Artes de México

De artes, raíces y nacimientos

20/06/2021 - 12:01 am

Los nacimientos no son sólo nacimientos: son objetos de representación que a lo largo de las generaciones han sido testigos vivos y reinventados de los procesos de hibridación y apropiación cultural acontecidos en territorio mexicano. A lo largo de la revista se articulan puntos de sincronía cultural que no son visibles más que desde un panorama de análisis amplio: “Quién hizo este nacimiento jamás pensó que iba a salir en una revista de arte. Lo hizo porque es lo que le gusta hacer.” El Nacimiento viaja de su creador a la revista y termina incluso en museos enteros dedicados esta profunda tradición.

Por Diana Banda

Ciudad de México, 20 de junio (SinEmbargo).- Las páginas del número 81 de Artes de México, El arte tradicional del Nacimiento, al principio, podría parecer una hipérbole religiosa solamente. Yo misma he ignorado que esas pequeñeces que ponen las abuelas devotamente cada año en casa se trata de una experiencia compartida a lo largo del mundo, pero que en México están, además, abrazadas desde el arte y la tradición. De esas pequeñas representaciones que aparecen en muchas casas mexicanas en épocas decembrinas me queda claro: los nacimientos no son sólo nacimientos.

Son uno de esos fenómenos que se encuentran fluyendo entre los límites del arte y la artesanía. Comenzaron a popularizarse alrededor del siglo XVI en la Nueva España. Un siglo antes Europa ya estaba fascinada con este tipo de representaciones sobre la escena de la Natividad de Cristo con sus maderas policromadas y los marfiles importados de China. Sin embargo, en territorio americano se le abrazó desde las técnicas locales prehispánicas. Hubo nacimientos en todas las casas desde entonces, si bien las clases altas los tenían a la última moda europea y las más bajas los esculpían del barro más simple, lo cierto es que los nacimientos llegaron para quedarse.

Artes de México, El arte tradicional del Nacimiento. Foto: Artes de México
Artes de México, El arte tradicional del Nacimiento. Foto: Artes de México

A lo largo del tiempo fueron intermitentemente olvidados y recordados hasta casi disolverse durante el ambiente sociopolítico de las Leyes de Reforma, sin embargo sobrevivieron hasta su gran auge durante el siglo XX, convirtiéndose en una de las obsesiones de esta generación de artistas y escritores en su conformación de la identidad mexicana. En El pesebre; ombligo del mundo, Elena Poniatowska narra la profunda afición que Carlos Pellicer tenía por los nacimientos, también se destaca la colección de Celia Chávez de García Térrez, quien no sólo coordina la edición de la revista, sino que su colección ilustra con deliciosas piezas las páginas. En De la costumbres y sus afectos el lector termina de percibir el importante papel de su extraordinaria y meticulosa colección de nacimientos para la memoria de la apropiación simbólico-religiosa a través las técnicas artesanales de nuestro país.

Los nacimientos no son sólo nacimientos: son objetos de representación que a lo largo de las generaciones han sido testigos vivos y reinventados de los procesos de hibridación y apropiación cultural acontecidos en territorio mexicano. La dichosa conquista espiritual terminó (guardada toda proporción) inversamente conquistada a través de la cultura prehispánica, ya sea a través del lenguaje, como lo demuestra Miguel León-Portilla en su artículo Los cantos navideños en náhuatl o a través de su desarrollo técnico y de cohesión social como se explica en Nacimientos, belenes y presepios matizando su compleja relación entre la doctrina religiosa y su consolidación a través de las diversas representaciones artísticas en la geografía multicultural del país.

Artes de México, El arte tradicional del Nacimiento. Foto: Artes de México
Artes de México, El arte tradicional del Nacimiento. Foto: Artes de México

Desde la perspectiva de Bárbara Jacobs en Una espina un cayado es evidente el correlato social de pensarnos a nosotros mismos como gigantes activamente partícipes del acto de poner un nacimiento. Para Hugo Hiriart se trata de un ejercicio más complejo de análisis semiótico, a través de Reflexiones sobre el juguete piadoso. Queda claro que es un fenómeno icónico en tanto su constante interpretación es capaz de tejer un puente entre generaciones, desde la tradición popular hasta volverse un referente de representación con cualidades que parecen estar siempre vigentes en la compleja alegoría que subyace desde lo cotidiano.

A lo largo de la revista se articulan puntos de sincronía cultural que no son visibles más que desde un panorama de análisis amplio: “Quién hizo este nacimiento jamás pensó que iba a salir en una revista de arte. Lo hizo porque es lo que le gusta hacer.” El Nacimiento viaja de su creador a la revista y termina incluso en museos enteros dedicados esta profunda tradición presente en cada una de nuestras casas cada Navidad; se trata de un ingenio artístico que nos lleva a contemplarlo.

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