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Antonio Salgado Borge

23/03/2018 - 12:00 am

¿Qué es Cambridge Analytica y por qué tendría que importarnos?

Como nunca, Facebook ha demostrado su capacidad destructiva y se ha colocado en el centro de un escándalo que le ha llevado lo mismo a ser cuestionado por gobiernos que a perder millones de dólares en sus acciones.[1] [2] La causante de todo esto es Cambridge Analytica, una empresa que obtuvo los datos de al […]

“¿Qué es Cambridge Analytica y por qué tendría que importarnos?”. Foto: AP

Como nunca, Facebook ha demostrado su capacidad destructiva y se ha colocado en el centro de un escándalo que le ha llevado lo mismo a ser cuestionado por gobiernos que a perder millones de dólares en sus acciones.[1] [2] La causante de todo esto es Cambridge Analytica, una empresa que obtuvo los datos de al menos 50 millones de usuarios, y que ha influido decisivamente en el curso de elecciones en distintos países, incluyendo la que dio el triunfo a Donald Trump en Estados Unidos.

¿Qué es Cambridge Analytica y por qué tendría que importarnos? Para responder a esta pregunta es indispensable revisar la serie de eventos básicos implicados en esta trama -dados a conocer por los magníficos periódicos The Observer y The Guardian–  en el contexto en que estos eventos han ocurrido.[3] Empecemos entonces por el principio.

Problema 1: En 2014, 270,000 personas participaron en un “test de personalidad” ofertado en Facebook. Este test, que requería que sus participantes cedieran información personal a la compañía que lo promovía, fue inicialmente desarrollado por un académico ligado a Rusia. Posteriormente, la aplicación masiva de este test fue financiada por a través de Cambridge Analytica. Los participantes en este test aceptaban, como lo hacemos tantas veces al utilizar aplicaciones, ceder acceso a sus datos generados en Facebbok.

A estas alturas, es de sobra conocido que los usuarios de Facebook entregamos a esta red social la facultad de registrar todas nuestras acciones. Las más visibles son, sin duda, nuestras fotografías; pero, al menos en estos momentos, éstas son probablemente las menos indicativas. Facebook registra todos y cada uno de nuestros comentarios, favoritos, “likes”, o incluso clicks en fotografías o en enlaces de noticias. También registra quiénes son nuestros amigos, las interacciones que tenemos con éstos y nuestras coincidencias -y, por descarte, nuestras diferencias-. Todo lo que hacemos en Facebook deja un registro. Pero, adicionalmente, existen aplicaciones diseñadas para extraer nuestros datos directamente, como la popular aplicación que permitía a los usuarios conocer cómo se verían si tuvieran otro sexo. El “test de personalidad” parecía ser uno más entre éstos.

Problema 2: un segundo elemento que considerar es que parte de lo que los usuarios aceptaban ceder al participar en el “test de personalidad” era la información de sus amigos de Facebook. De esta forma, la información de 50 millones de personas terminó en manos de la compañía que promovía este experimento. Los amigos de estas personas no dieron su autorización y no tenían idea de lo que ocurría. Actualmente, este tipo de mecanismo está prohibido por Facebook, pero en 2014 estaba vigente y no se puede descartar la existencia de nuevas formas de acceder a información de esta naturaleza por la puerta de atrás.

Problema 3: Pero, encima de lo anterior, con nuestros metadatos y con la ayuda de algoritmos sofisticados Facebook o cualquier otra compañía puede conocer rasgos de nuestra personalidad y predecir con enorme eficiencia nuestras probables reacciones ante determinados estímulos. Y el algoritmo empleado por Cambridge Analytica no es cualquier cosa. Una característica fundamental detrás del “test de personalidad”, es que sus resultados fueron luego cotejados con los datos cedidos por cada usuario, de forma tal que el algoritmo original podía ser depurado y su precisión perfeccionada. No en balde este algoritmo ha sido calificado The Guardian como “casi demasiado distópico para ser real”, pues hace que unos cuántos “likes” sean suficientes para deducir por quién votará el usuario, su género, su orientación sexual, si sus padres estuvieron juntos durante su infancia, sus traumas de niñez, o qué tan probable es que consuma drogas en exceso.[4]

Problema 4: Lo anterior se vuelve trágico cuando consideramos que, (4) los metadatos y predicciones que supuestamente se quedarían en Facebook o en manos de investigadores académicos fueron a parar en una compañía externa. Así, contra las reglas de Facebook, los datos terminaron siendo utilizados para fines muy distintos a los anunciados, incluyendo marketing y manipulación política.

Y no hablamos de una compañía cualquiera; para ser claro, Cambridge Analytica no se dedica a comercializar o a promocionar “fidget spinners”. De acuerdo con lo que Christopher Wylie, un ex colaborador de altísimo nivel ha dicho a The Guardian, esta empresa tiene como actividades principales, literalmente, la intervención de elecciones, el lavar cerebros para lograr cambios culturales -es decir, cambiar, literalmente, la forma en que piensan millones de seres humanos- o la manipulación en masa. Su tecnología, y la forma en que operan las redes sociales, se los permite.

