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Redacción/SinEmbargo

12/01/2015 - 12:00 am

Los corruptos destruirán la democracia

El año que se fue dejó como evidencia que la corrupción y la falta de transparencia en todas las estructuras del Estado es el problema más grave que atraviesa México. Y lo es porque está metido, como el cáncer, devorando las células de todas las instituciones. Además, para desgracia de los millones de mexicanos que […]

El año que se fue dejó como evidencia que la corrupción y la falta de transparencia en todas las estructuras del Estado es el problema más grave que atraviesa México. Y lo es porque está metido, como el cáncer, devorando las células de todas las instituciones. Además, para desgracia de los millones de mexicanos que se resisten a caer en sus garras, son los principales responsables de la marcha del país –el Presidente de la República, secretarios del Gabinete, líderes de los partidos políticos, diputados, senadores, gobernadores, alcaldes, jueces y policías, entre otros– los que protagonizan los principales escándalos relacionados con la opacidad y la nula rendición de cuentas con el dinero público.

Ayer, como lo ha venido haciendo en las últimas semanas, la Iglesia católica volvió a hacer una dura crítica contra el actual gobierno, al que ya le ha reclamado su falta de resultados en materia de seguridad y su incapacidad para generar bienestar para el pueblo de México en los rubros económico y social.

Pero esta vez fue aún más directa, pues el mensaje, claramente, va dirigido tanto al Jefe del Ejecutivo federal, Enrique Peña Nieto, como a su grupo de colaboradores más cercanos –incluyendo a la familia presidencial–, quienes se han ganado la desconfianza ciudadana tras revelarse casos que los relacionan con empresarios altamente favorecidos con contratos multimillonarios en el gobierno del priista en el Estado de México, y ahora desde la Presidencia de México, lo que ha dado lugar a sospechas de conflictos de interés no sólo a nivel nacional sino también en el extranjero.

La Arquidiócesis de México advirtió que el país atraviesa una severa crisis de corrupción política que pone en juego al sistema, de tal suerte que, “o se busca pronto la manera de erradicarla, o en poco tiempo nuestra débil democracia quedará hecha añicos”.

“La corrupción no es una característica desagradable del sistema político mexicano: es el sistema”, consideró la Iglesia católica en su editorial difundida ayer a través de su Sistema Informativo.

Por esto, esa institución del clero en México planteó que los problemas que se viven en el país se resumen “primeramente en una falta de control de los servidores públicos que, por ser parte del sistema, se creen con derecho a infringir la ley con descarada impunidad, y por otro lado, la justicia supeditada al poder político; de ahí los escandalosos favores e indultos de los que continuamente somos testigos los mexicanos”.

“La solución a este flagelo debe pasar necesariamente por estrictos controles de corrupción, tanto precautorios como punitivos, además de otras medidas más rigurosas como la exigencia a los partidos políticos para que eliminen la corrupción al interior de sus instituciones, so pena de recibir un castigo en las urnas por parte de la sociedad”, expuso oficialmente.

Si hay voluntad política, añadió la Arquidiócesis de México, la depuración de funcionarios y militantes corruptos debe comenzar cuanto antes y ésta debe ser una labor inaplazable. “Basta querer servir a México para comenzar un verdadero cambio”, advirtió en el pronunciamiento.

Sin embargo, como ya hemos comentado en este espacio, es precisamente la falta de voluntad política de quienes hoy gobiernan el país lo que aviva el cáncer de la corrupción. Solapadas desde las más altas esferas y alimentadas por la impunidad, las acciones de los corruptos siguen ganando terreno en las narices de los encargados de la aplicación de la justicia, quienes también prefieren voltear a la vista a un lado.

Si el país está gravemente herido e infectado de una bacteria que tiene a la democracia al borde de la muerte, como planteó ayer la Iglesia católica, es precisamente porque los gobernantes son los primeros en beneficiarse de esas acciones criminales y en solaparlas, al grado incluso de justificar en público que la corrupción es cultural y “un tema casi humano”.

La corrupción, como también se ha expuesto aquí, es un delito, y la sociedad mexicana lo sabe, por eso la mayoría no puede conformarse a que esos actos criminales sean considerados como una normalidad dentro de un Estado de Derecho.

Si para los políticos quebrantar la ley, abusar y robar es un bonita costumbre y “un tema casi humano”, para los ciudadanos responsables y honrados es una deslealtad moral y, por supuesto, un quebranto a la ley que debe ser castigado.

La Iglesia católica lo expuso ayer, y así también lo han advertido grupos ciudadanos y organizaciones civiles de México y el extranjero: la corrupción es un cáncer, un crimen que merece castigos severos y ejemplares, contra aquellos que desde el poder defraudan, roban, desvían, saquean recursos públicos para enriquecerse, y generar aún más desigualdad.

Esta sociedad no puede conformarse con verla pasar, hacer y deshacer las instituciones. Es la hora de denunciar, a todos los niveles, a los inmorales que la practican como un “asunto casi humano” para seguir debilitando a las instituciones, a la democracia y al futuro de los mexicanos de bien.

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