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El nacionalismo futbolero

El vacío dejado por el Estado busca ser llenado por el Tri… sin éxito: especialista

15/11/2022 - 6:54 pm

El futbol era el único que en México podía llenar el vacío dejado por el Estado porque la Selección porta los colores patrios y el nombre de la nación, y en sus juegos rinde honores a la bandera e interpreta el Himno Nacional; pero, además, crea la percepción de representar una colectividad, operación mental que no logran las competencias deportivas individuales ni otros deportes colectivos menos populares.

Mazatlán, Sinaloa, 15 de noviembre (SinEmbargo).- El vacío que fue dejando el Estado y, por lo tanto, la clase política que lo encabezaba, tenía que ser llenado por otras representaciones simbólicas, las cuales emergieron de los espectáculos deportivos de masas, los únicos que podían tener un alcance semejante a los que lograba el Estado en el territorio nacional, y aún más allá…en Estados Unidos, entre las comunidades de migrantes mexicanos.

De esos espectáculos deportivos, el futbol era el único que en México podía llenar el vacío dejado por el Estado porque la Selección porta los colores patrios y el nombre de la nación, y en sus juegos rinde honores a la bandera e interpreta el Himno Nacional; pero, además, crea la percepción de representar una colectividad, operación mental que no logran las competencias deportivas individuales ni otros deportes colectivos menos populares.

No deja de ser interesante el observar que la mayoría de los mexicanos se sintió firmemente identificado con el PRI y su régimen a lo largo de cuatro décadas de 1929 a 1968, si ponemos este como fin de su consenso, o un poco más de siete décadas si ponemos el año 2000, cuando perdió por primera vez la presidencia, a pesar de que México nunca dejó de ser un país profundamente desigual y antidemocrático. Y con la Selección Mexicana no había, hasta entonces, ningún torneo de importancia mundial que se hubiese ganado, solo algunos triunfos aislados, como ganarle a Brasil en el Maracaná en 1968.

Fuera de la estabilidad política y el crecimiento sostenido del Producto Interno Bruto y de las clases medias, las clases subalternas tenían muy poco que agradecer al régimen. Aun así, se mantenía la esperanza entre los descamisados -que nunca llegaba- de que las cosas mejorarían. Siempre se tenía la esperanza de algo bueno por venir. Lo mismo sucedía, y sigue sucediendo en 2022, con la Selección Mexicana. La esperanza no muere entre los mexicanos. Ni las ilusiones tampoco.

La selección mexicana que participó en el mundial de Argentina 78. Foto: Especial

Así pues, 1968 es un parteaguas en el inicio del relevamiento simbólico del régimen priista como eje del imaginario nacional y la emergencia del futbol como la principal expresión del nacionalismo no político ni estatal, sino del espectáculo de masas.

Dos años después, la Copa Jules Rimet se disputaría en territorio azteca. El Mundial de México 1970 marcó un antes y un después en la historia del fútbol mundial. En el mundial de Suecia-1958 se transmitió vía TV a 63 países y el de Inglaterra, en 1966, a varios más, pero el de México fue el que lo llevó a los cinco continentes y a casi todo el mundo. Fue el primero en jugarse fuera de Europa y Sudamérica, el primero en tener tarjetas de amonestaciones y sustituciones, y el que sentó las bases del futbol como una enorme industria.

Sacando ventaja de su localía, la oncena mexicana por primera vez obtiene dos triunfos, uno sobre El Salvador y otro sobre Bélgica, y un empate con la URSS en la primera ronda, y se clasifica a los cuartos de final. En 1970 solamente participaban 16 conjuntos y México clasificó entre los siguientes ocho. En su cuarto partido México cayó derrotado ante Italia 4 a 1.

En la Copa Mundial celebrada en México en 1970, 11 jugadores nacieron en el D.F., 7 en Jalisco, 1 en Guerrero, 1 en Veracruz, 1 en Zacatecas y 1 en Michoacán. 17 jugadores pertenecían a los clubes de la capital: 5 al América, 5 al Cruz Azul, 4 a los Pumas, 1 al Necaxa y 1 al Atlante, 2 al Guadalajara, 1 al León, 1 al Toluca y 1 al Veracruz. Fue la primera ocasión que Michoacán y Zacatecas aportaban un jugador. Guerrero ya lo había hecho cuatro años antes y la cuota del club Guadalajara disminuye sensiblemente.

El Estadio Azteca fue oficialmente seleccionado para la próxima Copa del Mundo del año 2026. Foto: Cuartoscuro

Hay una nueva etapa en el futbol mexicana porque de la generación que hizo siete veces campeón a las Chivas solo continuaba Isidoro Díaz. Javier Valdivia e Ignacio Calderón pertenecían a la última hornada chiva, pero sin la gloria del siete veces campeón. Entre 1966 y 1976, el Guadalajara solo obtuvo un campeonato, 1969-1970, porque en esa década la hegemonía la gozaron América, Cruz Azul y Toluca, la cual se reflejó en el número de seleccionados del primer mundial celebrado en México donde, no obstante, había 7 jaliscienses.

