México, país católico y con gran afecto a la figura papal, fue la piedra de tropiezo de Benedicto XVI

15/02/2013 - 12:00 am

Ciudad de México, 15 de feb (SinEmbargo).– México, uno de los países más católicos del mundo; en donde se encuentra el santuario más visitado de esta fe –la Villa de Guadalupe– y la tierra que ha abrazado como pocas la figura papal, se convirtió, para Benedicto XVI, en la piedra de tropiezo. Tanto literal, como espiritualmente.

De acuerdo con el diario La Stampa, el líder religioso sufrió un accidente nocturno que le provocó una herida en la cabeza en su viaje a México en marzo de 2012, un episodio hasta ahora desconocido. El hecho ocurrió de madrugada en su habitación en el Colegio Miraflores de la central ciudad de León, y como se trató de un pequeño corte, la delegación apostólica decidió no divulgarlo.

En México también ocurrió el escándalo del padre Marcial Maciel Degollado. El caso del abusador de menores, mujeres y religiosos por igual fue el que terminó por empujar a Benedicto XVI hacia la renuncia, de acuerdo con  The New York Times.

“La visita a México  fue perseguida por el fantasma del padre Marcial Maciel Degollado, fundador mexicano de los Legionarios de Cristo, una orden religiosa poderosa y profundamente conservador con estrechos lazos con el papado de Juan Pablo II. Antes de morir en 2008, se supo que el padre Maciel había violado a seminaristas, engendró varios hijos y participó en el abuso de drogas”, dice el rotativo neoyorquino .

El Papa Benedicto XVI oficiando la misa de miércoles de ceniza, dos días después de anunciar su renuncia. Foto: EFE

EL GOLPE

El nuncio apostólico en la Ciudad de México, Christophe Pierre, señaló que fue después y no durante su viaje  a México que el Papa tomó la decisión de renunciar.

Aclaró que “el Papa tenía mucho interés en el abrazo con el pueblo mexicano, con las multitudes de fieles de aquel gran país que fue el primero en haber recibido a su predecesor en el inicio del pontificado”.

“Pero sabía también que no tenía la fuerza física para soportar estos largos periplos, el cambio de huso horario, la carga de empeños públicos”, ponderó.

Tras la cena de ese día 25 de marzo, trascendió entre la comitiva pontificia el intercambio de frases entre el pontífice y su médico personal Patricio Polisca quien, mientras le curaba la cabeza, comentó: “¿Lo ve, Santo Padre, por qué soy muy crítico sobre estos viajes?”.

“Benedicto XVI, con aquel hilo de ironía que quien convive con él conoce, respondió: Yo también soy crítico”, apuntó.

Esto coincidió con las declaraciones del hermano del pontífice, Georg Ratzinger, que declaró el pasado 11 de febrero: “el médico personal había expresamente dicho al Papa que ya debía evitar vuelos transatlánticos o viajes similares a larga escala. No tenía ya la capacidad”.

Durante su visita a México,  grupos de víctimas y defensores organizaron conferencias de prensa y otros eventos para llamar la atención sobre lo que consideraban un triste récord de la iglesia sobre el abuso sexual. No fueron recibidos, a pesar de que Benedicto XVI, como principal funcionario doctrinal del Vaticano, había vuelto a abrir una investigación sobre el padre Maciel que reveló su doble vida.

La negativa del Papa para recibir a las víctimas mexicanas de pederastia, durante su estancia en León, Guanajuato, del 23 al 26 de marzo del año pasado, también le restó puntos ante los fieles.

En respuesta, el 24 de marzo Federico Lombardi, vocero de El Vaticano, dijo que esto no se debió a la falta de interés, sino porque el encuentro no fue agendado de manera anticipada.

“Quienes trabajamos con el Papa actual sabemos que es un descubridor de pederastas, pues es él quien ha hecho mucho por ir directamente contra estos problemas, al poner en la iglesia medidas y atenciones fundamentales por afrontarlos”, dijo entonces en su defensa.

LA PEDERASTIA

Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, murió en 2008. El sacerdote se retiró de la vida sacerdotal dos años atrás en medio de las acusaciones en su contra debido a sus abusos y a los hijos que procreó siendo clérigo.

