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María Rivera

29/02/2024 - 12:01 am

Injerencias

“Hay que responderles a todos ellos que México es un país soberano y libre y que deberían librar la lucha electoral de manera decente en lugar de crear campañas con falsas narrativas”.

“La maniobra es burda y grosera: tratan de manchar al presidente para que la gente lo identifique como ‘narco presidente’ y a la candidata de Morena, como ‘narco candidata'”.Foto: Google Maps

Hace una semana escribía en esta columna sobre las calumnias que varios medios habían vertido contra el presidente en las últimas semanas. Justo el día en el que se publicaba esta columna, el presidente desnudaba en su mañanera a otro medio que pretendió inculparlo, sin ninguna prueba e incluso sin acusaciones específicas, de que su campaña de 2018 había sido financiada por el narcotráfico. El periódico The New York Times tras ser expuesto públicamente por el presidente, publicó una nota vergonzosa, sin ningún sustento, investigación, ni fuentes comprobables, para intentar desacreditar al presidente de México e influir en el proceso electoral mexicano.

Todo es muy obvio, querido lector. No creo que nadie se trague el cuento de que de pronto, súbita y casualmente, surgen “informaciones” (que son en realidad dichos sin sustento alguno de fuentes anónimas y desacreditadas por completo) de sus campañas electorales de hace dieciocho años y de hace seis años, justo ahora, cuando estamos por elegir un nuevo gobierno.

La maniobra es burda y grosera: tratan de manchar al presidente para que la gente lo identifique como “narco presidente” y a la candidata de Morena, como “narco candidata”, hágame usted el favor. Claro, no tienen nada, en realidad, que inculpe al presidente. Hasta ahora, todas las notas y libelos ni siquiera han podido inculparlo directamente. Es decir, no tienen ninguna importancia real, salvo como un claro indicio de que extranjeros pretenden intervenir en nuestro proceso electoral. No solo eso, también intentan degradar a la máxima autoridad mexicana, electa por todos. No es un ataque “personal” a Andrés Manuel López Obrador, sino al presidente de México y como tal deberíamos rechazarlo, sin importar filias o fobias políticas. Tiene razón el presidente cuando se refiere a que es un ataque injerencista que pretende socavar nuestra soberanía.

La serie de amenazas que los compinches de esos medios extranjeros en México, periodistas, columnistas e intelectuales han vertido los últimos días, aseverando que Estados Unidos podría “perseguir a López Obrador” una vez que termine su mandato, solo busca establecer la calumnia, una vez que no lograron demostrar nada. No, querido lector, hay que responderles a todos ellos que México es un país soberano y libre y que deberían librar la lucha electoral de manera decente en lugar de crear campañas con falsas narrativas y estrategias que socavan al Estado mexicano.

Porque resulta obvia la operación de la derecha opositora en contubernio con medios extranjeros, hay que rechazar, tajantemente, esta operación ilegítima y cualquier intento de injerencia extranjera que bien podríamos suponer podría continuar, ahora que las campañas electorales van a comenzar formalmente.

Yo, la verdad, se lo digo, no esperaba menos de una oposición que nos ha dado muestras, reiteradas, de que son capaces de crear campañas de infamias y calumnias dirigidas a crear miedo, desde que López Obrador apareció en la vida pública. Su objetivo es que el presidente, a quien odian con un odio sarraceno, termine su mandato deshonrado, despojado de lo único que presume: su autoridad moral y, por ende, que la candidata de Morena pierda algo de la enorme ventaja que le dan las encuestas.

Pero la derecha se equivoca, rotundamente; no basta con calumniar al presidente porque López Obrador es un político querido y con gran aceptación en la población. Muchos de sus seguidores han atravesado, junto con él, los episodios de difamaciones y calumnias desde el año 2006 pero no solo ellos; los que incluso se han vuelto sus críticos, proceden del mismo lugar “originario”, por decirlo de algún modo, es decir, la izquierda. De hecho, gracias a las injusticias cometidas en su contra, como el desafuero y el proceso electoral de aquel año, es que nace el movimiento que lo llevaría al poder y que hoy gobierna gran parte del país.

En buena parte es, justamente, la indignación colectiva de donde Morena ha tomado su sello de identidad, el pegamento que une a esa fuerza política. El sentido del agravio histórico que el presidente durante todo su sexenio mantuvo vivo, es una fuerza muy poderosa que nadie debería subestimar. Que le sumen motivos reales de agravio en este momento, como la intervención extranjera para deshonrarlo a él y a su familia, muy probablemente le atraiga más apoyo, tanto a su presidencia como a su movimiento, porque le da la razón sobre sus oponentes mientras los desnuda como opositores sin escrúpulos, capaces de aliarse a intereses extranjeros con tal de retomar el poder.

La agudización de la polarización, pero con un sentido distinto en la dicotomía, como sería “vende patrias-nacionalistas” no ayudará en nada a la oposición, al contrario, la perjudicará. Convertir en víctima a López Obrador y vulnerar la soberanía del país de paso, no parece una medida muy inteligente para recobrar el poder. El infundio es tan escandaloso que borra las fallas reales de su gobierno al inventarle calumnias fantasiosas e inverosímiles. Desconocer que López Obrador es un político consistentemente austero, que no ha acumulado bienes ni capital con su paso por el poder, es totalmente idiota, cuando el latrocinio era moneda de todos los días en el país, hace apenas unos años. El enriquecimiento de Peña Nieto, por ejemplo, y el narcoestado impuesto por Calderón y los suyos son difíciles de olvidar. Cualquier mexicano honesto sabe que el gobierno de López Obrador cambió esas prácticas. Por eso, naufragan reiteradamente todos los intentos propagandísticos del periodista Loret de Mola por calificar a su gobierno de “corrupto”.

Es extraño, pues, que la oposición haya escogido esos caballitos de batalla. No parece muy sensato, la verdad, porque de esos pies no cojea el presidente, sino ellos mismos y eso sí es muy fácil de demostrar. En fin, querido lector, esté atento, porque los siguientes meses seguro lanzarán golpes mediáticos con nuevas infamias ante la ventaja de Sheinbaum sobre su candidata, Xóchitl Gálvez. Aparentemente solo eso tienen, nada más.

María Rivera
María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.

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