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Francisco Ortiz Pinchetti

24/05/2024 - 12:04 am

Días cruciales

“Algo tiene que pasar el 2 de junio”.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador dijo la mañana de este jueves que la llamada "marea rosa" no engañó a nadie, sin embargo, aseguró que cuenta con la libertad que él no tuvo con gobiernos anteriores para manifestarse en el Zócalo de la Ciudad de México.
“Fue en su momento la chispa que prendió la esperanza y se convirtió en una demanda de quienes en ellas participaron de encontrar el liderazgo capaz de encabezar la oposición al gobierno destructor de AMLO”. Foto: Adolfo Vladimir, Cuartoscuro

Tanto la multitudinaria concentración de la Marea Rosa en apoyo de Xóchitl Gálvez del domingo anterior como el manifiesto firmado por 272 intelectuales mexicanos –entre ellos escritores, académicos, antropólogos, periodistas, politólogos, poetas–, han dado a la recta final de la contienda por la Presidencia de México un sesgo que puede ser definitivo. Y no porque piense que esos hechos incidirán de manera importante en el electorado como para hacer variar las preferencias ciudadanas, sino por el ánimo que han inyectado ya a los partidarios de la opción opositora. Y sabemos que la participación abundante ante las urnas será clave en el resultado.

La reacción furibunda del Presidente y los esfuerzos del propio Andrés Manuel, sus allegados y de la candidata del oficialismo por desvirtuar, descalificar y minimizar ambas expresiones confirman la importancia y trascendencia que pueden tener en los días finales de la campaña y en la jornada misma del 2 de junio venidero.

De entrada, me recuerdan los acontecimientos que marcaron la ruta de Vicente Fox Quesada hacia la victoria sobre el priista Francisco Labastida Ochoa en la histórica contienda del año 2000. Uno de ellos, el episodio del llamado “martes negro” que quedó identificado por aquel aferrado estribillo del candidato panista: “¡hoy, hoy, hoy!”. El otro, la Caravana de la Victoria, aquel recorrido triunfal de Fox desde San Ángel hasta el Monumento a la Independencia, cuando a dos semanas de los comicios se desbordó el entusiasmo de la ciudadanía en apoyo del representante de la opción del cambio, luego de siete décadas de priato, a lo largo de 13 kilómetros por la avenida Insurgentes Sur, las calles Monterrey y Florencia y el Paseo de la Reforma.

Fueron cruciales aquellos últimos días.

A la manifestación del domingo 19 de mayo en el zócalo, –parcial y sospechosamente ocupado por un plantón de la CNTE– que en realidad desbordó la plaza e inundó las calles aledañas de gran parte del Centro Histórico –Madero, Cinco de Mayo,  Tacuba, 16 de Septiembre, 20 de Noviembre, Pino Suárez, Venustiano Carranza y hasta una parte de las avenidas Juárez e Hidalgo— se le quiso neciamente descalificar con la afirmación de que se habría descubierto la “falsedad” de un movimiento supuestamente ciudadano que en realidad es máscara de los partidos que postulan formalmente a Xóchitl.

Me parece que todo lo contrario fue la concentración capitalina, que  se replicó además en más de cien ciudades del país, entre ellas varias tan importantes como Guadalajara, Monterrey, León, Toluca, Chihuahua, Hermosillo, Zacatecas, Tijuana, Mérida, Oaxaca y Veracruz, lo que sumó en total varios cientos de miles de manifestantes. Simple y sencillamente, la Marea Rosa asumió su vocación democrática.

Desde la primera marcha ciudadana en defensa del INE del 25 febrero de 2023, y en las dos movilizaciones posteriores (en defensa del Poder Judicial en noviembre de 2023 y por la Democracia y el Voto Libre en febrero de 2024) la Marea Rosa se manifestó abiertamente como un movimiento crítico y opositor al régimen autoritario que pretende socavar las instituciones democráticas. Fue en su momento la chispa que prendió la esperanza y se convirtió en una demanda de quienes en ellas participaron de encontrar el liderazgo capaz de encabezar la oposición al gobierno destructor de AMLO en los comicios presidenciales de junio del 2024.

Y precisamente fue la senadora hidalguense quién apareció como ese personaje anhelado. Y fueron las organizaciones ciudadanas las que primero la acogieron y la postularon. Los partidos opositores integrantes del Frente Amplio por México, PAN, PRI y PRD, se sumaron luego y le ofrecieron el registro formal a su candidatura. Ella es así un símbolo del nuevo movimiento democrático mexicano. Desde un principio. Ningún misterio, ningún disfraz.

Otro argumento para desacreditar al movimiento ciudadano-partidista es que su bandera contra el autoritarismo quedó nulificada con la manifestación misma, que como dijo Andrés Manuel demostró que en México “hay libertad de manifestación como nunca”, lo que supuestamente desmiente la acusación opositora sobre el peligro que amenaza al país. Otro sesgo maniqueo, porque las evidencias del carácter autoritario y antidemocrático de la autollamada 4T no se refiere a actos de represión física, que efectivamente no ha habido, sino al ataque sostenido contra las instituciones democráticas como el INE, la Suprema Corte y el poder judicial en general, el Instituto Nacional de Acceso a la Información (Inai), el Congreso plural, los organismos autónomos, la libertad de expresión y el respeto a la oposición y a la diversidad ideológica.

Eso, todo eso es lo que está en riesgo.

Con respecto al Manifiesto de los Intelectuales, como se conoce al documento divulgado el pasado lunes 20, la descalificación se centró en los nombres de cinco, seis de los 272 firmantes, entre los cuales hay figuras destacadísimas y respetadísimas  de las áreas académica, científica, literaria y política de nuestra Nación. “Las elecciones del próximo junio serán una confrontación entre el autoritarismo y la democracia… Creemos que la opción democrática está representada por Xóchitl Gálvez. Nuestro llamado a votar por ella responde a la enorme urgencia de defender la democracia amenazada”, pone el manifiesto en su parte medular.

López Obrador recurrió por supuesto no solo a su habitual y esperada descalificación, sino al insulto soez que lo denigra a sí mismo. Y que por cierto  confirma y avala los señalamientos de alarma y advertencia de quienes sintieron la apremiante obligación de prevenir a los mexicanos.

El Presidente de la República, con todo el aparato del Estado a su disposición, los llamó desde Palacio Nacional “seudointelectuales, que también actúan como “alcahuetes de la oligarquía corrupta”. Dijo que “esos” legitiman, con toda una retacería de seudoteorías, el por qué tiene que mantenerse el régimen. “Se atreven a hablar de libertades, acuden a invocar la democracia, y todos ellos -o la mayoría, también para no generalizar- al servicio del régimen, vendidos o alquilados, vividores al servicio del régimen de opresión. Aparentemente académicos, estudiosos, pero nunca defienden al pueblo. Son vasallos, son empleados serviles de la oligarquía…”

No hace falta decir más. Algo tiene que pasar el 2 de junio. Válgame.

@fopinchetti

Francisco Ortiz Pinchetti
Fue reportero de Excélsior. Fundador del semanario Proceso, donde fue reportero, editor de asuntos especiales y codirector. Es director del periódico Libre en el Sur y del sitio www.libreenelsur.mx. Autor de De pueblo en pueblo (Océano, 2000) y coautor de El Fenómeno Fox (Planeta, 2001).

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