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Óscar de la Borbolla

13/02/2017 - 12:00 am

Las antimusas

¿De dónde viene la ocurrencia que irrumpe en la página del escritor, en el pentagrama del músico o en el lienzo del artista plástico? Una palabra, una nota, un trazo que se pone sin razón y que convoca, en cada caso, un discurso que parece no salir de ninguna parte. ¿Un discurso?, llamémosle así a […]

La complacencia y el no saber cómo fue que se hizo invitan a pensar en algo ajeno, las musas, el hado del destino y algunos hasta agradecen a dios que ese día los estuviera cuidando. Foto: Especial

¿De dónde viene la ocurrencia que irrumpe en la página del escritor, en el pentagrama del músico o en el lienzo del artista plástico? Una palabra, una nota, un trazo que se pone sin razón y que convoca, en cada caso, un discurso que parece no salir de ninguna parte. ¿Un discurso?, llamémosle así a la secuencia de brochazos, palabras o notas que van completando la obra. Este discurso que no sabemos explicarnos lo atribuimos generalmente a la “inspiración” y, cada uno en su quehacer sabe que los días nunca son iguales, que hay unos en los que la sustancia en que se mueve fluye sin dificultad y que uno contempla complacido su producto, y otros, en cambio, en los que no sale nada o sale a cuentagotas y con un resultado magro y digno de tirarse a la basura.

 Esta experiencia no es exclusiva del artista, la conocen también el vendedor de calcetines y el cirujano y el actor y el maestro que se planta ante un grupo y hasta el amante… A todos, sin excepción, nos tocan días en que la suerte parece estar de nuestro lado y días en los que por más empeño que se ponga uno no da una.

En las ocasiones estupendas uno no se explica cómo fue que se produjo el exitoso resultado y se refiere a la inspiración o a la suerte o a la sencilla metáfora de haber bajado de la cama con el pie derecho. La complacencia y el no saber cómo fue que se hizo invitan a pensar en algo ajeno, las musas, el hado del destino y algunos hasta agradecen a dios que ese día los estuviera cuidando.

La verdad es que uno tampoco puede explicar los días en que las cosas salen mal o de plano no salen. ¿Por qué será que a nadie se le ha ocurrido hablar de las antimusas?, ¿por qué cuando los resultados son mediocres o malos o escasos no se piensa que dios ese día la agarró contra uno?

Que los discursos fluyan fácilmente y culminen con éxito es tan inexplicable como que se atoren y culminen en un desastre. Lo inexplicable es que surjan, de dónde vienen; el que sean buenos o malos, magníficos o deficientes es un asunto secundario.

La ocurrencia no tiene que ser brillante para ser ocurrencia. Mi ocurrencia de hoy es, lo reconozco, malísima; pero eso no le quita su condición de ocurrencia, podrá quitarme lectores, minar mi autoestima…, pero eso frente al problema de entender que no entendemos la creación, la generación, es sencillamente irrelevante.

¿De dónde vienen el mal poema, la mala canción, el bodegón que afea la pared? Al parecer del mismo misterio que el poema excelso, la composición musical memorable y el cuadro que en un museo trascenderá a su creador. Una palabra, una nota, una pincelada son siempre con lo que se inicia; pero no sabemos por qué se nos plantan delante. Su origen es tan incierto como el de la segunda, la tercera… y el discurso entero.

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@oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

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