Un estudio de la Universidad de Bristol revela una nueva forma de entrada del virus antes desconocida. La buena noticia es que se sabe cómo bloquearla.
Por Raúl Izquierdo
Madrid, 22 de octubre (AS).- Desde el inicio de la pandemia hemos escuchado que el SARS-CoV-2, que causa la enfermedad de la COVID-19, se adentraban en nuestro organismo a través de la enzima conocida como ACE2. A través de ella, el coronavirus accedía gracias a unas espigas que otorgan al virus su característica forma de corona.
Estos dos elementos suponían, hasta ahora, la puerta de entrada al organismo y la llave que abría dicha puerta. Sin embargo, en un estudio reciente publicado en la revista Science se establece una nueva vía de entrada del coronavirus al organismo: la proteína neuropilin-1 o NPR1.
Este estudio ha sido desarrollado por un equipo internacional de investigadores liderados por la Universidad de Bristol. En él, se han empleado “diferentes enfoques para descubrir que el SARS-CoV-2 reconoce una proteína llamada neuropilin-1 en la superficie de las células humanas para facilitar la infección viral”, asegura la Universidad en un comunicado. En el mismo, se ha descubierto que el efecto infectivo de esta proteína es bloqueado por un anticuerpo que podría ser potenciado mediante tratamiento.
Descubren otro factor que influye en una mayor capacidad de infección del virus SARS- COV 2. La neuropirina-1, facilita la adhesión del virus en las fosas nasales y de allí pueden propagarse de forma más fácil https://t.co/JPJ2NGjqSE
— Jorge García Alberti (@otroperfil) October 22, 2020
La proteína neuropilin-1 o NPR1 también tiene una forma de espiga y acaba en una concavidad. Por ahí se conecta la espiga proteica del virus, encajando como una llave dentro de su cerradura o como dos manos que se estrechan, según describen los investigadores en un video difundido por la Universidad de Bristol.
BLOQUEO POR LOS ANTICUERPOS
La presencia de los anticuerpos en el organismo es clave para evitar la entrada del virus a través de esta vía. Son capaces de evitar que pueda conectar e infectar las células humanas, y los investigadores han detectado uno que se adapta a la concavidad de la NRP1.
“Esto aumenta las posibilidades de que medicamentos que tengan como objetivo la NRP1 puedan ser empleados para prevenir que la espiga del virus pueda utilizarla para entrar en las células humanas”, confirman los expertos.
Esto, sin embargo, no significa que no exista riesgo de contagio, pues todavía quedan otras vías de entrada del virus al organismo humano, aunque sí podría ayudar a reducir de forma notable los niveles de infección. El hallazgo, aseguran, supone un “camino anteriormente desconocido para las terapias antivirales que permitan frenar la actual pandemia”.