Los Juegos Olímpicos y la Copa Mundial de 1970 fueron los últimos trofeos del llamado Milagro Mexicano, etapa en la que de 1954 a 1970, la economía del país creció a un promedio anual de 6.6 por ciento, y a la vez se mostraba el deseo de decirle al mundo que México era una nación capaz de organizar eventos de envergadura internacional.

Dentro de ese crecimiento, el corredor fronterizo del Norte y Sinaloa fueron de los más beneficiados por la política económica del Estado, incluso desde décadas anteriores. Por ejemplo, Sinaloa y Sonora, con otros estados de importante producción agrícola, crecieron aún más que otras entidades. Dice el antropólogo Diego Prieto:

Durante el “Milagro mexicano” se llegó a tasas por arriba del 10 por ciento del Producto Interno Agrario y, a lo largo de esas tres décadas, el Producto Interno Bruto, fue subiendo en su promedio anual, del 3 por ciento al 6 por ciento, por lo que la percepción generalizada era la entrada del país al círculo de las grandes potencias. Una visión optimista que tuvo un agridulce despertar en 1968, cuando unas cuantas semanas separaron la masacre estudiantil en Tlatelolco, de la inauguración de los XIX Juegos Olímpicos.

Sinaloa en 1960 contribuía con el 2.9 por ciento del PIB nacional; es decir, gracias a la agricultura y la pesca generaba, a pesar de que era un estado poco poblado – no tenía ninguna ciudad con más de 150 mil habitantes-, una importante cuota económica al país. (Garza y Sobrino, 1989, 807). Otros estados, como Nuevo León y Coahuila tuvieron un notable desarrollo industrial. Lo anterior se reflejó, entre otras cosas, en el acelerado crecimiento urbano de Monterrey y Torreón que, para 1960 ya estaban entre las 15 más pobladas de México.

En 1900, cuando el futbol en México recién había nacido, el porcentaje de la población que vivía en asientos de 15 mil habitantes o más, era de 10.5 por ciento; 40 años después, era de 20 por ciento. A partir de entonces la urbanización se incrementó aceleradamente. Los habitantes urbanos eran el 41.2 por ciento en 1960, 49.4 por ciento en 1970 y 56.2 por ciento en 1980. (Garza y Sobrino, ibid.). En 1940, el Distrito Federal contaba con un millón 757 mil 530 habitantes, y cuatro años después, en 1944, se funda la Liga Mayor de Futbol en México. En 1950 la zona metropolitana de Guadalajara contabilizaba 478 mil 912 habitantes. El municipio de Monterrey en 1940 registraba 191 000 pobladores y 339 mil una década después.

Justo cuando se compite por la Copa Jules Rimet en México-1970, la mitad de la población del país ya era urbana y el futbol había llegado a todas partes. Una muestra de ello es que Sinaloa, un estado que se consideraba exclusivamente beisbolero, y todavía muy rural en ese momento, ya había dado a conocer sus primeros dos futbolistas de Primera División profesional: Federico Pérez Flores que debutó con el Atlante en 1966 y Eduardo Ramos con el Toluca en 1968, el cual, en 1978, cuando la fiesta mundial del futbol llega a Argentina, es el capitán de la Selección Mexicana.

El modelo centralista de país empieza a entrar en crisis justo en esa coyuntura, aunque en el futbol el monopolio Jalisco-DF prevalece en 1978. Sin embargo, aparecen nuevos actores relevantes, como el Toluca, el Cruz Azul y los Pumas. El altiplano sigue dominando, pero se ramifica. El futbol jalisciense experimentó una fuerte crisis futbolística – Chivas no ganó ningún campeonato entre 1971 y 1986, ni tampoco el Atlas- y los equipos capitalinos y Toluca acaparan todo al grado de que, en 1978, 18 jugadores del DF, de 22, son llamados para ser parte de la escuadra nacional en Argentina. Parecía un regreso a 1930, incluso en los resultados porque perdió sus tres encuentros de la fase inicial.

