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Diego Petersen Farah

19/08/2016 - 12:00 am

AMLO: ni Chávez ni Trump

  Hace poco más de diez años, en el cierre de la campaña de 2006, a alguien en la campaña de Felipe Calderón se le ocurrió comparar a Andrés Manuel López Obrador con el entonces Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y soltar la idea de que el tabasqueño, que en ese momento era el puntero […]

 

La verdad es que el tabasqueño no es ni una cosa ni otra. Está muy lejos del chavismo (no tiene ni la fuerza discursiva ni la visión megalómana de Chávez) y más lejos aún de Trump (Andrés Manuel ni es de derecha ni es xenófobo). Foto: Cuartoscuro
La verdad es que el tabasqueño no es ni una cosa ni otra. Está muy lejos del chavismo (no tiene ni la fuerza discursiva ni la visión megalómana de Chávez) y más lejos aún de Trump (Andrés Manuel ni es de derecha ni es xenófobo). Foto: Cuartoscuro

Hace poco más de diez años, en el cierre de la campaña de 2006, a alguien en la campaña de Felipe Calderón se le ocurrió comparar a Andrés Manuel López Obrador con el entonces Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y soltar la idea de que el tabasqueño, que en ese momento era el puntero en las encuestas, representaba un peligro para México. A la postre López Obrador perdió la elección y su equipo de asesores y sus seguidores no dudaron en culpar a la campaña de desprestigio de la derrota, obviando todos los errores que el candidato cometió en aquella elección, como no haber ido al debate o insultar al presidente.

Ahora la moda entre los agoreros de la derecha es comparar a Andrés Manuel con Donald Trump, un candidato de extrema derecha, que se ha convertido en la pluma de vomitar de los mexicanos. La campaña es absurda, pero no por ello menos orquestada. Entre Trump y Chávez no hay nada en común y Obrador no puede parecerse a los dos al mismo tiempo. O es un populista de izquierda como Chávez o una bestia fascista como Trump. La verdad es que el tabasqueño no es ni una cosa ni otra. Está muy lejos del chavismo (no tiene ni la fuerza discursiva ni la visión megalómana de Chávez) y más lejos aún de Trump (Andrés Manuel ni es de derecha ni es xenófobo).

Los problemas de López Obrador están en otra parte y eso es lo que hay que discutir, aunque a él no le guste. Un gobernante de izquierda que decide endeudar a la ciudad para construir un segundo piso y encima reservar los datos (los pejistas afirman que la información siempre estuvo disponible, pero no fue así: la fueron soltando conforme subía a presión) es una contradicción en sí misma, porque más allá del manejo de información construir un segundo piso para favorecer el uso del automóvil va a contra corriente de un gobierno que se dice progresista. Otro gran problema es su empobrecimiento inexplicable. Su declaración 3de3 es absurda e incompleta. Podemos creerle que no tenga propiedades (es probable que todas las haya puesto a nombre de otras personas) lo que no puede es no declarar los ingresos de los que apenas unas semanas antes había hablado. Si fue descuido, es un descuido imperdonable; si falseó su declaración, como lo han hecho tantos otros políticos, simplemente se sumará al montón de los opacos.

Ni Trump ni Chávez; Obrador es él mismo, con sus propias virtudes y defectos. Si la derecha piensa que van a derrotar a López Obrador propagando estas comparaciones absurdas no van a llegar muy lejos. En las dos ocasiones anteriores a López Obrador lo derrotó “El Peje”; él mismo se encargó de cavar su tumba cuando dejó de escuchar a sus asesores. Si Andrés Manuel se disciplina y entiende que su peor enemigo es su soberbia no habrá campaña de desprestigio que lo detenga.

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