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Alejandro Calvillo

17/02/2024 - 12:05 am

Todo México es Tepoztlán… borracho

“La falta de políticas de control de alcohol en un país sometido a los intereses de las grandes corporaciones alcoholeras, genera entornos que inducen a un mayor consumo de esta bebida”.

Imagínese usted cientos de personas drogadas al mismo tiempo con una sustancia que es depresora del sistema nervioso central, que inhibe progresivamente las funciones cerebrales, que afecta la capacidad de autocontrol, que produce euforia y desinhibición, que fácilmente lleva a la violencia. Imagínese a estas personas deambulando, drogadas con esta sustancia, acompañadas por sus familias, circulando por las calles de un poblado o compartiendo las gradas en un estadio de futbol o en un concierto masivo.

Ninguna droga en México tiene el impacto social que tiene el alcohol. De acuerdo a la Secretaría de Salud, 20 millones de mexicanos y mexicanas presentan consumo problemático de alcohol. Sus daños no sólo se manifiestan en enfermedad y muerte, posiblemente, se manifiestan socialmente con el deterioro de la vida familiar, con su asociación con la violencia de género, con la violencia doméstica, con la violencia comunitaria.

Esos cientos de personas pueden verse cada fin de semana deambulando por las calles de nuestros “pueblos mágicos”, calles convertidas en cantinas inundadas de venta de alcohol. Esos cientos de personas pueden verse “desinhibidas” en las gradas de los estadios que se han convertido también en grandes cantinas, en territorios controlados por las cerveceras. Así como las normas sociales degradadas se extienden, otra manifestación se da en las escenas que se han normalizado de decenas de niñas y niños de secundaria inconscientes, en el piso, en gran parte de sus fiestas.

Estos son los aspectos visibles del consumo de alcohol en la población mexicana, sin embargo, lo que no se ve en el espacio público, es el impacto del consumo problemático del alcohol al interior de las familias, de las parejas y sus efectos, principalmente, en niñas, niños y mujeres, que van desde la violencia hasta el abandono familiar y la pauperización económica. Le pido, por favor, comparta las experiencias que ha vivido sobre el daño del alcohol al interior de su familia o de amistades cercanas, para que entendamos la dimensión de este daño y dejemos de normalizarlo.

Damos título a esta nota con el caso reciente de Tepoztlán “pueblo mágico” que se ha convertido en una gran cantina cada fin de semana, como muchos otros poblados que son visitados los fines de semana. Hace unos días, por segundo año consecutivo, el Carnaval de Tepoztlán fue suspendido tras la avalancha de visitantes que arribaron al pueblo, en especial, por los diversos altercados violentos provocados en medio de un alto consumo de alcohol, como quedó grabado en diversos videos.

Las peleas campales de Tepoztlán son muy parecidas a las peleas que incluso se han presentado en los estadios de futbol y que también han quedado registradas, desde Querétaro a la Laguna. El encabezado de un medio de comunicación informó que el pueblo de Tepoztlán, en Morelos, podría perder el distintivo de “Pueblo Mágico” debido a los problemas ocasionados por la venta excesiva de alcohol durante su carnaval.

La falta de políticas de control de alcohol en un país sometido a los intereses de las grandes corporaciones alcoholeras, genera entornos que inducen a un mayor consumo de esta bebida. Por el contrario, la presencia de políticas integrales y ya probadas internacionalmente, demuestran resultados positivos en muchas ciudades y países alrededor del mundo, al reducir los impactos negativos del alto consumo de esta bebida. En México, la campaña ícono histórico de la industria alcoholera y que se quedó como una marca de la idiosincrasia impuesta desde estas corporaciones, fue la campaña “Agarra la Jarra” de Bacardi. Esta campaña se convirtió en emblema del tipo de consumo promovido por estas empresas, de beber hasta perderse. Esa campaña manifestó la normalización del consumo problemático de alcohol, una normalización que “educa” desde muy temprana edad al consumo problemático de alcohol. No puede haber campaña menos ética de la industria del alcohol que aquella que induce a su consumo problemático.

Los datos estadísticos demuestran como el consumo de alcohol está asociado con la violencia. Hay muy diversas causas de la violencia, sin duda, pero sabemos que el consumo de esta bebida se ha encontrado presente en más del 20 por ciento de los casos de mujeres que sufrieron violencia por parte de sus parejas. Estas mujeres atribuyen el inicio de la violencia o su empeoramiento al consumo de alcohol. Se encuentra en un alto porcentaje el consumo de alcohol presente desde los accidentes de tránsito hasta los asesinatos.

Si la autoridad señala que hay en México 20 millones de personas con consumo problemático de alcohol y se afirma que los hijos de personas con estos problemas tienen una probabilidad cuatro veces mayor de sufrir lo mismo, ¿cuál es la sociedad que estamos creando?

El problema está en la penetración de la bebida, en su penetración en los eventos para jóvenes como su principal patrocinador, su penetración en los eventos deportivos también como su principal patrocinador, los logos de las cerveceras en las camisetas de los futbolistas, en su presencia y venta en todos lados y a todas horas, en sus promociones, en su publicidad, en la falta de regulaciones, en su normalización.

No se trata de prohibir nada, se trata de reconocer su daño y cómo evitarlo, reducirlo. Se trata de implementar las políticas que han demostrado resultados positivos en muchas naciones. Se trata de que el interés público, la salud pública, la creación de ambientes saludables, esté por encima de las estrategias de estas empresas. Que los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial actúen a favor de la salud pública y no se sometan a estos intereses. Es urgente una alfabetización en materia de políticas sobre alcohol a nuestro legisladores, funcionarios públicos y jueces, muchos de ellos víctimas de esta normalización trágica.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.

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