México no clasificó al mundial de 1974, pero en 1978, organizado en Argentina, el Distrito Federal aportó la cifra récord de 18 seleccionados, 1 de Nayarit, 1 de Sinaloa, 1 de Aguascalientes, 1 de Coahuila. Por primera vez Aguascalientes, Coahuila, Nayarit y Sinaloa aportaban jugadores a la selección. Había muchas disputas entre directivos y la selección tiene su peor desempeño en la Copa Mundial de Argentina. Era evidente que la década de los setenta había sido una de las peores en la historia de la Selección Mexicana porque antes del mundial argentino México no clasificó para la Copa de 1974, al llevarse Haití la representación de la CONCACAF. Después del rotundo fracaso en la isla antillana, Fernando Marcos, ex entrenador del seleccionado en la década de los 50, y uno de los más reconocidos cronistas del futbol mexicano, escribió indignado:

Yo acuso a los futbolistas derrotados por sus inferiores, de mercantilismo intolerable y, en cierto sentido, de fraude a la afición, al deporte y al futbol nacionales. (citado por Bañuelos, Calderón, Sotelo, Krauze, 1998,31)

El entonces Presidente de México, Luis Echeverría, en una foto en la Ciudad de México, octubre de 1971.
El entonces Presidente de México, Luis Echeverría, en una foto en la Ciudad de México, octubre de 1971. Foto: Archivo, AP

La debacle en Haití, donde se celebró la eliminatoria para Alemania, desató una de las más graves crisis del futbol mexicano al enfrentarse encarnizadamente los directivos de los clubes de Primera División por el control de la liga, al grado que tuvo que intervenir el Presidente de la República, Luis Echeverría, para reconciliar marcadas diferencias, las cuales ya reflejaban el hartazgo contra el férreo control centralista que había establecido Guillermo Cañedo, presidente del América, presidente de la Federación Mexicana de Futbol hasta el 15 de octubre de 1970, y organizador de la Copa Mundial de 1970, que le había otorgado un enorme poder. (J. Hernández, 2007, 165). Fue muy claro que la ausencia en Alemania y la pésima actuación en Argentina fueron resultado de la crisis del control centralista del futbol. Tan grande era el hoyo oscuro que poco antes de la Copa Mundial de 1978 los estadios del país lucían vacíos.

Los éxitos de Antonio Roca con el América y Atlético Español entre 1970 y 1976 lo llevaron a conducir la oncena mexicana durante la segunda fase de las eliminatorias para llegar a Argentina. En el llamado premundial, jugando en casa, México obtuvo diez puntos de diez jugados. Con los buenos resultados se esperaba mucha de ese combinado. No obstante, el grupo de Roca era novicio, el más joven del mundial argentino, la mayoría de los jugadores apenas superaba los 20 años y la debacle fue mayúscula: México quedó en el último lugar del torneo.

La crisis del balompié nacional no se detuvo en 1978, se prolongó cuatro años más. No asistió a la Copa Mundial de 1982, organizada por España porque fue eliminada en Honduras. Dicen los historiadores de la revista Clío, Bañuelos, Calderón, Sotelo y Krauze (1998, 63):

México pasaba por el momento más crítico en su historia futbolística. Se habló de culpas, de técnicos mal preparados, de directivos ineficientes, de jugadores faltos de amor a la camiseta nacional. Eran muchos los motivos y carencias por las que nuestro futbol se hallaba colapsado, pues simplemente cosechaba las deficiencias que había sembrado.

En México 86, Maradona anotó el que es considerado el gol más bello en la historia de los Mundiales. Foto: CONMEBOL

La Selección Mexicana quedó fuera del mundial de 1982, pero al regresar en 1986, celebrado nuevamente en México, 9 jugadores eran oriundos del D.F., 2 de Jalisco, 2 de San Luis Potosí, 2 de Morelos, 1 de Guerrero, 1 de Michoacán, 1 de Veracruz, 1 de Coahuila, 1 de Tamaulipas y 1 de Tlaxcala. Esa fue la única vez que Tlaxcala aportó un seleccionado nacional. San Luis Potosí y Morelos contribuían por primera ocasión al Tricolor. Un año antes el América había conquistado su tercer campeonato al hilo en la primera mitad de la década de los 80, lo que confirmaba el dominio del futbol capitalino en esa etapa. 15 de los seleccionados jugaban en los clubes del Distrito Federal, 4 de Nuevo León, 2 de Jalisco, y por primera vez, un jugador mexicano que jugaba en Europa: Hugo Sánchez, con el Real Madrid, es llamado al combinado nacional.

México siendo anfitrión en la primera fase derrotó a Bélgica y a Irak y empató con Paraguay. En la siguiente ronda venció a Bulgaria, pasando a jugar por primera en su historia un quinto partido donde cayó derrotado en un juego dramático ante Alemania. Así como en la Copa Mundial de 1970 Pelé brilló inmensamente, confirmando que era el mejor jugador del mundo, en 1986 a Diego Maradona nadie podía negarle que era la máxima estrella del futbol mundial porque cuajó el gol más notable de todos los mundiales e hizo campeón a Argentina en el Estadio Azteca.

Arturo Santamaría Gómez
Arturo Santamaría Gómez es doctor en Sociología por la UNAM. Actualmente es investigador en la Universidad Tecnológica de Escuinapa y autor de libros sobre narcotráfico, política, turismo y cultura popular en Sinaloa.
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