Las acusaciones contra Maciel salieron a la luz desde 2004, año en que Juan Pablo II aún era Papa y durante su gestión no se emprendió ninguna acción en su contra. Hasta el 19 de mayo de 2006, ya bajo el pontificado de Benedicto XVI se le ordenó al legionario abandonar el ministerio religioso para retirarse a “una vida de oración y penitencia”, pero tampoco se le castigó con severidad y menos porque se tomó en cuenta su “delicado estado de salud” y su avanzada edad, en ese entonces tenía 86 años.

La historia del prelado seguiría dando de qué hablar y en 2012 José Barba, Alberto Athié y Fernando M. González publicaron el libro La voluntad de no saber, en el que se reveló que la Santa Sede tenía conocimiento desde 1944 de las conductas de Maciel y que incluso Benedicto XVI supo de estas acciones en 1998, cuando el ahora Papa se desempeñaba como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Justo en 2010 cuando se reconocieron los abusos de Maciel, la Iglesia también aceptó diversos casos alrededor del mundo. El escándalo descubrió decenas de estos episodios en Irlanda, donde los abusos contra niños en la arquidiócesis de Dublín se cometieron entre 1975 a 2004 y fueron revelados por dos informantes conocidos como “Ryan” y “Murphy”.

Justamente la renuncia de Joseph Ratzinger coincide con la posible publicación de miles de documentos de la Arquidiócesis de Los Ángeles, EU, en los que se muestra que con el conocimiento de El Vaticano se encubrieron alrededor de 124 sacerdotes pederastas. Esta acción se origina luego de que la juez de la Corte Superior de Los Ángeles Emile Elias ordenó el 31 de enero a la Iglesia Católica difundir la información contenida en más de 30 mil páginas sobre casos de abusos, pero los católicos pidieron no hacer públicos los datos, pues “se podría dar mal uso y denigrar a la institución”.

Ante el escrutinio público que nació en 2010 y que posiblemente marcó el inicio de una crisis que no se ha querido reconocer, el Papa Ratzinger pidió perdón a las víctimas y prometió “hacer lo posible” para que este tipo de casos “no volvieran a ocurrir”.

En noviembre de 2012 convocó a todos los miembros del Colegio Cardenalicio para tratar, en una “cumbre”, los casos de sacerdotes pederastas. Para entonces, de acuerdo con El Vaticano, el Papa de 85 años de edad, llegó a entender que sólo un nuevo Papa, uno con energías mucho mayores que las de él, podría llevar las riendas de esta iglesia global y limpiar la casa.

MÉXICO Y LA FE CATÓLICA

El tema de los abusos cometidos por los sacerdotes logró disminuir la confianza de los mexicanos en el catolicismo, según Parametría.

De acuerdo con la Encuesta Nacional en Vivienda 2010 realizada por la encuestadora, ese año la Iglesia Católica se encontraba en su nivel más bajo de confianza desde el 2002. El 67 por ciento de la población confiaba en la institución eclesiástica, lo que mostró una descenso del 13 por ciento con respecto a los primeros años de la nueva década, cuando se registró un 80 por ciento de nivel de confianza.

Lo que también se modificó fue la cantidad de personas que tenían conocimiento de las agresiones de curas pederastas. En el 2002, indica Parametría, seis de cada 10 personas supieron de este tipo de casos, mientras que ocho años más tarde, ocho de cada 10 conocían del tema.

Incluso la percepción sobre estos eventos cambió, en 2002 el 48 por ciento de los mexicanos pensaban que los casos de pederastia eran hechos aislados. Para el 2010 sólo el 24 por ciento mantenía esta idea, contra un 53 por ciento de personas que consideraron los abusos como un padrón de conducta de los sacerdotes.

Pero para el vocero de la Arquidiócesis Primada de México, Hugo Valdemar, la renuncia de Benedicto XVI no significa una crisis en El Vaticano ni en la Iglesia Católica. Expresó que si bien la dimisión causó “gran conmoción y desconcierto”, no deben generarse alarma y especulaciones; además, la Iglesia y El Vaticano ”no dependen de un solo hombre”, dijo.

De acuerdo con los analistas, la confianza en la Iglesia católica se ha visto afectada. Pero lo más dramático, en todo caso, es el reflejo de la desconfianza en números: el número de fieles ya no es el mismo, por lo menos en México, epicentro de varios de los escándalos más fuertes de esa institución quizás en décadas. O en cientos de años.

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