Por si esto no fuera suficiente, en un reportaje reciente del canal de televisión británico Channel 4 se puede escuchar al CEO de Cambridge Analytica presumir a un periodista pretendiendo se un cliente cómo su empresa que cuenta con un equipo capaz de promocionar “fake news” o propaganda sin ser detectada a través de compañías fantasma, y hablando de cómo su unidad de exespías rusos e israelíes es capaz de obtener todo tipo de información dañina para extorsionar a los rivales de quién la contrata.

Problema 5: el poder de Cambridge Analyitca es real y puede ser devastador para diversas naciones y para la democracia en el mundo occidental. Se estima que la “guerra psicológica” de Cambridge Analytica ha jugado un papel fundamental en causas promovidas por la alt-right en diferentes países, como la elección de Donald Trump en Estados Unidos o Brexit en Reino Unido.[5] Para entender su alcance, basta con considerar que esta empresa fue financiada por el multimillonario republicano Robert Spencer y tuvo como su vice-presidente a Steve Bannon, fundador del sitio de “noticias” ultraconservador Breibart News, agitador principal de la ultraderecha en Estados Unidos y otrora poder tras el trono en la presidencia de Donald Trump.[6] De acuerdo con Christopher Wylie Cambridge Analytica recientemente se ha convertido en contratista del Pentágono y ha creado el perfil psicológico de 230 millones de estadounidenses.

El caso de Cambridge Analytica anuncia la materialización de lo que hasta hace poco parecía una lejana distopía. Afortunadamente, el mundo ha reaccionado en consecuencia y la presión generada ha obligado a Mark Zuckerberg a romper su imperdonable silencio inicial y a prometer que Facebook hará cambios. Pero sus promesas no pueden ser suficientes; el problema tiene que ser atajado de raíz. Es decir, uno tendría que preguntarse por qué, si conocía de primera mano la problemática, Facebook necesitó de un escándalo para intentar blindar los datos de sus usuarios, o por qué su primera reacción fue “solicitar” a los involucrados que borraran los datos y aceptar de buena fe su respuesta de que así lo harían.

El poder que Facebook y otras redes han alcanzado no tiene precedentes y estos espacios no sólo se alimentan de las preferencias de sus usuarios, sino que actualmente son un vehículo idóneo para distorsionar cómo éstos perciben la realidad o para modificar estas preferencias. Para ser claro, poca duda puede quedar de que estas empresas son un riesgo real para la capacidad cognitiva de su usuarios y para la democracia. Por ende, esta crisis también abre la puerta a la oportunidad de replantearnos la necesidad de regular la forma en que operan las redes sociales antes que esperar que sus directivos tomen, por voluntad propia y contra sus propios intereses, acciones para proteger a sus usuarios.

Pero en otro sentido, uno mucho más inmediato, para los mexicanos el caso de Cambridge Analytica tendría que resultar particularmente relevante este año. Los cambios estructurales y las regulaciones no ocurrirán de la noche a la mañana y nosotros tenemos una elección crucial a la vuelta de la esquina. Esta semana, el brillante periodista y analista yucateco Eduardo Huchim subrayó en Reforma que es fundamental seguir las pistas -como las presentadas por Dolia Estevez en SinEmbargo o por Jenaro Villamil en Proceso- que indican que Cambridge Analytica opera en México; es decir, conocer qué ha hecho y qué hace esta empresa en nuestro país.[7]

Y es que, considerando el papel jugado hasta ahora por nuestras instituciones electorales y de procuración de justicia, lo más probable es que Cambridge Analytica o similares estén operando en nuestro país con manga ancha; es decir, se antoja prácticamente imposible que quienes dirigen nuestras instituciones tengan la capacidad o la voluntad de meter las manos en este tema. En consecuencia, nada impediría que México se convierta próximamente en un país más en la lista de “casos de éxito” de Cambridge Analytica o similares; un ejemplo más entre los que altos directivos de estas empresas presumirán en sus reuniones privadas con potenciales clientes.

 

@asalgadoborge

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  1. [1] https://www.theguardian.com/technology/2018/mar/19/no-10-very-concerned-over-facebook-data-breach-by-cambridge-analytica
  2. [2] https://www.nytimes.com/2018/03/19/business/facebook-stock-market.html
  3. [3] https://www.theguardian.com/news/2018/mar/17/cambridge-analytica-facebook-influence-us-election
  4. [4] https://www.theguardian.com/technology/2018/mar/17/facebook-cambridge-analytica-kogan-data-algorithm
  5. [5] https://www.nytimes.com/2018/03/17/us/politics/cambridge-analytica-trump-campaign.html
  6. [6] https://www.theguardian.com/news/2018/mar/17/data-war-whistleblower-christopher-wylie-faceook-nix-bannon-trump
  7. [7] https://www.reforma.com/aplicaciones/editoriales/editorial.aspx?id=131443

Antonio Salgado Borge
Candidato a Doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Cuenta con maestrías en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y en Estudios Humanísticos (ITESM). Actualmente es tutor en la licenciatura en filosofía en la Universidad de Edimburgo. Fue profesor universitario en Yucatán y es columnista en Diario de Yucatán desde 2010.

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