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María Rivera

23/05/2024 - 12:01 am

Elección

“Lo que sí sé es que todos debemos salir a votar, no dar por sentado nada: la encuesta verdadera será a la hora de tachar la boleta”.

“También, sabemos ya que la corrupción de la clase política, la burocracia dorada y el latrocinio quieren volver, así como el clasismo y el racismo, renovados”. Foto: Cuartoscuro

Era de esperarse, querido lector, que el tramo final de las campañas se pondría muy intenso, sobre todo porque las encuestas no mostraron cambios en las tendencias de votación, salvo por la subida del candidato Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano que amenaza al lejano segundo lugar de Xóchitl Gálvez. Ante el avance inesperado, sobre todo entre los jóvenes, el prian decidió hacerle la guerra sucia con spots y escupitajos de los comentaristas de los medios. Una guerra que recuerda la cloaca propagandística del dos mil seis pero dirigida ahora contra el candidato que no se ha dejado chantajear para que decline por la derecha.

Muy vergonzoso, la verdad. La cantidad de insultos que le han dirigido los “analistas” de mesas de opinión y en las redes sociales, devela la rabia que le tienen y la impotencia frente a la candidata puntera que se ha anotado varias victorias en muy pocos días. A mí me parece terriblemente antidemocrático y autoritario y una falta de respeto para los militantes y simpatizantes de esa fuerza política que tiene la misma legitimidad que el resto de los partidos.

Del mismo modo, estamos presenciando lo que queda del viejo establishment intelectual y mediático usar sus espacios para hacer campaña por Gálvez y contra la candidata de Morena. Es decir, el “nado sincronizado” en todos los espacios de radio y televisión contra la candidatura morenista con los mismos argumentos falaces. La debacle de Xóchitl Gálvez en el último debate a pesar de haber tenido una mañana muy benigna en el acto de campaña en el zócalo, la dejó en una posición de debilidad que comentaristas, periodistas,  analistas de la derecha han intentado compensar estos días desde sus espacios mediáticos: desde el desplegado que un grupo de intelectuales antilopezobradoristas publicaron a favor de Gálvez haciéndolo pasar como un apoyo nutrido de la comunidad cultural sin serlo, hasta programas de “análisis” dedicados a instalar la narrativa en la opinión pública de que la candidata de Morena es “un peligro para la democracia”. No es gratuito: Claudia Sheinbaum tuvo un buen desempeño en el debate, el mejor de los tres, y salió más que airosa del encuentro que tuvo en el programa Tercer Grado, de Televisa, justo en el corazón de sus adversarios políticos. Contrario a lo que muchos esperaban, la candidata lo hizo extraordinariamente bien: supo llevar la entrevista y, sobre todo, se vio capaz, solvente, y preparada no solo en los temas nacionales, sino para lidiar con quienes sistemáticamente la han criticado e intentado desprestigiar. El contraste de Sheinbaum con Gálvez en Tercer Grado, quien acudió al programa una semana antes, no podría ser mayor: donde una respondió con firmeza, la otra titubeaba; donde una respondió con datos; la otra con lecturas no llevadas a cabo. Pero no solo eso, Sheinbaum tuvo la osadía de presentarse como orgullosa morenista y admiradora del presidente López Obrador. No hizo concesiones, no se disfrazó, ni le hizo guiños al grupo opositor, no compartió ni sus diagnósticos, ni su retórica, al contrario, los desmontó, lo que los dejó perplejos. No, no es una de los suyos, pero además, no quiere parecerlo. Lo que llamaron “soberbia” en Claudia Sheinbaum, más me pareció en esta ocasión claridad en cuanto a quienes son sus interlocutores.

Y es que, hasta la presidencia de López Obrador, quien quisiera ser presidente tenía que pasar por la aduana de la comentocracia y los medios para después compensarlos con jugosos contratos de publicidad. Por supuesto, esta negativa de Sheinbaum a postrarse frente a los periodistas, levantó ámpulas.

Da mucha, mucha pena, querido lector, ver cómo, después del encuentro, entre sus propias filas ahora se linchan, vuelan acusaciones hacia los periodistas de “haberse vendido” a la candidata y demás tonterías. O peor, periodistas que participaron en el encuentro escribiendo columnas encendidas contra la candidata porque no lograron que se comportara como querían, es decir, que se postrara ante ellos o que permitiera que la crucificaran en cadena nacional. Eso sí, por fin parecen haber entendido que Sheinbaum no es ningún títere del presidente López Obrador y que es parte y sirve a un movimiento social que trasciende al presidente.

Lo que la oposición aún no logra comprender es a Morena y a sus simpatizantes, sus agravios y motivaciones, ni el enorme apoyo popular que goza el presidente. Por eso, insiste en atacar con métodos que han demostrado ser completamente inútiles y en explicaciones que denigran a los electores, ataques clasistas a los votantes que no comparten sus ideas y que son mayoría. No se han dado cuenta de que sus manipulaciones son burdas, que sus campañas son ofensivas y que en la presidencia está un político dedicado a desmontar sus ataques cada mañana desde hace seis años.

No sé, querido lector, qué vaya a ocurrir el 2 de junio, no sé si las encuestas resulten ser ciertas, no sé si las constantes repeticiones de las mentiras y exageraciones en los medios tengan un efecto en el electorado. Lo que sí sé es que todos debemos salir a votar, no dar por sentado nada: la encuesta verdadera será a la hora de tachar la boleta.

A estas alturas, ya tenemos claro qué es lo que definiremos en dos semanas, ya vimos a las candidatas y el candidato en los debates, ya tenemos una idea más precisa de quiénes son, qué persiguen y los medios que utilizan. Sabemos quiénes los acompañan, qué intereses representan y a quiénes quieren que llevemos al Congreso y para qué. También, sabemos ya que la corrupción de la clase política, la burocracia dorada y el latrocinio quieren volver, así como el clasismo y el racismo, renovados. Por eso, o contra eso, salga a votar, querido lector.

María Rivera
María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.

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