 18:00 horas Marc Cooper presentará la versión en español de su libro Memorias Chilenas en la Feria Internacional del Libro del zócalo.

Marc Cooper
Marc Cooper es un periodista y escritor que vive en Vancouver, Washington. Ha informado sobre política y cultura durante los últimos 50 años en todo el país y en todo el mundo y su trabajo ha aparecido en docenas de medios de todo el mundo. Es profesor jubilado de Periodismo de la Universidad del Sur de California y autor de tres libros de no ficción, incluido el best-seller de Los Angeles Times: "Pinochet and Me: A Chilean Anti-Memoir". Trabajó como traductor del Presidente Salvador Allende y escapó de Chile ocho días después del golpe de 1973.
en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video