Artes de México

Sabiduría del mascarero. Talento y creatividad

25/07/2021 - 12:00 am

El mascarero debe tener un conocimiento profundo de las danzas que se acostumbran en su pueblo y de cada uno de los personajes que intervienen en ellas. Deben saber cómo dar un rostro distintivo a cada máscara, de acuerdo con el papel que desempeñará, apegado siempre a la tradición de cada lugar.

Por Ruth D. Lechuga

Ciudad de México, 25 de julio (SinEmbargo).- Es común encontrar que uno o varios artesanos se dediquen a la elaboración de máscaras; sin embargo, en pocos lugares están entregados por completo a ello. Sin importar qué otro oficio desempeñen, los mascareros tienen algo en común: el orgullo por su trabajo artesanal y un enorme talento.

Independientemente de su destreza técnica, el mascarero debe tener un conocimiento profundo de las danzas que se acostumbran en su pueblo y de cada uno de los personajes que intervienen en ellas. Deben saber cómo dar un rostro distintivo a cada máscara, de acuerdo con el papel que desempeñará, apegado siempre a la tradición de cada lugar. Suelen conocer con detalles el origen y argumento de las danzas de toda la región, pues por lo general tallan las caretas de su pueblo y, a veces, también las de las poblaciones cercanas que carecen de mascarero. Por su sabiduría, el mascarero es una persona respetada y querida.

Hay mascareros que prestan sus caretas y las recogen al terminar la fiesta. Foto: Artes de México

Los días anteriores a la fiesta su casa es un lugar muy concurrido. Los danzantes la visitan para recoger las nuevas máscaras o para llevar a reparar las de años anteriores. Si están rotas, el mascarero las remienda con grapas o con tiras de piel, incluso con pedazos de hojalata que se clavan para unir los bordes separados; si la pintura está gastada, aplica una nueva capa en la pieza. Para el danzante es importante lucir el atuendo y la careta relucientes. Por esta razón, las máscaras de cierta antigüedad llevan sobrepuestas muchas capas de pintura. En ocasiones, si su propietario ha cambiado de danza, una máscara puede ser transformada en otra. Esto se facilita si los personajes tienen una fisionomía similar. Por ejemplo, en Mochitlán, Guerrero, el mascarero pintará la careta de rojo con rayas negras si la pieza está destinada a un Meco: de color carne con mejillas rosadas para un chinameco, o agregará unos cuernos para transformarla en diablo. El pueblo entero participa en los preparativos de la fiesta. Si el número de danzantes es grande, suele haber varios mascareros como en Huejotzingo, Puebla, y en Chiapa de Corzo, Chiapas.

Jorge Luna, mascarero de Huazolotitlán, Oaxaca, aprendió el oficio de Filiberto López Ortiz, de la vecina población de Pinotepa Nacional. Él, a su vez, enseñó a muchos jóvenes artesanos a hacer las máscaras de su pueblo: ahora, entre todos, surten de caretas a los habitantes de la región.
Los danzantes y sus mujeres alistan tocados y vestidos que muchas veces tienen bordados muy elaborados. En lugares como Huejotzingo, Puebla, o Papalotla, Tlaxcala, donde la indumentaria requiere una minuciosa elaboración y los grupos de danzantes son tan grandes, la conservación, restauración y renovación del atuendo es tarea de todo el año y tema constante de conversación. Se compran y venden prendas del vestuario. A una careta en buen estado se le cambia la barba que estaba estropeada, o se renuevan el papel y las plumas de los tocados. También se detallan nuevas cachas para las escopetas y se bordan capas y paños.

Los mascareros tienen algo en común: el orgullo por su trabajo artesanal. Foto: Artes de México

Algunos mascareros se inician en el oficio por gusto. Y cuando su obra es bien recibida por la comunidad, empiezan a trabajar de manera regular. A veces, cuando muere un artesano no deja a nadie en el pueblo que siga sus pasos. Pero puede suceder que el encargado de la danza, por necesidad, empiece a reparar las caretas del grupo y quizá se anime a hacer una nueva, si se necesita con urgencia. Así aprende poco a poco y puede convertirse en un artista destacado. Tales el caso de Artemio Agustín, de Juxtlahuaca, Oaxaca, quien hacía las máscaras para todas las danzas de la población e incluso aprendió a darles un terminado semejante al de las imágenes de las iglesias.

En muchos casos los jóvenes aprenden el oficio de sus padres desde la infancia, y se convierten en herederos naturales de la tradición. En algunos pueblos incluso se pueden trazar varias generaciones de artesanos, como la familia de Abraján en Tixtla, Guerrero.En ocasiones, al fallecer un mascarero, su viuda, quien quizá fue su ayudante, cargar con la responsabilidad de seguir el oficio. Es el caso de Cándido Castillo C., de Santa María Aztahuacan, y de Erasmo Valverde de Chimalhuacán, en la Ciudad de México, quienes hacían caretas de cera. Estos artesanos, ya fallecidos, eran los únicos que abastecían de este tipo de máscaras, muy perecederas, a una vasta región que abarca desde La Villa, Tláhuac e Iztapalapa, hasta las cercanías de Texcoco y San Salvador Atenco. Posteriormente sus viudas, Ángela Torres de Castillo e Inés Jiménez de Valverde, ayudadas por hijos, hijas y sobrinos, se han encargado de continuar la tradición.

Algunos mascareros se inician en el oficio por gusto. Foto: Artes de México

Lo habitual es que cada danzante pague al más carero el precio convenido por su careta; pero a veces las máscaras se pueden alquilar por día. Esto sucede sobre todo en Michoacán. Hay mascareros que prestan sus caretas y las recogen al terminar la fiesta. Algunos venden estas máscaras y otros las conservan por años y las prestan cada vez que se requieren. Es como si trabajaran para dar un servicio a la comunidad.

Así, puede asegurarse que, gracias a la sabiduría del mascarero del pueblo, la tradición no corre peligro, a pesar de las nuevas creaciones. El artesano encuentra la manera de inventar formas originales para las esculturas decorativas, y al mismo tiempo, de renovar constantemente las máscaras de danza, sin despegarse de la costumbre.

Este texto es un extracto del artículo “Sabiduría del mascarero” de Ruth D. Lechuga, reproducido íntegramente en la Revista Artes de México. Máscaras de carnavl. Para saber más, adquiere este número a través de la página web de la editorial: www.artesdemexico.com

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